Con un cielo gris con ráfagas
rosadas, diez valientes andakanos nos dirigimos
el sábado 24 de noviembre a la sierra de Aracena para dejar perderse
nuestros pasos por alguno de sus senderos. Justo había pensado en Santana la Real pero visto lo inseguro
del tiempo cambió por Los Marines a Aracena, un camino entre alcornoques y
castaños cómodo y agradable. La blanda alfombra de colores otoñales marca el
cierre de un cielo que nutriendo la tierra es promesa de nuevas cosechas.
Llegó la hora de comer y
visto lo desapacible del tiempo no nos apetecía hacerlo en el campo, así que
nos fuimos a Alhajar donde en el rincón de la plaza nos sirvieron tapas y buen
vino, prolongando la tertulia hasta que decidimos regresar a Sevilla. Una fina
llovizna y el efecto del chupito hicieron que nuestro regreso fuera un estado entre
la ensoñación y el sueño. Gracias que los conductores escogieron un estado más
alerta y llegamos pronto a casa sanos y salvos.
Firmado Blanca
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