lunes, 12 de noviembre de 2018

Real de la Jara a la ribera del Cala y regreso. 3-11-2018

El paisaje era de lo más bucólico, un castillo medieval coronando una colina verde de pastos donde se descolgaban algunos caballos blancos por sus laderas, el cielo era azul en el que se paseaban algunos cúmulos, y al pie de la colina las primeras casas del pueblo, sin faltar la iglesia con su torre, y una buganvilla derramada sobre el muro blanco de una casa para que no faltara una nota de color, y para completar este cuadro allí estábamos 9 andakanos para hacer un sendero a la Ribera del Cala.
Salimos del pueblo por una vieja carretera que discurre entre dehesas silenciosas donde pastaban rebaños de vacas, hasta llegar a un punto donde dejamos la carretera y seguimos por un sendero que acompaña al río Cala que corre silencioso y oscuro entre cañaverales rojizos en sus orillas, como rojizo era el pelaje de las vacas que allí pastaban, una de estas vacas con su cencerro al cuello nos esperó debajo de una encina para hacerse la foto, ¡muy coqueta ella! En un recodo del río encontramos el centro de interpretación del parque, pero estaba cerrado y no pudimos verlo, seguimos por un área recreativa con sus columpios, mesas y barbacoas donde la gente puede pasar un buen día de campo.
Llegamos a un portalón que abrimos y cerramos después de pasar, y entramos en un sendero que atraviesa dehesas privadas donde los cerdos se preparan gozosos para que un día los humanos podamos gozar de su sabrosa carne.
La ruta fue cómoda y circular pero al final teníamos ganas de ver la silueta del pueblo que por fin apareció. Nos fuimos a comer a “la Cochera”, no fue la mejor comida pero la disfrutamos igualmente, y una vez repuestas las energías nos animamos a subir al castillo, que estaba muy acondicionado para eventos culturales. Desde sus almenas divisamos los campos y las colinas dibujadas en el horizonte y el pueblo blanco derramado a sus pies.
Regresamos a los coches y nos despedimos hasta la próxima, contentos y agradecidos por haber disfrutado un día más del silencio de las dehesas, de la amistad compartida y del sol generoso que nos acompañó.
Fdo.: Blanca
Andakana Mayor 

miércoles, 31 de octubre de 2018

Sendero de los Castañares, Constantina. 27 de octubre de 2018.


En el cielo de un atardeces otoñal lleno de matices, se dibujaba la silueta del campanario de una blanca ermita, desde el jardín que la circunda se oían voces de una salve que saludaban a la madre universal, erguida en sus andas con su cara morena y su cuerpo envuelto en una saya negra pronta a bajar al pueblo para llorar con el por sus hijos muertos. Era la Virgen Nuestra Sra. de Robledo y las voces eran de los 13 andakanos que habíamos terminado la tarde en ese hermoso lugar después de haber disfrutado de un precioso día de cielos y paisajes cambiantes en la sierra Norte de Sevilla, repitiendo el sendero que hacía 15 años habíamos hecho casi en la misma fecha.
Fue una ruta circular que parte de Constantina y atraviesa bosques de castaños asilvestrados, que ya habían alfombrado el sendero con sus hojas y frutos. Al salir del bosque de castaños nos sorprendió una vista dilatada de la sierra donde el sol había abierto una brecha en la nubes para mostrarnos la silueta luminosa de la sierra en el horizonte, y más adelante nos sorprendió una cascada de colores rojizos que una parra silvestre había formado encerrando en su abrazo piedras, cables y árboles, algunas niñas del grupo quisimos sentir ese abrazo y ahí está la foto para la posteridad.
Al final del sendero subimos al castillo de Constantina, o lo que queda de él, que se reduce a un muro roto de la plaza de armas y dos paredes semi derruidas, pero que el pueblo no quiere perder ya que forma parte de la “Banda Gallega”, denominada así porque esa zona se repobló con gallegos y leoneses tras la expulsión de los musulmanes.
Y para “cambiar de tercio” nos fuimos al restaurante así llamado para degustar variados y ricos platos.
Desde allí nos fuimos a la ermita de Nuestra Señora de Robledo, patrona del pueblo, y con la energía que emana de aquel lugar nos despedimos hasta el próximo encuentro que será muy pronto.
Fdo.: Blanca
Andakana Mayor

