Por fin
el tiempo marcó una tregua para el sábado 26 de enero y los andakanos pudimos
salir al campo.
Después
que la niebla nos dejara ver los campos verdes con las vacas, no locas, pero
enajenadas en su rumiar, llegamos, después de un paseo por Guillena y Las
Pajanosas, a casa Juanito para un buen desayuno serrano; desde allí nos
dirigimos a Castaño de Robledo donde dejamos los coches junto a la iglesia
nueva, esa mole renacentista del siglo XVIII que fue abandonada antes de
terminarse y que hoy se emplea para diversos eventos.
Enrique
coge el GPS, ya que Justo quiere probar eso de los viajes del Imserso y lo ha
nombrado sustituto 1º, así después de la foto de salida seguimos al alumno por
un sendero que nos llevaría a la colina de Palos Altos, desde allí pudimos
contemplar unas dilatadas vistas de la sierra, donde los colores marrones,
verdes y grises se perdían en un fondo azul que bien podía ser el mar. Fue un
camino sencillo y sosegado donde a veces el silencio se hacía presente y uno podía
perderse en sus propias ensoñaciones.
Los
castaños con sus siluetas surrealistas, se vestían a veces con jóvenes varetas
en las cuales algunas hojas imitaban un vuelo de mariposas doradas. El mismo
camino nos llevó de nuevo a El Castaño de Robledo para disfrutar de un sabroso
tapeo en el restaurante “El Roble”, estuvimos a gusto y aunque el tiempo fue
largo, ya que Laura se estrenaba como camarera, que quería compensar con su
angelical sonrisa su torpeza en el servir, nos pareció corto. Volvimos a
Sevilla contentos y cargados de energía para seguir cada uno con su vida que
deseo sea serena y feliz.
Fdo.: La Andakana Mayor
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