Pués quien iva a decirles a 4 andakanos entre locos, valientes o fieles, que esa mañana del sábado 28 de marzo, que se decidieron a salir de sendero a pesar de la lluvia y el viento, que la aventura sería tan hermosa.
Comenzamos en Castaño de Robledo donde las siluetas de sus iglesias apenas se dejaban ver entre la niebla, sus calles empedradas y sus casas silenciosas nos llevaron a la salida, un sendero estrecho y empinado custodiado por retorcidos alcornoques que se han hecho gigantes buscando el sol.
El romero florecido, el brezo, la jara y el tomillo templaban el aire con su aroma y el crujido de nuestras pisadas sobre las hojas secas era como una tenue musiquilla que acompañaba nuestra ascención. Llegamos a la Peña donde los angeles tienen la función de custodiar a una "Virgencita", y donde cada primavera las cascadas de flores de las acacias de judea son un canto a la vida y un goce para los sentidos.
En tan bello encuadre algo llamó nuestra atención "Fondant de chocolate con memelada de naranja amarga". Que si sí, que si no, que si es pronto, que nos encontramos degustando unas papas al mojo picon, un arroz con tanas y costillas, unas berenjenas al jamón, etc. etc... Todo en estilo de alta cocina en el restaurante que llaman de "la Peña".
La tarde diferente, tanto como si se tratara de otro día, otra estación y otro lugar; cielo despejado, pinos, castaños, helechos, jaras en flor, pajarillos cantando y la sierra dibujando su silueta en el horizonte, acompañaron la bajada por el lado derecho del monte Castaño. Ya volviendo a Sevilla, en la Venta del Alto el sol nos dijo adiós dejando en el cielo nubecillas doradas allá donde los dioses tiene su morada.
Blanca García
martes, 31 de marzo de 2009
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