Amanece de nuevo para el grupo de
senderismo Andakano.
Estamos en uno de los pueblos
más bonitos del imponente Barranco de Poquéira en Las Alpujarras
granadinas, espléndido y deslumbrante, con el Mulhacén asomándose
mientras ve por donde escurren sus aguas como lágrimas que no volverán.
De entre los tres pueblos que se
asoman a dicho barranco, estamos en Bubión, a nuestra derecha e izquierda
tenemos Pampanéira por debajo y Capiléira en su parte más alta.
Después de desayunar en compañía
de nuestros amigos senderistas, nos dirigimos a Mecina-Bombaron desde el
que comenzaremos la Ruta de las Acequias.
Una vez en el pueblo, buscamos el
inicio de la ruta entre sus muy empinadas calles, y llegamos a la plaza donde
aparcamos. El recorrido hasta dicha plaza fue corto por no decir vertical
en la que los coches son sometidos a una dura prueba por la falta de costumbre
ante cuestas tan duras.
Costó algo de trabajo colocar los
coches en la plaza totalmente ocupada. Allí nos encontramos con una señora que
a todos nos parecía de avanzada edad, 😖 regando sus preciosas macetas y con la que mantuvimos una
conversación sobre sus bonitas plantas y los habitantes del pueblo,
escasos según nos explicó; como anécdota me sorprendió que
había nacido en la misma casa donde vivía desde hacía más de 80 años.
!Entrañable señora¡
Comenzamos el sendero por
calles que ponían a prueba nuestra capacidad de avanzar, las cuales y a escasos
metros nos puso en la acequia alta, motivo de nuestro recorrido.
Pronto empezamos a encontrarnos
con imponentes y enormes castaños centenarios, encaramados milagrosamente
en sus laderas escarpadas y empinadas, las raíces de estos castaños nos
explicaban parte de su larga historia, en ellas podemos ver e interpretar
a nuestro antojo; caras, demonios, gárgolas y animales o dragones retorcidos,
pero de extraña belleza.
La acequia que nos
acompañará durante nuestro recorrido estaba sin agua, aunque con señales
de haberla contenido, la explicación llegó pronto pues nos encontramos con una
cuadrilla de hombres que desbrozaban y arreglaba el tramo por donde pasábamos,
habían desviado el agua para poder trabajar.
El recorrido por esta primera
parte era muy bonito y agradable, se prestaba a admirar el lejano paisaje y
tomar fotografías tratando de perpetuar esta hermosura en nuestras cámaras...
aunque nunca se logra del todo, lo que sí nos llevaremos son las bonitas vistas
que nos recordarán el día que estábamos viviendo. Algunos tramos eran de una vegetación
y frescor muy agradables que nos sirvieron de descanso y recompensa al
esfuerzo.
A medio camino, encontramos una
bifurcación que nos creó algunas dudas, pero al comprobar que las
señales que indicaban el camino estaban bien nos hizo tomar la determinación de
seguirlo.
Fue un camino polvoriento, seco,
y desprovisto de sombra, hasta que dichas señales nos encaminaron de nuevo a la
acequia alta desde donde pretendíamos pasar a la acequia de abajo y no
conseguimos. Por allí encontramos algunas casas y explotaciones agrícolas
de cierto tamaño entre las que reconocimos guisantes y habichuelas verdes,
estaba seguro que el agua de inmejorable calidad no le iba a faltar. El
recorrido fue casi todo por el filo de la acequia, la cual por aquella parte nos
aportaba su cantarín soniquete. Sentados en el filo de dicha acequia decidimos
comer nuestros bocadillos con una buena y cómoda sombra,
después algunos decidimos refrescar también nuestros ardientes pies
en sus aguas...y doy fe que nos supo a gloria, después del caluroso
caminar.
Por el sendero encontramos unas
eras empedradas que se utilizaban para la trilla de los cereales que como
sabemos consiste en la separación del grano de la paja que se empleaban
para el consumo propio pues en dichos pueblos formaba parte importante de la
alimentación con unos hermosos y ricos panes que hacían de forma artesanal
y que aprovechaban de mil maneras.
La vuelta no la hicimos por la
acequia baja como pretendíamos, pero realmente no lo echamos en falta, pues era
un camino precioso, refrescante y variado en su paisaje y arboleda.
Cuando empezamos a coincidir en
lo que habíamos recorrido en la primera parte ya corría de nuevo el agua
por ello fue algo distinto y natural.
Entre la vegetación casi de
improviso aparecieron las casas y los peculiares terraos con sus
típicas chimeneas, que nos indican que el sendero
había terminado.
Un nuevo y bonito día para
recordar.
Fdo.: Joaquín y María
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