sábado, 20 de octubre de 2018

Inicio de curso 2018-19 en Higuera de la Sierra


El 13 de octubre de 2018, los andakanos se dispusieron para su primera salida del nuevo curso, con un cielo despejado y temperatura agradable, del punto de encuentro salimos 15, incluido nuestro andakano guía que con e tesón que le es propio lleva viento en popa su rehabilitación, a la que echamos de menos fue a Encarnita (alma del grupo) que por una molestia inoportuna no nos pudo acompañar.
Después del desayuno en “el Juanito” seguimos hasta Higuera de la Sierra, desde donde empezamos el sendero por una pista asfaltada que atraviesa dehesas de encinas, alcornoques, olivos y algunas higueras de las que hace referencia el nombre del pueblo. En algunas fincas por las que pasamos, en vez de cerdos había bonitos caballos que nos miraban curiosos al pasar, también vimos 2 burros de curioso pelaje, de manchas blancas y negras, parecidas a las de algunas vacas lecheras.
Con algunas paradas para contemplar los hermosos paisajes que nos ofrecía la sierra, llegamos hasta el camino de Las Tobas, que son formaciones rocosas modeladas al filtrase el agua por el suelo calizo, que le da un aspecto y colorido especial, y ¡sorpresa! En un recodo del camino en una especie de cueva formada por estas Tobas se encuentra una Virgen de Lourdes que un escultor del pueblo hizo para que desde esa atalaya custodiara a sus hijos. La Virgen está rodeada de una exuberante vegetación y todos disfrutamos de ese remanso de frescura y paz.
Por el mismo sendero regresamos a Higuera y en la primera Cruz recuperamos a Justo que había hecho un trecho del camino en solitario.
Para hacer más completa esta salida, Enrique había concertado una visita al museo de las destilerías “Martes Santos” que desde 1870 tiene su sede en el pueblo en una casa del siglo XX obra atribuida a Aníbal González, aunque según los entendidos la posterior restauración no ha sido muy fiel.
Una joven de la quinta generación del fundador nos enseñó con orgullo y sensibilidad los tesoros del museo, empezó por los huertos ecológicos que tienen detrás de la casa con plantaciones aromáticas de las que se encuentran en la sierra y que te embriagan solo con su olor, después pasamos a las salas donde tienen expuestos los alambiques, serpentinas calderas barricas y demás utensilios que emplearon para destilar los primeros anises, hoy en día tienen más de 30 variedades de destilados, premiados con certificados de calidad y premios varios, hasta una medalla de oro que junto con fotos antiguas se exponen en las paredes del museo.
El tiempo se nos fue, y tuvimos que dejar la degustación de los productos para después de la comida que también estaba concertada en el restaurante Jacaranda, donde también se nos unieron Paquita y Juan, a los postres de esa comida serrana para sorpresa  de ella , fue homenajeada nuestra segunda octogenaria del grupo, Mercedes, aunque con algo de retraso por las circunstancias que todos sabemos, fue así mismo entrañable, Las jóvenes del grupo le entregaron un paquete que contenía una prenda glamorosa y cálida que ella paseó con gracia por el comedor. La prenda entregada viene a ser el símbolo de la cálida amistad del grupo hacia ella.
Y volvimos al museo para degustar los productos, todos exquisitos, cada cual compró lo que quiso y nos despedimos contentos de haber disfrutado de un día tan hermoso, amistad y naturaleza, valores que tenemos que custodiar para que la humanidad siga conservando su esencia dentro de la vorágine de las nuevas tendencias, y las generaciones futuras puedan seguir disfrutando de días como ese que tuvimos los andakanos en la primera salida del curso 2018-19.
Fdo.: Blanca
Andakana Mayor

miércoles, 22 de agosto de 2018

Fin de curso en Babia, 11 al 17 de junio de 2018.


