jueves, 19 de marzo de 2015

Salinas romanas de Iptuci, 14-3-2015

Reducidos a 4, los Andakanos nos dirigimos a la sierra de los Alcornocales, Cádiz, en una mañana algo brumosa que poco a poco nos dejó ver hermosas praderas de un brillante verde abrazado por el sol.
Llegamos a la termino de Prado del Rey y dejamos el coche en el restaurante “Los Molinos”, y con las indicaciones del mesonero pronto llegamos al arroyo Salado que nos guió a las salinas de Iptuci, allí su dueño previamente contactado por Enrique nos acompañó en un recorrido guiado por las salinas, que resultó muy interesante.
Desde hace 3.000 años los fenicios sacaban de allí su sal y en la época romana se explotó comercialmente, tanto es así que se creó un poblado en las inmediaciones que llegó a acuñar moneda propia. Los curiosos que entren en internet y vean el sistema tan interesante de este tipo de explotación de un recurso tan vital como es la sal de la tierra.
Dejamos las salinas y emprendimos la subida hacia el cerro Cabeza de Hortales, lugar donde se asentaron los romanos, y que hoy día está en manos de particulares que tiene sus ganados sueltos en las dehesas y valladas sus fincas con cancelas y candados.
La primera dificultad la salvamos cívicamente, ya que el dueño bajó y nos abrió el candado aunque fuera a regañadientes, luego encontramos otras portezuelas pero sin candados y ya cerca de la cima una cancela con cartel de “privado” que no quisimos violar, así que nos fuimos rodeando el monte hasta encontrar una portezuela que nos dio paso y a campo través empezamos la subida ente una espesa vegetación que nos impedía el avance.
La hora era propicia para la comida pero esta la habíamos dejado en el coche, así que buscamos una salida hacia el camino que veíamos abajo, y ahí empezaron las dificultades y la aventura, pues había mucha pendiente y tierra suelta, con la maestría de nuestro guía y la buena voluntad y el apoyo mutuo saltamos obstáculos y vallas hasta llegar a unos hermosos prados sembrados de margaritas blancas, botones de oro, campanuelas azules y yerbas rojizas espectaculares, y poco antes de las tres y media de la tarde estábamos sentados en la terraza de Los Molinos entre sol y sombra con una caña de cerveza delante que nos supo a gloria, después vinieron otra cerveza y unas tapas jugosas que recompensaron todos nuestros esfuerzos.
Regresamos contentos y agradecidos por tanta belleza contemplada, que esta naturaleza que en la primavera viste sus mejores galas, sea acicate que anime a todos para la próxima salida.
Fdo.: Blanca
Andakana Mayor 

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