Sábado 25 de febrero de 2023, España norte está vestida de blanco, media España sur está de puente,… y siete andakanos guiados por Enrique dejamos Sevilla, ya bañada por el sol, hacia el pueblo de Corteconcepción donde se nos agregó la Andakana pelirroja, Juana. Dejamos los coches en el lugar más silencioso del pueblo y salimos a los cuatro caminos, donde después de la foto de salida emprendimos un camino circular que tuvo variados aspectos.
Primero caminamos por una calleja
entre muretes de piedra que las plantas de agarre habían vestido de verde, y llegamos a la fuente del Rey donde pasamos
un puente hecho de bloques separados que hasta Loli saltó con valentía, se ve
que el apanique va mejorando, siguiendo el curso del arroyo llegamos a un
bosque de álamos desnudos y suelo tapizado de hojarasca parduzca, que parecía
una isla invernal en medio de los prados verdes. En algunas dehesas encontramos
cerdos tendidos al sol, relajados como los mayores en los balnearios, y también
encontramos unas vacas blancas muy grandotas, uno de sus ternerillos como de
algodón nos miraba con asombro.
Más adelante encontramos el mismo arroyo que
en un cambio de nivel baja en graciosa cascada, llamada de los molinos, ya que
en tiempos pasados movía muchos de ellos que abundaban en la zona.
Seguimos acompañados por el rumor
del agua, en las orillas crecían esas plantas de flores lilas con forma de jazmines
grandes que tanto alegran la vista. Apareció el indicador del mirador de los
molinos y aunque había un desnivel de 80 metros, tiramos para arriba, fue un
regalo al llegar a aquel espacio infinito donde el aire es más puro y la vista
se pierde en el horizonte en el que se dibujaba la silueta de la sierra sobre
un cielo lleno de cúmulos blancos matizados de gris. El embalse de Aracena
pobre en agua, era una pañoleta azul extendida en el verde como un nido de pájaro.
Retomamos el camino esta vez por
un senderito estrecho en la falda de un montículo, hasta que por fin apareció
entre los árboles la espadaña de la iglesia de la Concepción y con ella el
pueblo, en el bar Márquez nos dieron de comer manitas de cerdo y otras cosillas
y como los demás comensales se fueron marchando, aprovechamos una mesa camilla
cerca de la chimenea para tomar el café, que dilatamos con una tertulia
interesante sobre la Vida, ¡nada menos!
Antes de despedirnos Enrique, al
que no se le olvida un punto cultural, nos llevó a los lavaderos del pueblo que
se conservan muy bien. Nos despedimos, contentos una vez más de poder seguir
disfrutando de la vida, como una de las manifestaciones de Dios.
Fdo.: Blanca
Andakana Mayor.
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