A las puertas del verano, estación propicia para las amistades efímeras en el mundo juvenil, es el momento oportuno para los Andakanos de enraizar esa amistad que nos une hace ya casi 20 años, con la salida de Fin de curso, este año hemos escogido la región de Babia y Luna, al norte de León.
Salimos el lunes 11 en dos vehículos, la autocaravana  de Justo con 6 Andakanos, y el coche de Enrique con 5. Nos fuimos por la autovía de la Plata, que atraviesa paisajes serenos de dehesas de encinas, nubes, vacas y retamas en flor.
En una de las paradas que hicimos vimos que estábamos muy cerca de Cáparra y  aunque ya la conocíamos, nos hizo ilusión ver de nuevo ese arco tetrapilo del siglo I antes de Cristo, testimonio del legado romano que resiste el paso del tiempo. Pasado León apareció ante nosotros el precioso rincón que alberga el pantano de Barrios de Luna, con su puente colgante y sus abundantes aguas, hace años que no se veía así de lleno, una vez rebasado este entramos en el valle de Babia, uno de los que conforman la comarca de Cuatro Valles, entre los montes de León, con sus pueblecitos apoyados en las laderas, llegamos a las 20 horas a la Casona de Babia en el pueblo de San Emiliano, donde fuimos acogidos con amabilidad por los dueños en la que sería nuestra casa durante unos días.
El Martes 12 anunciaban agua todo el día, así que decidimos irnos a León de visita cultural, dejamos los coches en un parking céntrico y nos fuimos a la Catedral para recordar su belleza de luz y piedra, esta vez con audio guía, que nos iban contando su historia, a continuación nos fuimos a San Isidoro, románico con agregado gótico en el cabecero, no fue posible visitar la cripta, la Sixtina del románico, así que nos fuimos paseando por las calles admirando la casa de los Botines, de Gaudí y el palacio antiguo, que alberga la Diputación, donde entramos a ver su patio neoclásico, seguimos hacia la plaza Mayor con sus soportales y su ayuntamiento viejo con elementos barrocos, desde allí nos pasamos al barrio Húmedo, donde tomamos unos pinchos en la zona más animada.
Dirigimos nuestros pasos hacia el parador nacional de San Marcos, que nos lo encontramos cerrado por obras, a cambio pudimos entrar en la iglesia adjunta, gótico tardío con precioso retablo.
Paseamos por la avenida principal, la de Ordoño II y nos fuimos para los coches donde nos llevamos la sorpresa de una multa por pasar se de la hora, multa pagada y regreso a casa por la autovía de peaje donde un nomo dentro de una maquina le riño a Enrique que quería meter su tarjeta por donde no debía y ese ¡Que no la meta! Nos proporcionó risas para el resto del viaje.
 El miércoles 13 nos fuimos hacia la alta Babia por una preciosa carretera entre chopos alisos, pinos y prados verdes donde pastaban vacas con sus terneros, pasamos por varios pueblos con sus casas de piedra gris y su pequeña iglesia con pórtico y espadaña. Dejamos los coches en La Cueta, el pueblo más alto de la zona y desde allí comenzamos el sendero de “las fuentes del Sil”, el sendero completo era demasiado largo y Justo pensó que iríamos solo hasta la primera fuente la “Fuentona de Bocanegra”, una cascada que surge con fuerza de la  montaña por una boca o agujero negro y desciende por la ladera hasta encontrarse con el río Sil, allí dejamos a 3 andakanos y los demás seguimos para subir hasta un collado donde había neveros.
Los prados estaban sembrados de múltiples flores, algunas autóctonas como las orquídeas moradas y blancas, la genista tintaba las laderas de amarillo y el brezo de morado formando un paisaje mágico que nos llevó a estar un rato en silencio impregnándonos de la energía del lugar. Ensimismada con tanta belleza Juana piso una caca de vaca, resbaló y se sentó en ella embadurnando su trasero con el mejor de los olores. Compró lotería por si acaso…
Comimos sentados en la pared de piedra de una linde, amparados por un rayito de sol y continuamos hacia el pueblo para rescatar a los tres que habíamos dejado, ellos se habían instalado en la terraza de un bar junto a un curso de agua y Estrella, la simpática cantinera le había servido viandas del lugar. Nosotros nos unimos para tomar café y escuchar a la señora y a su simpático nieto Mateo y finalmente regresamos a San Emiliano.
El jueves 14 nos vamos de Babia por una bonita carretera de montaña buscando las cuevas de Valporquero, una maravilla de la naturaleza escondida en el vientre de una montaña que un pastos encontró por casualidad en el siglo pasado y que poco a poco se han abierto al público 7 hermosas salas con variedad de figuras colgadas de los techos y sembradas en el suelo, columnas y banderas con coloridos y formas diversas. El río que atraviesa la cueva y que fue el responsable de tal maravilla corre abundantes este año lluvioso, manteniendo las cascadas y los lagos que estas forman.
Antes de entrar con un guía en las cuevas tuvimos tiempo de recorrer un trozo de la ruta de Exokaer que gira entorno de la montaña con varios puntos de interés, subimos hasta la cascada de los osos a través de un bosquecillo de avellanos y praderas de bonitas flores, desde allí divisamos una montaña rosada cubierta de brezo en flor.
