lunes, 28 de junio de 2021

Miércoles 9 de junio de 2021, Las acequias de Mecina-Bombarón

 

Amanece de nuevo para el grupo de senderismo Andakano. 

Estamos en uno de los pueblos más bonitos del imponente Barranco de Poquéira en Las Alpujarras granadinas, espléndido y deslumbrante, con el Mulhacén asomándose mientras ve por donde escurren sus aguas como lágrimas que no volverán.

De entre los tres pueblos que se asoman a dicho barranco, estamos en Bubión, a nuestra derecha e izquierda tenemos Pampanéira por debajo y Capiléira en su parte más alta.

Después de desayunar en compañía de nuestros amigos senderistas, nos dirigimos a Mecina-Bombaron desde el que comenzaremos la Ruta de las Acequias. 

Una vez en el pueblo, buscamos el inicio de la ruta entre sus muy empinadas calles, y llegamos a la plaza donde aparcamos.  El recorrido hasta dicha plaza fue corto por no decir vertical en la que los coches son sometidos a una dura prueba por la falta de costumbre ante cuestas tan duras.

Costó algo de trabajo colocar los coches en la plaza totalmente ocupada. Allí nos encontramos con una señora que a todos nos parecía de avanzada edad, 😖 regando sus preciosas macetas y con la que mantuvimos una conversación sobre sus bonitas plantas y los habitantes del pueblo, escasos según nos explicó; como anécdota me sorprendió que había nacido en la misma casa donde vivía desde hacía más de 80 años. !Entrañable señora¡

Comenzamos el sendero por calles que ponían a prueba nuestra capacidad de avanzar, las cuales y a escasos metros nos puso en la acequia alta, motivo de nuestro recorrido.  

Pronto empezamos a encontrarnos con imponentes y enormes castaños centenarios, encaramados milagrosamente en sus laderas escarpadas y empinadas, las raíces de estos castaños nos explicaban parte de su larga historia, en ellas podemos ver e interpretar a nuestro antojo; caras, demonios, gárgolas y animales o dragones retorcidos, pero de extraña belleza.

La acequia que nos acompañará durante nuestro recorrido estaba sin agua, aunque con señales de haberla contenido, la explicación llegó pronto pues nos encontramos con una cuadrilla de hombres que desbrozaban y arreglaba el tramo por donde pasábamos, habían desviado el agua para poder trabajar. 

El recorrido por esta primera parte era muy bonito y agradable, se prestaba a admirar el lejano paisaje y tomar fotografías tratando de perpetuar esta hermosura en nuestras cámaras... aunque nunca se logra del todo, lo que sí nos llevaremos son las bonitas vistas que nos recordarán el día que estábamos viviendo. Algunos tramos eran de una vegetación y frescor muy agradables que nos sirvieron de descanso y recompensa al esfuerzo. 

A medio camino, encontramos una bifurcación que nos creó algunas dudas, pero al comprobar que las señales que indicaban el camino estaban bien nos hizo tomar la determinación de seguirlo.  

Fue un camino polvoriento, seco, y desprovisto de sombra, hasta que dichas señales nos encaminaron de nuevo a la acequia alta desde donde pretendíamos pasar a la acequia de abajo y no conseguimos. Por allí encontramos algunas casas y explotaciones agrícolas de cierto tamaño entre las que reconocimos guisantes y habichuelas verdes, estaba seguro que el agua de inmejorable calidad no le iba a faltar. El recorrido fue casi todo por el filo de la acequia, la cual por aquella parte nos aportaba su cantarín soniquete. Sentados en el filo de dicha acequia decidimos comer nuestros bocadillos con una buena y cómoda sombra, después algunos decidimos refrescar también nuestros ardientes pies en sus aguas...y doy fe que nos supo a gloria, después del caluroso caminar. 

Por el sendero encontramos unas eras empedradas que se utilizaban para la trilla de los cereales que como sabemos consiste en la separación del grano de la paja que se empleaban para el consumo propio pues en dichos pueblos formaba parte importante de la alimentación con unos hermosos y ricos panes que hacían de forma artesanal y que aprovechaban de mil maneras.

La vuelta no la hicimos por la acequia baja como pretendíamos, pero realmente no lo echamos en falta, pues era un camino precioso, refrescante y variado en su paisaje y arboleda. 

Cuando empezamos a coincidir en lo que habíamos recorrido en la primera parte ya corría de nuevo el agua por ello fue algo distinto y natural. 

Entre la vegetación casi de improviso aparecieron las casas y los peculiares terraos con sus típicas chimeneas, que nos indican que el sendero había terminado. 

Un nuevo y bonito día para recordar.

Fdo.: Joaquín y María

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