jueves, 17 de enero de 2019

El Castillo de las Guardas a las Minas 11 de enero de 2019

En un amanecer rosado y frío, 14 andakanos nos reunimos en “El Juanito” para el desayuno, ya que por ser laborable no nos pudimos reunir en la universidad. Saludos y tostadas con zurrapa de la sierra, y salida para El Castillo de las Guardas, donde nos esperaba un hermosos y soleado paseo.
Dejamos los coches en la zona del Radar meteorológico y emprendimos un sendero circular entre jaras romero y tomillo recogidos ahora en su perfumado silencio. Pronto dimos vista a la mancha azul brillante del pantano del Castillo que rodeamos hasta llegar a una nave, ahora en ruinas, de los tiempos activos de la industria minera, desde allí prolongamos el camino para acercarnos al embarcadero de la reserva de animales, ahora solitario, donde pasamos un rato agradable contemplando a una piara de bonitas cabras blancas de pequeños cuernos con sus cabritillas, tomando el sol o buscando el sustento entre las patas de sus madres.
Retomamos el camino circular entre dehesas de encinas y pardos verdes donde ya han aparecido manchas de blancas margaritas. Dejamos a un lado la aldea de las Minas del Castillo escondida entre árboles y entramos por una cancela en un corredor de alambradas que atraviesa una gran finca, y cerca de la salida encontramos un hermoso y blanco animal echado, nos acercamos con mucha cautela porque de su trasero asomaba una masa blanca  y rosada e interpretamos que la vaca estaba pariendo, pero ¡sorpresa! El animal se levantó con su aspecto manso y nos mostró sus hermosos testículos repletos de semillas de terneros. Nos despedimos de él con ternura y nos fuimos hacia el “Rincón del Asador” a las afueras del pueblo donde Enrique había reservado mesa para comer, lo hicimos en un hermoso comedor que nos traía al interior el verdor de la sierra, y el calor del sol incrementado por un gran fuego de chimenea, la sobremesa se alargó, así que dejamos para otra ocasión la visita cultural que había preparado Enrique.
Con un cielo dorado en el que se recortaba la silueta azulada de la sierra regresamos a Sevilla contentos de haber compartido una vez más sol, naturaleza  y amistad.
Fdo.: Blanca
Andakana Mayor 

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