Después del recorrido por la cueva que duró 90 minutos, buscamos cobijo de unos árboles para con lo que llevaba cada uno y lo que agregó Encarnita del fondo de la autocaravana compartir una comida de retales muy satisfactoria. Subimos con la ilusión de un café hasta la Atalaya, pero la cafetería estaba cerrada, como la bandera de España ondeaba en la cima, algunos se arrancaron con el himno a sus colores, lo que Encarnita aprovechó para grabar en video que quedará para la posteridad. Buscamos el café en el pueblo vecino y también estaba cerrado, seguimos hasta los Carmenes donde si encontramos una cafetería y pasamos un rato agradable a la sombra de un aliso, de allí pasamos a las hoces de Vegacervera donde el río Torio se encajona entre dos paredes rocosas de una belleza salvaje durante 5 kms, en un ensanche bajamos de los coches para hacer fotos y disfrutar mejor del paisaje. Llegamos a San Emiliano con sus montes protectores y sus nidos de cigüeñas, que son como sus señas de identidad, rica cena y a la cama.
El viernes 15 nos vamos para Asturias, desde Torrestrio hasta el alto de la Farrapona subimos con los coches por una carretera llena de baches y empinada donde para colmo nos encontramos con un grupo de ciclistas  que subían, la autocaravana se acopló a su ritmo, y los del coche subieron por delante hasta el alto para esperarlos y animarlos, el alto de 1704 metros estaba tan envuelto en nubes que apenas se veía. Por fin empezamos a bajar hacia los lagos de Saliencia en el principado de Asturias y las nubes fueron pasando dejando ante nuestra vista unos paisajes grandiosos, un cerco de montañas grises dibujando en el cielo sus picos y sus huecos cargados de nieve rodeando un lago glacial que más bien parecía un cráter de un volcán. Era el primero de los lagos, “el de la cueva” por una boca de mina que hay en su orilla, allí pasamos un buen rato haciéndonos fotos con los ciclistas que también llegaron al sitio, luego tomamos un senderito estrecho a media ladera que rodea todo el lago y que después de una subida considerable nos llevó al segundo lago “el Calabazazo”, algo mayor que el anterior, por el lateral norte de este bajaba una cascada desde los neveros que se perdía en el lago y que nosotros teníamos que saltar para seguir camino, se buscó el sitio más oportuno para el paso y los andakanos, como siempre dimos la talla saltando a un atolladero empantanado, era difícil de salir pero lo logramos y alcanzamos el tercer lago, “el Cerveriz”, allí buscamos un rincón pedregoso al resguardo del viento para comer mientras las nubes bajaban de nuevo hacia el lago.
Tomamos el camino de retorno al alto de de la Farrapona donde teníamos los coches, como broche de oro de un día tan completo nos fuimos por una carretera que atraviesa el parque nacional de Somiedo que discurre entre bosques muy verdes y espesos y paredes rocosas de gran belleza, fueron 20 kms de gozada hasta llegar a Pola de Somiedo donde tomamos café y disfrutamos de las bonitas vistas del pueblo que se veían desde los ventanales del restaurante cuyo dueño nos dijo como en pocos años la vida agrícola había sido reemplazada por el turismo en más del 50%, volvimos a Castilla-León por el puerto de Somiedo. Cena en la Casona de San Emiliano.  
El sábado 16 nos tocaba la laguna de “Las Verdes”, para ello nos dirigimos al pueblo de Torre de Babia, donde dejamos los coches y emprendimos una subida por los montes de León donde las piedras grises afloran mezclándose con los amarillos de retama y genista. Alos 5 kms de camino encontramos un valle cerrado donde había refugios de montaña pero no estaba el lago, tuvimos que seguir subiendo por un camino estrecho con precipicio lateral donde Loli superó su apanicamiento a la fuerza como ella dice, llegamos por fin a un circo de montañas grises cargadas de neveros que van soltando agua que rompe los prados del valle con su espuma blanca cual serpiente emplumada, la singularidad de este lago que más bien es un chagüeso o charco por su poca profundidad, radica en su color verde dado por las muchas plantas que crecen en su fondo y las praderas verdes que tiene en sus orillas.
Hicimos fotos, comimos, contemplamos, paseamos y cuando fue oportuno emprendimos el regreso. Las banderitas rojas que encontramos en el camino eran las señales para una carrera que tenía lugar esa tarde desde uno de los pueblos, así que al llegar a Torre de Babia nos unimos a los lugareños para animar a los participantes, 190 corredores y otros tantos mochileros o sherpas que llevaban sus bultos. Pasarían la noche bajo las estrellas arriba en la laguna para continuar corriendo al siguiente día, nosotros regresamos a la Casona contentos de haber culminado un año más las rutas propuestas.
El domingo 17 a las 8,45 dejamos la Casona y emprendimos la ruta de regreso a nuestros hogares, que encontraríamos calentitos según las previsiones. Pasado León Encarnita que había dejado a su hermano delicado, recibió la noticia de que se había agravado e ingresado en la UCI, la autocaravana forzó la marcha sin parar, solo para repostar, llegamos a Sevilla sobre las 5,30 horas.
El fin de curso en Babia quedará en nuestras memoria como un baño de energía en una naturaleza genuina y salvaje. Buen verano a todos.
Fdo.: Blanca
Andakana Mayor

