El
sábado 11 de enero de 2014, seis andakanos emprendimos ruta con cielos poco
estables, nuestro querido Joaquín cumplía 66 y nos invitó a desayunar en
Algodonales. Deseamos cumpla muchos más entre nosotros.
Del
abanico de senderos que ofrece la serranía rondeña, nuestro guía eligió
precisamente ese, el Tajo del Abanico, los coches quedaron a las afueras de
Ronda y comenzamos a andar por una pista cementada hasta llegar al sendero de
tierra ya entre matorrales, algunos trozos estaban empedrados que dicen ser
“calzada romana”¿? Donde nuestras huellas se unieron a tantas otras que por
allí pisaron a lo largo de su historia.
Nuestros
sentidos pudieron disfrutar de una rica vegetación, allí estaba el zumaque, nostálgico
del tiempo en que tanto lo apreciaban los curtidores de pieles, y estaban
también la jara, las adelfas, las aulagas, poniendo una nota de color con sus
diminutas flores amarillas, y los lentiscos que en esa zona se hacen grandes
como árboles, de hecho, buscamos un lentisco arbóreo centenario pero no supimos
encontrarlo. La humilde mejorana envolvía con su aroma nuestro caminar, y de
fondo el alegre piar de los saltarines gorriones y el balido de las corderas,
llamando a su lado a sus crías recién paridas, con este ambiente bucólico
fuimos bajando hasta encontrar un torreón en buen estado, adosado a una
construcción derruida que parece ser servía como refugio en caso de conflicto
entre moros y cristianos. Más abajo aparecieron esas paredes poderosas de roca
arenisca que se dilatan por el recorrido de un riachuelo, ahora sin agua pero con
señales de llevar buen caudal cuando llueve, a ese nivel encontramos la cueva
de los murciélagos con alguna primicia en su techo de futuras estalactitas,
había por allí un cabrero con medio centenar de cabras, que ramoneaban entre
los peñascos, otra estampa bucólica cada vez más difícil de ver. Como el nombre
del tajo hace pensar que entre las caprichosas formas de las paredes se
escondía la forma de un abanico, nos afanamos en encontrarlo, algunos ayudados
por la fantasía encontraron hasta 4, pero abanico, abanico, tendremos que
volver para seguir buscándolo.
Terminado
el sendero nos fuimos con los coches a la ermita rupestre de Nuestra Señora de la Cabeza , esta está excavada
en la roca y en su fue habitada por ermitaños, hoy sirve para la romería.
Frente
a la ermita, al otro lado del valle donde hay varios caseríos y tierras de
cultivadas teníamos la “hermosa serrana” herida por su tajo y sus casas
esparcidas por la cornisa rocosa. Después de tomar nuestro picnic y con un
cielo cada vez más despejado y hermoso nos fuimos a pasear por la ciudad, donde
el sol tuvo la gentileza de acompañarnos haciendo el paseo aún más agradable.
Ronda
es una ciudad única cada vez que vuelves a ella le encuentras más encanto.
Como
novedad encontramos en un muro una Ronda atrapada en cerámica y varios
comentarios de personajes que pasaron por allí y dijeron frases elogiosas sobre
ella, el enclave se llama “Ronda y los viajeros románticos”, y con esa admiración
renovada por la bella Ronda, regresamos a Sevilla cuando la luz del sol en su
ocaso relucía detrás de las nubes grises que teniamos al poniente. Paz a todos
para 2014 y a ver si nos animamos.
Firmado
Blanca
Andakana
Mayor
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