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sábado, 3 de marzo de 2012

Los Marines - Navahermosa - Talenque. 25-2-2012


La sierra estaba sedienta, los matorrales tristes, buscando es poca humedad que queda entre las piedras, ese era el aspecto que encontramos los andakanos este 25 de febrero de 2012 en nuestro sendero desde Los Marines a Navahermosa, y… ¡bingo! alcanzamos el número de 10, después de dos salidas bajo mínimos. Entre los 10 un nuevo andakano, lo trajeron Loli y Miguel y se llama José Andrés, fue acogido con la sencillez y autenticidad características del grupo.
El recorrido fue comodo entre dehesas de encinas y hermosos alcornoques con sus troncos rojizos y sus brazos abiertos buscando el azul. Llegamos a Navahermosa, un pueblo pequeño con sus casas humildemente blancas sin demasiado encanto, eso si, tienen una bonita iglesia del siglo XVI que después de varias remodelaciones conserva una fachada blanca donde se ha respetado el pórtico y el campanario de ladrillo con símbolos marianos y eucarísticos tallados en ellos. En el suelo la primavera había anticipado una alfombra de margaritas blancas. Era la hora de repostar fuerzas y dos voluntarios fueron a explorar las posibilidades, pero el pueblo no tenía mucho que ofrecer, salvo el “salón social” una especie de almacén con un par de mesas y algunas sillas, eso si, cerveza fresca y mosto del Condado a precios populares. Un grupo de lugareños allí reunidos nos dio la bienvenida a su manera, y nos instalamos allí a nuestras anchas, todos contentos pues comimos y bebimos cómodamente sentados. La siesta fue en el Talenque, un lugar de esparcimiento a medio km del pueblo.
Regresamos por un sendero que no era tal o se había perdido por falta de uso, gracias al Gps atravesamos un campo desnivelado con mucha hojarasca y zarzas hasta que por fin retomamos el camino decente. Una luz dorada iluminaba los contornos quebrados de la sierra, cuando llegamos a Jabuguillo, allí fuimos obsequiados en casa de Paquita y Juan con una exquisita merienda con productos monjiles que sabían a “Gloria” y un anís serrano que te abraza y reconforta. Cuando salimos a los coches una hermosa luna custodiada por Júpiter y Venus, lucia en el cielo, y un sin fin de estrellas nos acompañaron en nuestro regreso a Sevilla. Fue una vez más un día hermoso, vivido en una serena naturaleza y una cálida amistad. Gracias a los “jabuguillanos” por su generosidad, a la vida que aún nos tiene, y a Dios en el que todo Es.
Fdo.: Blanca 

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