domingo, 29 de abril de 2018

Santa Olalla de Cala – Rivera de Cala y regreso 28-4-2018


Para esta salida nos reunimos Damián, Concha, Miguel, Lola, Justo, Mercedes, María y Enrique en Sevilla y se nos unió Joaquín directamente en el lugar del desayuno en Santa Olalla de Cala. Una ruta cómoda con el suelo ideal para caminar y día primaveral con temperatura muy agradable. Salimos por la zona sur del pueblo y cruzamos bajo la autovía de la Plata para enseguida adentrarnos en terreno adehesado en el que nos cruzamos con muchas ovejas y en los laterales cochinos ibéricos; la ruta forma parte de la GR 48, en tránsito del Parque Natural Sierra de Aracena al Parque Natural Sierra Norte de Sevilla. Pasadas dos cancelas sin dificultad llegamos al Rivera del Cala donde un mar de sensaciones nos inundó; abundante agua, piso florecido, encinas en flor, retamas floridas con un color amarillo intenso, una luz solar que resaltaban los colores…, avanzamos por la ribera del río hasta llegar a la altura del área recreativa del Cala que se encontraba en la otra orilla. Tranquilamente de regreso y disfrutando de este estupendo día, pudimos ver varios galápagos que desde las rocas se sumergían en el agua del río al vernos. Llegamos a Santa Olalla después de cuatro horas de agradable sendero para a continuación reponer fuerzas en el restaurante Aurelio. Brindamos por los que no nos pudieron acompañar en el día de hoy y por los que tuvimos la suerte de asistir a esta estupenda jornada. Hasta la próxima salida amigos.
Enrique


martes, 10 de abril de 2018

Dehesas y Dólmenes. Valverde del Camino 24-3-2018

Después de las abundantes y deseadas lluvias que nos impidieron salir el sábado 17, el tiempo nos dio un respiro y 12 andakanos nos pusimos en camino por la autovía de Huelva hasta alcanzar la Palma del Condado, donde paramos a desayunar. Seguimos 30 kms más hasta Valverde del Camino, que nos recibió con su monumento a la bota, y donde dejamos los coches para comenzar la ruta número 3, una de las 12 que hay en la zona.
Fue una ruta agradable entre encinas y jaras, en los prados jóvenes tachonados de margaritas pacían vacas de pelo rojizo rodeadas por sus ternerillos.
Llegamos al Dolmen Cabeza del Tesoro, al parecer el más importante del complejo, paramos un rato para fotos y disfrute de ese monumento megalítico que fue sin duda de gran importancia para nuestros ancestros. Seguimos hacia el grupo de tres dólmenes llamados los Gabrieles en uno de ellos había una pequeña capilla lateral, ¿Tal vez para los infantes muertos?
Las ráfagas de viento llevaban y traían las nubes blancas y grises dejando algunos jirones de azul pero con poco sol, y así como el paisaje era agradable el viento no lo era tanto, así que Justo decidió acortar el camino y volver al pueblo donde nos fuimos a comer al bar de la plaza.
Después del café, Enrique nos invitó a una visita cultural por la zona donde en 1912 se instalaron los ingleses para explotar las minas de cobre y hierro que allí había, dejando su impronta de elegancia práctica en unos edificios que se conservan bien. En una gran nave parecida a una estación, donde se reparaban los trenes que recorrían las minas, y que ahora lo emplean para eventos deportivos, ese día había una prueba de bicicletas de montaña, y pasamos de largo por el ruido. Subimos hacia una colina donde se encuentra la “Casa de Dirección”, y en los jardines que la rodean una especie de museo al aire libre con artilugios mineros. En la cafetería moderna algunas fotos de la época, y aunque el tiempo no nos acompañó, disfrutamos del encuentro y de la energía vivificadora del paseo por las dehesas. Volvimos a Sevilla que se prepara para su Semana Grande en un baño de azahar.
Fdo.: Blanca
Andakana Mayor

