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miércoles, 14 de febrero de 2018

Camino de las marismas. 10-2-2018


Mientras media España yace bajo un manto de nieve, como hace años que no sucedía, en el sur tenemos sol, y en esta salida los andakanos nos fuimos a disfrutar de él a un rincón muy especial, no lejos de Sevilla.
Nos juntamos 16 en el punto de encuentro y nos dirigimos hacia los pueblos ribereños del Guadalquivir, hasta La Puebla del Río, donde paramos para desayunar en el “Rincón del Furry”, conocido por los ciclistas del grupo. Seguimos por una carreterita entre pinares donde empezamos a ver en sus copas parejas de cigüeñas preparando los nidos, hasta que llegamos a una cancela de hierro que da paso a la “Dehesa de Abajo”, un lugar idílico para las aves y para los que tienen la suerte de visitarlo como nosotros. Dejamos los coches y empezamos a caminar por un sendero que rodea el parque, que aunque tiene zonas concertadas con privados, que traen allí a pastar sus ganados, la propiedad del parque de 800 hectáreas es pública.
El terreno aunque siempre llano tiene aspectos muy variados, primero nos llamaron la atención los verdes prados llenos de gamonitas, algunas ya con sus varitas en flor, y tan espesas que parecían plantadas adrede. Salpicados por los prados los viejos acebuches, ancestros de nuestros preciados olivares, encontramos un mirador de madera que se asomaba a un circo de paredes erosionadas, donde los coloridos abejarucos hacen sus nidos en primavera.
Seguimos camino y nos sorprendió, además de los coloridos ciclistas que aparecían cada poco, la entrada en un bosque de pinos donde la luz y la sombra jugaban en sus copas haciendo del paseo una verdadera delicia, allí en medio encontramos una casa blanca con techumbre propia de  la zona marismeña a base de ramajes y eneas, era la choza de “El Bala”, un cazador de la zona de los años 1940 y que en la actualidad está cedida a una sociedad de cazadores.
Volvimos de nuevo a cielo abierto con espejo de agua en la lejanía, que al acercarnos nos regaló la visión de miles de aves acuáticas, acogidas en las eneas, juncos y carrizales de sus orillas, también allí había un mirador con suelo de madera que algunos aprovecharon para tenderse y hacer estiramientos, lo que nos hizo descubrir un hermoso vuelo de cigüeñas y otras aves que nos invitaron a volar con ellas.
Nos acercamos a la laguna de la dehesa llamada con el musical nombre de Rianzuela y que se alimenta del Mijalberraque un pequeño riachuelo apenas perceptible que en su humildad alimenta la belleza de ese paraje singular.
En el entorno de la laguna encontramos caballos pastando en manadas y vacas dispersas, aunque en un cercado estaban reunidos los becerrillos, custodiados bravuconas de cuernos alzados y mirada desafiante.
Las familias humanas con sus propias crías también formaban parte del paisaje y se acercaban como nosotros a la choza de avistamiento de aves.
Llegó la hora de ocuparse del cuerpo, para ello nos fuimos al restaurante del complejo donde degustamos un rico arroz con pato y otras cosillas más, comimos, bebimos, gustamos postres caseros, cafés y chupitos y volvimos a pasear por la dehesa para seguir desfrutando del sol, del paisaje sereno de la buena compañía y de ese vínculo de amistad que se fortalece con cada nuevo encuentro, gracias a todos y esperamos que en la próxima Mari Trini y Juan Manuel puedan estar entre nosotros.
¡Paz y armonía en nuestro día a día!
Fdo,: Blanca
Andakana Mayor.

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