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martes, 4 de mayo de 2021

Subida al mirador del Pico de la Capitana, 24-4-2021

En el estadio de la Cartuja se está celebrando la liga vacuna contra el cobid 19, mientras los sevillanos más feriantes celebran su feria no feria de abril con forzado entusiasmo, y los amantes de la naturaleza nos vamos a alimentar el espíritu con el esplendor floral de este mes de abril.

Salimos por la nacional que atraviesa los pueblos ribereños del Guadalquivir con sus huertos de naranjales y sus avenidas de palmeras hasta llegar al último pueblo de la Sierra Norte, Guadalcanal, allí dejamos los coches y emprendimos un camino ascendente hacia la cumbre de la Capitana.

A las múltiples flores, florecillas, arbustos y arboles en flor se han unido esta vez las amapolas con su tallo cimbreante, sus ojos negros y su color de sangre, y también algunas plantas de peonias con su belleza efímera y su color de pasión.

Hacia viento, lo que hacia pasearse a las nubes grises que dejaban claros de azul y a veces sol. Cuando llegamos a la cumbre encontramos el punto geodésico que tenéis en las fotos, también había allí una cabaña circular hecha de piedra sin masa de unión al estilo romano que servía de abrigo a los pastores y que se llamaban torrucas, pero lo más impresionante del mirador eran las vistas a un lado teníamos las ondulaciones de la Sierra Norte con infinitos matices de grises y azules, y por el otro las planicies extremeñas con sus campos de cultivo y sus vidas ocultas. Bajamos un poco para resguardarnos del viento que allí confluye desde varios puntos lo que le dio el nombre de Sierra de los Vientos. Comimos, pero sin siesta ya que el agua parecía acercarse.

 Ya en el pueblo hicimos visita guiada por nuestro Andakano cultural Enrique G, entramos en la parroquia donde se encontraba Nuestra Señora de Guaditoca, hermosísima en su altar de reina, muy adornada con luces y flores pues era el día que tocaba en tiempos normales el bajarla en romería desde su santuario en la sierra. Un hermano cofrade que allí se encontraba nos explicó la historia de la Virgen y de su iglesia y Santuario, e hizo resaltar las imágenes procesionales de grandes escultores del pasado y la pila bautismal del siglo XIV. Nosotros recuperamos la vieja costumbre de cantar la salve.

Enrique nos contó como un lugareño del siglo XVI dio el nombre de Guadalcanal a una isla perdida del Pacifico y otro recibió del rey Don Juan Carlos I el marquesado de Guadalcanal, hechos todos muy interesantes.

Tomamos café en la plaza del pueblo y allí nos despedimos cargados de la energía y la paz que se desprende de una naturaleza prodigiosa con los que podemos alimentar nuestras almas.

Fdo.: Blanca

Andakana Mayor 

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