domingo, 11 de marzo de 2018

Rivera del Chanza, 24-2-2018


El sol había coronado de luz las copas de los árboles, palmeras y torres del parque de María Luisa, cuando 11 andakanos dejamos Sevilla camino de Cortegana en los Picos de Aroche, donde nos esperaba Paquita y Juan para hacer el sendero marcado.
Dejamos los coches en la parte baja del pueblo, y con entusiasmo y aire fresco buscamos el centro, donde encontramos la fuente adornada con pensamientos multicolores, y allí nos hicimos la foto de salida.
Subimos por la calle principal y nos llamó la atención la alfombrilla de mosaicos en las aceras delante de cada casa, imaginamos que los dibujos tenían relación con los habitantes de estas, el relojero, el jurista, el ganadero, etc., etc.,contemplando esta singularidad del pueblo nos encontramos ya en el camino circular que haríamos por la rivera del río Chanza, al principio era una pista ancha y polvorienta que atravesaba pequeñas fincas con sus huertas, sus perros, gallinas, cabras y aperos de labranza, vestigios de un pasado todavía presente en los pueblos serranos.
La sequía se hacía visible en el paisaje, alcornoques y encinas polvorientas y ese aspecto tristón de los matorrales. Unos potrillos por aquí, un rebaño de cabras con sus crías saltarinas por allá, los cerdos diseminados por las dehesas y algunos corderos en los pardos, acompañaron nuestro relajado paseo hasta que llegamos al río, que bajaba pobre y oscuro por un lecho de pedruscos grises. Nos acercamos al molino de aceite Navalrayo, que estuvo activo hasta los años 70, hoy no es más que un montón de ruinas dispersas por un área bastante extensa, se conserva una pared que más que de un molino parece de una fortaleza y también varias columnas redondas y una torre de 3 pisos que los entendidos dicen que es donde provocaban el salto del agua para hacer funcionar el ingenio.
Parece mentira que solo 50 años atrás aquellos funcionara, de regreso a la pista y tras una subida suave pronto dimos vista al pueblo, llegamos por la parte oriental donde se encuentra el origen del río Chanza, con su fuente, su lavadero público y sus abrevadero para l ganado, allí nos sentamos los primeros en llegar para esperar al grupo y decidir donde comer, Juan fue a informarse y le dijeron que lo mejor era en la “Brasería” junto a la iglesia, una mastodóntica construcción gótico mudéjar de los siglos XIV a XVI, sin encanto, pero que tiene cantidad de agujeros en su torre que hoy aprovechan los pájaros para anidar. “La Brasería” fue en tiempos pasados “Cine Martín” y todo en su interior alude a ello, fotos de artistas, carteles de cine y hasta una proyección constante de películas antiguas.
Comer , no es que se coma de cine, pero tuvimos suerte con que nos atendieran sin previa reserva, lo único bueno y abundante fueron los postres, así que también comidos y bebidos, teníamos que andar un poco antes de coger el volante, subimos al castillo que lucía altivo rodeado de nubes blancas y grises con jirones de azul. Una vez arriba saludamos a la Virgen de la Piedad con su niño serrano y su coro de Ángeles dispersos por las paredes y techos de la ermita.
Desde los miradores, las casas blancas del pueblo y la serranía dilatándose en matices de azul hasta perderse en un horizonte lejano donde solo persiste lo invisible.
Despedida y vuelta a casa, gracias a Dios y a la vida, por otro día hermoso amistoso y feliz.
Fdo.: Blanca
Andakana Mayor


