A los diez senderistas que realizamos la primera salida del año 2009 nos acompañó el frío durante todo el día. Después de desayunar en El Rocío nos dirigimos hacia el Centro de Visitantes La Rocina situado a poco más de 1 km. de la Aldea, para realizar el Sendero Charco de la Boca que tiene una longitud de 3,5 km. Nada más empezar a andar nos encontramos una típica choza marismeña de las se construían con troncos de eucaliptos, sabinas o pinos y castañuela de la marisma. El camino está preparado íntegramente con una pasarela de madera que hace muy agradable el paseo. Después de atravesar un pinar, llegamos al primer observatorio desde el que nos asomamos al arroyo de La Rocina donde se convierte en el Caño Madre de las Marismas del Rocío, donde el cauce se vuelve ancho y con poca profundidad. Nos sorprendió conocer un ave que para casi todos era la primera vez que nos lo encontrábamos, el Morito común, de gran envergadura. También disfrutamos de la observación de cercetas, garcetas, zampullines y garzas. Después de una buena sesión fotográfica de Joaquín y Justo, continuamos el sendero entrando en varios observatorios más a lo largo del camino, todos ellos construidos al estilo de las chozas rocieras. Atravesamos más espacios de pinares, vegetación palustre con arbolado, matorrales y alcornocales. Una vez que regresamos al punto de partida, tomamos los vehículos y seguimos adentrándonos, 7 km., en la Zona de Protección del Arroyo de la Rocina, hasta llegar al Palacio del Acebrón, en el que está situado otro centro de visitantes del Parque Nacional. El edificio es moderno, de 1961, y se realizó para residencia privada de un hacendado del lugar. Tiene dos plantas y nos ofreció acercarnos a los acontecimientos culturales y etnográficos de Doñana, presentándonos personajes que han habitado estas tierras durante los últimos cien años, su forma de vida y explotación de los recursos para asegurar la supervivencia. Luego desde la azotea-mirador contemplamos el paisaje de la zona. También tuvimos la oportunidad de asistir a una proyección en la sala de audiovisuales sobre Doñana. A continuación iniciamos el Sendero Charco del Acebrón, de una longitud de 1,5 km. y que partía desde allí mismo, también con mucha pasarela de madera. Pasamos por el bosque de ribera con grandes fresnos y sauces, especies trepadoras como la madreselva, parra silvestre o zarzaparrilla. Tras el bosque de ribera apareció un pinar con algún eucalipto aislado que nos indicaba que en su momento hubo plantación abundante de los mismos para utilización industrial. Nos acompañaron posteriormente especies leñosas como espino, romero, lentisco, jaguarzo, aulaga y torvisco que van poco a poco colonizando el territorio. Centenarios árboles de gran porte extienden sus ramas por un espacio umbrío y exuberante. También hemos conocido las “turberas”, en un suelo oscuro y rico en materia orgánica que al descomponerse lentamente forma una espesa capa de humus. Al final del recorrido varios afluentes del arroyo, conocidos como “algaidas” presentaban especies como la cárice, enea y masiega. Por último álamos blancos nos acompañaron hasta el lugar donde teníamos los coches aparcados. Desde aquí nos dirigimos al Rocío para almorzar en un mesón. Al finalizar, visitamos la ermita-santuario de la Virgen del Rocío y después dimos un paseo por los lugares más frecuentados de la aldea, recorriendo las casas de hermandad más antiguas. Tomamos café en Almonte sin que faltasen los clásicos polvorones de Loli y Miguel. Todos manifestamos la agradable experiencia del día e incluso la posibilidad de repetirla en primavera. En fin, más que un día de senderismo, podríamos decir que hemos realizado una bonita excursión, que muchos de nosotros la teníamos en cartera desde hacía tiempo.
Enrique G.M.
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