viernes, 15 de enero de 2010

El Pinsapar de Grazalema. 9-1-2010

Al reducido grupo de Andakanos se agregaron otros 5 amantes de la Naturaleza, amigos de las decanas, para realizar una ruta “10”, la primera de este año recién nacido. Con una mañana limpia y luminosa nos pusimos en marcha hacia El Bosque, para recoger el permiso de visita y desayunar.
El paisaje nos fue deleitando con sus colinas verdes donde el agua recién caída dibujaba surcos buscando su cauce, pronto divisamos las siluetas azuladas de la sierra y en los valles esos mares de nubes blancas y ligeras que nos transportan al origen del universo cuando todo estaba incontaminado.
En Benamahoma dejamos uno de los coches y nos acoplamos en los otros dos hasta cerca de Grazalema donde empezamos la ruta,…esa ruta “10” por si misma, le agregamos dos puntos más ya que la nieve la había vestido de hada, era la ruta del pinsapar para la que Justo había pedido el permiso de visita un mes antes. El cielo y la tierra se confabularon para que los amantes de la Naturaleza pasaran un día inolvidable.
Empezamos el ascenso abrigados hasta los ojos, dado las previsiones meteorológicas, pero pronto entramos en calor y fuimos quitándonos capas, el sol nos acompañó en todo momento. Cuando llegamos al Puerto de las Cumbres y giramos a la cara norte, el frío nos acogió con un cariñoso abrazo junto a una magnifica vista del bosque del pinsapar y la figura poderosa del San Cristóbal. Poco a poco nos fuimos adentrando en el bosque de pinsapos envueltos en su silencio milenario, los pinsapitos vestidos de blanco formaban con sus ramas una danza de estrellas enlazadas, y los ancianos derrotados por el tiempo yacían sin vida formando extrañas figuras zoomórficas que la nieve retenida en sus ramas y huecos hacia resaltar. Así ensimismados o recogiendo imágenes con las cámaras recorrimos el pinsapar y salimos a la pista que desciende hasta Benamahoma acompañados por el cantar del agua que descendía alegre entre las piedras, dispuesta a recomenzar su ciclo. No le faltaba encanto a esta segunda parte del sendero, al resguardo de la cadena rocosa del Torreón, los verdes en sus múltiples matices se iluminaban con el dorado de los robles que el sol de la tarde hacía resaltar, y tampoco faltó la alegre nota del espino albar con sus bolitas rojas y las vacas rojizas con sus terneros pastando en los prados. Saludamos al río Benamahoma en su cuna y al entrar en el pueblo un mosaico en la pared nos recordó que allá por el siglo XIX el romántico ingles Richard Ford recorrió esos parajes, quedando tan impresionado por su belleza que dio su apoyo para que se reconociera el pinsapar como primer parque natural de España.
En torno a un café reforzamos los lazos de amistad que nos unen recordando a los ausentes con cariño, y deseando que la energía recibida y la vivencia de ese hermoso día nos acompañen en el caminar del día a día.
Fdo.: Blanca