miércoles, 14 de febrero de 2018

Camino de las marismas. 10-2-2018


Mientras media España yace bajo un manto de nieve, como hace años que no sucedía, en el sur tenemos sol, y en esta salida los andakanos nos fuimos a disfrutar de él a un rincón muy especial, no lejos de Sevilla.
Nos juntamos 16 en el punto de encuentro y nos dirigimos hacia los pueblos ribereños del Guadalquivir, hasta La Puebla del Río, donde paramos para desayunar en el “Rincón del Furry”, conocido por los ciclistas del grupo. Seguimos por una carreterita entre pinares donde empezamos a ver en sus copas parejas de cigüeñas preparando los nidos, hasta que llegamos a una cancela de hierro que da paso a la “Dehesa de Abajo”, un lugar idílico para las aves y para los que tienen la suerte de visitarlo como nosotros. Dejamos los coches y empezamos a caminar por un sendero que rodea el parque, que aunque tiene zonas concertadas con privados, que traen allí a pastar sus ganados, la propiedad del parque de 800 hectáreas es pública.
El terreno aunque siempre llano tiene aspectos muy variados, primero nos llamaron la atención los verdes prados llenos de gamonitas, algunas ya con sus varitas en flor, y tan espesas que parecían plantadas adrede. Salpicados por los prados los viejos acebuches, ancestros de nuestros preciados olivares, encontramos un mirador de madera que se asomaba a un circo de paredes erosionadas, donde los coloridos abejarucos hacen sus nidos en primavera.
Seguimos camino y nos sorprendió, además de los coloridos ciclistas que aparecían cada poco, la entrada en un bosque de pinos donde la luz y la sombra jugaban en sus copas haciendo del paseo una verdadera delicia, allí en medio encontramos una casa blanca con techumbre propia de  la zona marismeña a base de ramajes y eneas, era la choza de “El Bala”, un cazador de la zona de los años 1940 y que en la actualidad está cedida a una sociedad de cazadores.
Volvimos de nuevo a cielo abierto con espejo de agua en la lejanía, que al acercarnos nos regaló la visión de miles de aves acuáticas, acogidas en las eneas, juncos y carrizales de sus orillas, también allí había un mirador con suelo de madera que algunos aprovecharon para tenderse y hacer estiramientos, lo que nos hizo descubrir un hermoso vuelo de cigüeñas y otras aves que nos invitaron a volar con ellas.
Nos acercamos a la laguna de la dehesa llamada con el musical nombre de Rianzuela y que se alimenta del Mijalberraque un pequeño riachuelo apenas perceptible que en su humildad alimenta la belleza de ese paraje singular.
En el entorno de la laguna encontramos caballos pastando en manadas y vacas dispersas, aunque en un cercado estaban reunidos los becerrillos, custodiados bravuconas de cuernos alzados y mirada desafiante.
Las familias humanas con sus propias crías también formaban parte del paisaje y se acercaban como nosotros a la choza de avistamiento de aves.
Llegó la hora de ocuparse del cuerpo, para ello nos fuimos al restaurante del complejo donde degustamos un rico arroz con pato y otras cosillas más, comimos, bebimos, gustamos postres caseros, cafés y chupitos y volvimos a pasear por la dehesa para seguir desfrutando del sol, del paisaje sereno de la buena compañía y de ese vínculo de amistad que se fortalece con cada nuevo encuentro, gracias a todos y esperamos que en la próxima Mari Trini y Juan Manuel puedan estar entre nosotros.
¡Paz y armonía en nuestro día a día!
Fdo,: Blanca
Andakana Mayor.

miércoles, 7 de febrero de 2018

Andakanos en camino 2018.

El primer camino de este nuevo año que estaba previsto para el día 13 de enero, lo cambiamos a causa del mal tiempo por un arroz con pato en las marismas del Guadalquivir. Allí acudimos 10 andakanos que disfrutamos en el Estero de ese plato típico y de la compañía de los amigos. A la salida del local nos encontramos con la sorpresa de un cielo despejado y una temperatura agradable, que nos llevó a dar un paseo por las marismas hasta la Dehesa de Abajo donde las pasarelas nos llevaron hasta la choza de avistamiento de aves en la laguna La Rianzuela, aves había pocas, pero disfrutamos de una hermosa puesta de sol entre nubes grises con una luz especial.

