Amanece un día espléndido para enfrentarnos al reto del cuarto día por los caminos de esta maravillosa zona de nuestra entrañable Andalucía, como es Las Alpujarras, que ciertamente, aunque no es la primera vez que la pisamos no deja de sorprendernos.
Como es de rigor,
comenzamos la jornada con un abundante desayuno y un poco de charla y nos
preparamos para una ruta que promete dura, pero algo distinta en el sentido de
que no hay que utilizar los vehículos para desplazarnos, ya que empezamos desde
el mismo Bubión, cosa que se agradece porque evitamos tantas curvas.
Nos dirigimos a
la parte baja del pueblo y después de la foto de salida de rigor, recorrimos
algunas calles de la parte antigua o Barrio Bajo, que no conocíamos y que nos
sorprendió agradablemente. En la salida del pueblo para incorporarnos al
sendero que viene de Pampanéira, se recorre un agradable camino con higueras
dando sombra, así como nogales y algún cerezo, bancales y alguna acequia. Y se
observa algún que otro lugareño labrando sus pequeñas huertas, algunas con
manzanos, perales y cerezos, y regando porque lo que no falta es agua.
Iniciamos
un fuerte descenso con tramos de alguna dificultad por lo escarpado del
terreno, aunque para dar sombra no faltaban castaños, algún roble y mucho
matorral. Al final de la bajada del barranco llegamos al Puente del Molino,
junto al que se encontraba descansando una cabra montesa que parecía preñada y
que no se inmutó al vernos; pasado un rato se levantó y continuó su camino.
Descansamos, sonido rugiente de las aguas que bajaban con fuerza, fotos de
recuerdo, cambio de impresiones e inicio de un duro ascenso hacia Capiléira.
La subida a
Capiléira de más de 1,5 kms., aunque bastante exigente, tiene tramos con mucha
sombra debido entre otros a castaños centenarios y variedad de flora, llegamos
al Puente Chiscar, donde hicimos una parada y por fin el hermoso pueblo de
Capiléira. Nos refrescamos en una fuente de agua fresca y cristalina y por
supuesto seguimos refrescándonos, pero esta vez el gaznate. Aquí se
incorporaron Mercedes P. y José Francisco, que no han podido recorrer los
senderos por problemillas de movilidad de este último.
Ya
estaba previsto e íbamos sin los bocatas y nos dimos un homenaje con un opíparo
almuerzo. La sobremesa se alargó bastante porque siempre es agradable
disfrutarla en compañía de buenos amigos.
Como colofón a la jornada tan intensa y teniendo en cuenta el abundante
almuerzo, acordamos cenar solo a base de fruta, cosa que hicimos en la terraza
de algunas de las viviendas, hasta que nos retiramos a descansar.
En esta última cena hubo un pequeño fallo y es que a algunos comensales se les
antojó acompañar la fruta con alguna latita de atún, pero no fue posible porque
los anfitriones no disponían de suficientes latitas (jajaja). Amén.
Fdo.: Loli y Miguel
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