La sierra estaba sedienta, los matorrales
tristes, buscando es poca humedad que queda entre las piedras, ese era el
aspecto que encontramos los andakanos este 25 de febrero de 2012 en nuestro
sendero desde Los Marines a Navahermosa, y… ¡bingo! alcanzamos el número de 10,
después de dos salidas bajo mínimos. Entre los 10 un nuevo andakano, lo
trajeron Loli y Miguel y se llama José Andrés, fue acogido con la sencillez y
autenticidad características del grupo.
El recorrido fue comodo entre dehesas de
encinas y hermosos alcornoques con sus troncos rojizos y sus brazos abiertos
buscando el azul. Llegamos a Navahermosa, un pueblo pequeño con sus casas
humildemente blancas sin demasiado encanto, eso si, tienen una bonita iglesia
del siglo XVI que después de varias remodelaciones conserva una fachada blanca
donde se ha respetado el pórtico y el campanario de ladrillo con símbolos marianos
y eucarísticos tallados en ellos. En el suelo la primavera había anticipado una
alfombra de margaritas blancas. Era la hora de repostar fuerzas y dos
voluntarios fueron a explorar las posibilidades, pero el pueblo no tenía mucho
que ofrecer, salvo el “salón social” una especie de almacén con un par de mesas
y algunas sillas, eso si, cerveza fresca y mosto del Condado a precios
populares. Un grupo de lugareños allí reunidos nos dio la bienvenida a su
manera, y nos instalamos allí a nuestras anchas, todos contentos pues comimos y
bebimos cómodamente sentados. La siesta fue en el Talenque, un lugar de
esparcimiento a medio km del pueblo.
Regresamos por un sendero que no era tal o se
había perdido por falta de uso, gracias al Gps atravesamos un campo desnivelado
con mucha hojarasca y zarzas hasta que por fin retomamos el camino decente. Una
luz dorada iluminaba los contornos quebrados de la sierra, cuando llegamos a
Jabuguillo, allí fuimos obsequiados en casa de Paquita y Juan con una exquisita
merienda con productos monjiles que sabían a “Gloria” y un anís serrano que te
abraza y reconforta. Cuando salimos a los coches una hermosa luna custodiada
por Júpiter y Venus, lucia en el cielo, y un sin fin de estrellas nos
acompañaron en nuestro regreso a Sevilla. Fue una vez más un día hermoso,
vivido en una serena naturaleza y una cálida amistad. Gracias a los “jabuguillanos”
por su generosidad, a la vida que aún nos tiene, y a Dios en el que todo Es.
Fdo.: Blanca
No hay comentarios:
Publicar un comentario