Desde una Sevilla vestida de rosa con el primer sol de la
mañana, 9 andakanos nos dirigimos una vez más a la sierra de Aracena.
Después de un recorrido cultural por el pueblo de Camas y comernos
unas buenas tostadas en “El Juanito”, pusimos rumbo a Los Marines, donde
dejamos los coches junto a la fuente de los lavaderos, nos hicimos la foto de
salida , teniendo como fondo su torre
blanca y azul, que lucía esbelta sobre un cielo diáfano, para continuar con el
punto cultural con el que habíamos empezado, Enrique nos llevó hasta el paseo
de la iglesia donde nos encontramos al niño del farol, sentado en su sillón,
testimonio de un “voto” que el pueblo hizo en el S. XVIII por haber sido librado
de la peste.
GPS en mano buscamos el camino que nos llevaría a Cortelazor
atravesando dehesas de hermosos alcornoques con sus troncos desnudos y sus
ramas cubiertas de líquenes, los cerdos arrastraban sus hocicos rebuscando las
últimas bellotas o bien retozaban al sol. En un punto del camino encontramos
una reja que abrimos y cerramos dejando fuera a nuestro perrillo acompañante. Un
labrador nos dijo que por allí no íbamos a ninguna parte, así que nos dimos media
vuelta y al salir de la cancela tomamos un delicioso senderito junto a un curso
de agua que apenas susurraba entre las hierbas, luego salimos al camino más
conocido entre madroños, aulagas, brezos, lentiscos y otras plantas olorosas
que perfumaban el aire, hasta llegar a la carretera que nos llevó al pueblo, pero
como queríamos comer en el mesón “El Madroño” tuvimos que subir de nuevo por la
carretera poco más de un km que la verdad, a algunos se nos hizo pesado, menos
mal que fuimos compensados con una rica cerveza, recreándonos desde el balcón
del mesón con el hermoso pueblo blanco posado en los miles de verdes de la
sierra.
Comida estupenda, variada y regada con un delicioso mosto
local que a esta que escribe le hizo un efecto raro…raro… tanto que me sentí a
gusto cogida entre dos varones del grupo.
Cuando nos dimos cuenta ya no que daba luz del sol pero para
entonces ya estábamos camino de Sevilla, donde cada uno volvió a su casa
contento de haber disfrutado un día más de la amistad, la buena comida, la
hermosa naturaleza y ese don maravillosos que es la vida.
Hasta la próxima.
Fdo.: Blanca
Andakana Mayor
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