“Salve reina del Monte, a tus pies rendidos los andakanos
cantan, uniéndose a los pájaros, el viento, y el agua a esa Virgen Morena que
desde su atalaya protege y bendice al pueblo de Cazalla”.
Si, allí estábamos los nueve andakanos que el sábado 9 de
marzo de 2019 salimos nuevamente en tren desde Sevilla para esa sierra morena
llena de rincones con encanto, y ya desde el tren fuimos viendo las jaras donde
como mariposas blancas resplandecientes sus flores llenaban el campo.
La estación ruinosa quedó allí en su abandono y nosotros
emprendimos el sendero del camino del corcho que corre paralelo al río Huezna,
por un bosque de galería lleno de embrujo, con sus plantas trepadoras abrazadas
a los viejos álamos desnudos, sus zarzas, los arbustillos en flor, las praderas
salpicadas de margaritas y botones de oro.
El trino de los pájaros y el susurro del agua repitiendo su
eterna canción…, que cada cual interpreta a su manera, pero que casi siempre
habla de la vida, el paso del tiempo, del alma y su anhelo de eternidad.
Seguimos caminando hasta encontrar el punto de retorno, y ahí
empezó la aventura pues tuvimos que trepar hasta la vía del tren pisando
picudas piedras, o bien saltando de una traviesa a otra, no 100 metros , no, casi 1 km , hasta encontrar un camino
que nos subiría hasta la ermita de Santa María del Monte, y no una subida
cualquiera, sino una bien empinada de tierra seca y resbaladiza, pero no es
propio de los andakanos abandonar los obstáculos, así que arriba, cada uno a su
ritmo fuimos llegando hasta la verja que Juan Manuel saltó para buscar al
santero, y fue la santera la que nos abrió sorprendida. La recompensa fue la
acogida materna de la Sra. Del Monte en su aureola de luz.
El santero nos enseñó el camarín y el vestuario de la Virgen,
con trajes, mantos, coronas y alhajas. Por fortuna tenía el santero un arcón
con cerveza fresquita, y cerveza en mano nos fuimos de picnic a la pradera
vecina y a la sombra de los árboles recuperamos fuerzas para emprender el
regreso, que fue por un camino bastante escabroso donde las zarzas trabaron a más
de uno, haciendo que besara la tierra, también hubo subidas y bajadas, saltos
de vallas, hasta encontrar el puente que nos llevó a u sendero estrecho y
agradable que nos condujo hasta la estación donde nos esperaba nuestro tren, al
que subimos presurosos buscando un descanso.
A la hora prevista el tren nos trajo de regreso a Sevilla,
contentos como siempre de haber disfrutado de un hermoso día primaveral.
¡Hasta el próximo!
Fdo.: Blanca
Andakana Mayor.
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