En
Madrid una adolescente sueca ha movido las conciencias, y ha reunido a los
mandatarios de las naciones en una cumbre sobre el cambio climático, en Sevilla
ángeles de luz anuncian con sus trompetas que la Navidad está cercana, y por la
carretera de la sierra de Aracena 12 andakanos se dirigen hacia Encinasola para
celebrar esta vez, la cena navideña, y los 20 años del grupo. Nos dirigimos al país
vecino, Portugal, y en el pueblo fronterizo de Barrancos dejamos los coches
para irnos a senderear por la ruta de los “contrabandistas”, que atravesaban
los montes con sus mercancías a cuestas, para ganarse así un pan “mu sudao”.
El
cielo estaba gris con algunos girones de luz, y el paisaje de encinas y
alcornoques, también parecía grisáceo y hostil, hacia medio camino el río
Múrtiga nos cortó el paso, y no es que trajera mucha agua, pero no nos
atrevimos a cruzarlo a pie, entonces decidimos subir a la carretera monte a
través y caminar luego unos kilómetros por el asfalto y buscar de nuevo su
curso.
Por
esos montes que los contrabandistas cruzaban a su antojo, los nuevos dueños han
puesto alambradas y vallas con cerrojos y hasta con un extraño candado. Ante estos
obstáculos no nos amilanamos como en el río y bien por arriba o bien por abajo
salvamos los impedimentos y seguimos camino, algunas reconfortadas con el
abrazo masculino recibido a cuerpo entero.
Una
llovizna fina nos acompañó en carretera, y el grupo cambió de color sacamos
impermeables.
Retomamos
el camino serrano, y algunos claros en el cielo vistieron de infinitos tonos de
verde el paisaje, y en el horizonte las siluetas azules de la sierra se
hicieron más cercanas. Comimos el bocadillo junto al río, sentados en húmedas piedras,
y continuamos la marcha por los montes donde el aire nos trajo balidos de
ovejas que salían de sus cercaos en busca de la merienda, después de 17 kilómetros
de marcha llegamos a Encinasola donde El Rincón del Abade nos dio cobijo.
La
celebración navideña la iniciamos a las 21 horas, tras la cena hubo reparto de
las camisetas conmemorativas de los veinte años del grupo, se entregó la foto de senderistas del año, esta vez le
correspondió a Concha y Damián, hubo palabras emotivas de Encarnita evocando a
los ausentes, un menú degustación, muy acertado, pequeña dosis de villancicos,
y el conjuro, esta vez con estribillo para el coro, de la queimada que con
tanta seriedad y cariño nos prepara José Francisco, con la que cerramos la
noche.
El
domingo, 15 de diciembre, nos dimos cita a las 9 horas para el desayuno,
saldadas las cuentas nos fuimos en los coches a buscar el Parque de Naturaleza
Noudar, en el país vecino, llegamos a los pies del castillo del mismo nombre
donde dejamos los coches, y vimos descender un chorro de ciclistas a la
velocidad del Ave.
Subimos
al castillo, que tiene un gran perímetro de muralla, y que más que función de
castillo era un lugar de refugio de los lugareños al abrigo de su señor que
había conquistado el sitio a los árabes al principio del siglo XII, detrás del
castillo comenzaba el sendero entre bosques de encinas, con matorrales de
lentisco, jaras y abundantes espárragos de los cuales nos comimos con gusto sus
tiernos retoños. Las vistas eran muy hermosas, ya que había más luz que el día
anterior, y los verdes lucían más vivos, y abajo se abría paso el curso
plateado del río, al cual nos acercamos para contemplar el abrazo del Múrtiga y
el Ardila para buscar juntos al Guadiana. Al regreso, la subida hacia el
castillo se nos hizo más pesada, pero en las inmediaciones de los ríos una
manada de caballos salvajes nos alegró el ánimo con sus figuras gráciles y sus
colas al viento, de hecho, todo el parque de naturaleza está lleno de vida
animal, encontramos rebaños de ovejas, camadas de cerdos, rebaños de vacas con
sus terneros colgados de sus ubres y como colofón los caballos.
Temíamos
no llegar con tiempo para comer en Portugal, pero en Barrancos el camarero del
restaurante “El Mirador” pronto nos montó la mesa y nos sirvió sus bacalaos y
todo lo demás, terminamos con chupitos, atención de la casa, y nos fuimos
calentitos a los coches, cambiamos de carretera para la vuelta, y pasamos por
los pueblos de la rivera del Cala con sus iglesias iluminadas y sus adornos
navideños. Un año más, y ya son 20, los andakanos celebramos la cena navideña,
los ausentes también estuvieron presentes. Que todos disfrutemos estos días con
salud, Alegría y Paz.
Firmado:
Blanca
Andakana
Mayor.
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