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jueves, 4 de febrero de 2016

Los Marines a Cortelazor. 30-1-2016

Desde una Sevilla vestida de rosa con el primer sol de la mañana, 9 andakanos nos dirigimos una vez más a la sierra de Aracena.
Después de un recorrido cultural por el pueblo de Camas y comernos unas buenas tostadas en “El Juanito”, pusimos rumbo a Los Marines, donde dejamos los coches junto a la fuente de los lavaderos, nos hicimos la foto de salida , teniendo como fondo  su torre blanca y azul, que lucía esbelta sobre un cielo diáfano, para continuar con el punto cultural con el que habíamos empezado, Enrique nos llevó hasta el paseo de la iglesia donde nos encontramos al niño del farol, sentado en su sillón, testimonio de un “voto” que el pueblo hizo en el S. XVIII por haber sido librado de la peste.
GPS en mano buscamos el camino que nos llevaría a Cortelazor atravesando dehesas de hermosos alcornoques con sus troncos desnudos y sus ramas cubiertas de líquenes, los cerdos arrastraban sus hocicos rebuscando las últimas bellotas o bien retozaban al sol. En un punto del camino encontramos una reja que abrimos y cerramos dejando fuera a nuestro perrillo acompañante. Un labrador nos dijo que por allí no íbamos a ninguna parte, así que nos dimos media vuelta y al salir de la cancela tomamos un delicioso senderito junto a un curso de agua que apenas susurraba entre las hierbas, luego salimos al camino más conocido entre madroños, aulagas, brezos, lentiscos y otras plantas olorosas que perfumaban el aire, hasta llegar a la carretera que nos llevó al pueblo, pero como queríamos comer en el mesón “El Madroño” tuvimos que subir de nuevo por la carretera poco más de un km que la verdad, a algunos se nos hizo pesado, menos mal que fuimos compensados con una rica cerveza, recreándonos desde el balcón del mesón con el hermoso pueblo blanco posado en los miles de verdes de la sierra.
Comida estupenda, variada y regada con un delicioso mosto local que a esta que escribe le hizo un efecto raro…raro… tanto que me sentí a gusto cogida entre dos varones del grupo.
Cuando nos dimos cuenta ya no que daba luz del sol pero para entonces ya estábamos camino de Sevilla, donde cada uno volvió a su casa contento de haber disfrutado un día más de la amistad, la buena comida, la hermosa naturaleza y ese don maravillosos que es la vida.
Hasta la próxima.
Fdo.: Blanca
Andakana Mayor

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