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lunes, 4 de noviembre de 2019

Inicio de curso 2019-2020. Algar


Los Andakanos veinteañeros hemos comenzado el nuevo curso de caminos; ¿Cuándo? El viernes 25 de octubre. ¿Dónde? En la sierra de Cádiz. ¿Cuántos? 12 más 1. ¿El tiempo? El mejor.
Nos acercamos a una sierra que despuntaba por encima de nubes bajas como anuncio de los tiempos, que nos relajó mucho después de haber dejado Sevilla con un tráfico imposible, finalmente llegamos a Algar, un pueblecito serrano con mucho encanto, y que sería el punto de salida de nuestros senderos. En la plaza de toros nos esperaban dos ediles del ayuntamiento que nos hicieron fotos para el Facebook del pueblo. Recorrimos las calles hasta el ayuntamiento donde después de pedir permiso nos dieron las llaves para entrar en la zona turística del “Tajo del Águila” dentro del parque natural. Visitamos la iglesia con su virgen de Guadalupe, muy venerada y vinculada a la historia migratoria del pueblo.
Llegamos a la cancela para acceder al complejo turístico, y nos encontramos con casitas blancas diseminadas por los montes y en el fondo un remanso de azul y esmeralda serpenteando entre la tierra morena, era el pantano del Guadalcacín, intentamos bajar hasta él por un sendero poco firme, retrocedimos para buscar otro más seguro que encontramos y por donde bajamos hasta el embarcadero. En el recinto encontramos restos de un acueducto romano que llevaba el agua de los manantiales serranos hasta Cádiz.
Al regreso, al intentar abrir el candado para salir del complejo, la llave no quería entrar, pensamos que alguien nos había gastado una broma metiéndole un palito, los hombres intentaron hurgar en el agujerito, pero nada, la llave no entraba. Echamos el alto a un vecino que salía con su coche. Paró y después de intentarlo, dijo que el candado estaba roto, llamó al teniente alcalde que vivía cerca y este revestido de autoridad cortó la cadena y fuimos liberados.
En la plaza del pueblo tomamos café antes de partir para El Bosque donde nos alojamos en Casa Gil, salida para cenar en un bar del pueblo y descanso.
El sábado 26 desayunamos junto al río y salimos para algar donde teníamos prevista hacer la ruta del “Cerro del Gallego”, y para allá nos fuimos, el primer tramo fue por carretera y luego un sendero entre fincas rústicas con ganadería ovina y caprina con sus correspondientes y ruidosos perros. En el camino había muchos cardillos secos y algunas encinas  solitarias en medio de una tierra parduzca y sedienta. El calor apretó, y como el camino no era el más bonito decidimos volvernos, y en algar nos entramos en el primer bar que encontramos para buscar cerveza, y dada la hora optamos por buscar donde comer por allí mismo.
Después de la comida nos fuimos para Zahara de la Sierra, con la idea de disfrutar de sus encanto una vez más, pero no fue posible aparcar y continuamos hacia el puerto de Las Palomas. Subimos al mirador para disfrutar el paisaje y al bajar una familia de Cabras montesas habían bajado a saludarnos y aprovecharon para posar ante una enorme cámara que alguien manejaba escondido detrás de un árbol, seguimos hasta Grazalema donde tampoco pudimos aparcar, algunos compraron dulces y queso, saludamos al toro de cuerda y seguimos para El Bosque. Cenamos los bocadillos del mediodía regados eso sí, con un buen tinto que Enrique Cortes se encargó de comprar.
El domingo 27, desayunamos en El Bosque y desde allí emprendimos uno de los senderos más bonitos de la sierra, “El Majaceite”, con su bosque en galería, sus recónditos rincones donde canta el agua saltando en pequeñas cascadas las piedras milenarias donde Venus dejó prendida su cabellera, cruzamos puentecitos, y mucha gente que como nosotros disfrutaban el camino, en un recodo apareció un pequeño jabalí que por un rato fue la estrella que todos querían fotografiar.
En Benamahoma subimos una gran cuesta para llegar al Bar González donde comimos muy bien los productos del lugar.
Regresamos tempranito a Sevilla contentos una vez más de haber disfrutado de estar juntos y de esa naturaleza que no deja de sorprendernos con colores, formas, olores, sonidos y cielos infinitos, promesa de luz y paz.
Fdo.: Blanca
Andakana Mayor

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