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miércoles, 25 de enero de 2017

Linares de la Sierra al cerro de la Molinilla. 21 de enero de 2017

En la mañana fresquita del 21 de enero, cuando la luz del sol intentaba abrirse camino en el cielo de Sevilla, 12 andakanos nos íbamos hacia Aracena en la primera salida de este año. Parada forzada en “El Juanito” para poner a punto los motores, y allá nos fuimos a uno de los pueblos más encantadores de la serranía, Linares.
Dejamos el pueblo por un antiguo camino empedrado entre limoneros y naranjos, encajonado entre dos paredones de piedra recubierta de musgos de verdes infinitos, que nos llevó a la umbría, un sitio con mucho encanto con su puentecillo de piedra bajo el que susurra un pequeño arroyo; algunos troncos de árboles están pintados de colores al estilo del “Bosque de Irati”, desde allí parten varios senderos, nosotros cogimos uno, el que va hacia Aracena y que en parte coincidía con el del cerro de la “Molinilla”, que va ascendiendo en dirección a la casa amarilla que hay en la cumbre del cerro, en el collado, hay un camino que parecía llevar hasta ella, algunos del grupo subimos y aunque no llegamos a la casa, llegamos a un punto más alto para contemplar el hermoso festoneado de la sierra sobre el cielo azul.
A partir del collado el sendero va descendiendo hasta regresar al pueblo, una vez en él buscamos donde comer, en “El Balcón” nos prestaron una mesa que estaba reservada para las tres, eran las dos y la plaza estaba llena de sol. Pedimos la “tapita” para ocho y nos pusimos moraos de productos de la sierra, los cuatro restantes no se quedaron atrás ya que pidieron platos parecidos pero con el añadido de jamón, ¡siempre hubo clase!, a las tres en punto los platos estaban limpios y los estómagos llenos, dejamos la mesa al siguiente grupo y nos fuimos a Aracena para el café, Mercedes Parrilla trajo pasteles de “Rufino” y Miguel restos de Navidad y con el con el café calentito dimos cuenta de todo. ¡Un día es un día! Y este ha sido completo, dos coches subimos al castillo para contemplar una vez más el pueblo derramado a sus pies, la bonita iglesia y escrutar el horizonte que solo nos deja ver sus límites.
Nos despedimos con alegría, por el día compartido, el sol recibido, la esplendida comida y el vínculo de amistad reforzado en cada nueva salida a una naturaleza eternamente hermosa y nueva cada día.
Gracias a todos y hasta el sábado próximo.
Fdo.: Blanca
Andakana Mayor

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