Este sábado 27 de enero, también ha tenido su novedad, en vez de reunirnos en el caballo para la salida lo hicimos en casa “Juanito” donde los 14 andakanos disfrutamos del reencuentro y de un suculento desayuno serrano.
Con temperatura fría pero con sol cariñoso nos dirigimos a Galaroza donde dejamos los coches y empezamos el camino. La foto de salida fue en el fuente del Socavón, un rincón sombrío al pie de una loma donde Enrique nos deleitó con la lectura de una poesía antigua  escrita en un azulejo que hablaba de mozas que carmenaban sus cabellos en aquella recóndita fuente, de allí emprendimos una empinada subida hasta la cima de los pinos que dominan el pueblo, donde partía el camino hacia Valdelarco, que era la ruta escogida.
La ruta discurría entre encinas, alcornoques, jaras y esa infinidad de plantitas verdes que forman los prados preparando la primavera de colores. Fue un sendero muy relajado con pocos desniveles, disfrutando de la caricia del sol, el olor de la tierra, el roce del viento y lo primero que encontramos fue un grupo de mujeres que lavaban las tripas de 3 cerdos en una fuente de la calle, mientras los maridos descuartizaban piezas y reunirse luego para la prueba tradicional  de la matanza.
Era la una cuando llegamos a la plaza, un poco pronto, pero fue un acierto, escogimos el mejor sitio y fuimos atendidos por una camarera alegre y agradable que comenzaba a esa hora su jornada. ¡Que bien estuvimos allí! No recuerdo el nombre del bar, pero las tapas fueron estupendas y generosas, tardamos en comer 2 horas, pero solo eran las 3, así que nos dimos un paseo por el pueblo que tiene el encanto de todos los pueblos serranos y el suyo propio, como la hermosa iglesia renacentista del siglo XVIII, sus adornos de crochet en cadenetas cruzando las calles, restos de la pasada Navidad, en su fuente en la plaza del Ayuntamiento donde una poesía en un azulejo arrancó a María un bonito fandango, y ese mirador asomado a un pequeño valle verde con sus casas y sus huertos abrazados por la serranía. El regreso lo hicimos rápido y en Galaroza nos despedimos contentos de haber compartido un día tan hermoso, disfrutando de la amistad y de esa naturaleza que nos da energía y vitalidad al cuerpo y donde el alma se expande en la esperanza y la luz. ¡Paz a todos!
Fdo.: Blanca
Andakana Mayor


jueves, 4 de enero de 2018

Navidad senderista 2017. 2 y 3 de diciembre

El 2 de diciembre de 2017, once andakanos tomamos el camino hacia Ronda, en una mañana soleada y fresca. Después de una parada para el desayuno, seguimos camino hasta dejar los coches en plena sierra, junto al sendero del “Cordel de Morón”, una ruta nueva, que nos llevó primero por un bosque de pinos piñoneros de copas altas y cimbreantes, siguió otro bosque de encinas que se prolongó por unas colinas de prados verdes con alguna que otra encina aislada, en una de ellas especialmente bonita, nos hicimos una foto de grupo.
Pasamos luego a una zona más salvaje con un senderito casi perdido entre jaras, retamas, romero, lentisco y mejorana que ofrecían olores a nuestro paso, llegamos al lugar que buscábamos, el mirador de las Toscas, este no era más que un claro a media ladera que dejaba ver un profundo barranco por donde desciende el arroyo de Las Toscas para regalarle sus aguas (cuando las lleva) al río Guadalete. Estando allí parados una pareja de buitres vino a deleitarnos con su majestuoso vuelo en un cielo azul. Regresamos con nuestros bocatas en la mochila, porque ni el aire fresco ni el suelo húmedo nos invitaban a sentarnos allí, así que fuimos a buscar comida y refugio a la venta El Arenal, donde tomamos algo ligero bajo techo protector.
La carretera que cogimos para El Bosque, nos deleitó con sus praderas verdes donde pastaban vacas, corderos y cabras, Zahara de la Sierra nos mostró su gallardía entre dos azules, y llegamos a El Bosque donde nos instalamos en el hotel Enrique Calvillo, donde un año más celebraríamos la cena de Navidad, esta sería a las nueve.
A los once, se agregaron Marilen y David que vinieron directos desde Sevilla, en la cena seguimos el protocolo habitual, entrega de postal navideña de Encarnita y Justo y la entrega del diploma/foto al andakano del año, que este año ha sido Juana, la chica coronada de sol que hemos acogido en el grupo con cariño, El maestro Juan Manuel sacó su repertorio de villancicos, esta vez reducido porque traía la novedad de unas canciones de nuestra época, que solo iniciamos, pues nos llamaron la atención por el ruido, ya que habíamos pasado de las 12 hacía rato, el “zumo sacerdote” José Francisco recitó los conjuros previos a la queimada que este año tenía aparejada la ceremonia de hermanamiento de los andakanos, que consistía en meter la mano desnuda en el fuego, ¡sin quemarse! Algunos fueron decididos, otros mojaron un dedo y otros se resistieron, pero el hermanamiento quedó firmado con fuego, y con el calorcito de la queimada los hermanos nos fuimos a la cama.
El domingo 3 después de un relajado desayuno, acompañados por un viento frío y desapacible, nos fuimos al sendero que acompaña al río Majaceite desde El Bosque a Benamahoma que aunque conocido de otras veces nunca lo habíamos hecho con sus colores de otoño, fue un caminar relajado, disfrutando de cada rincón mágico, de la alfombra dorada que cruje bajo los pasos, del cantar del agua bajando alegre por los guijarros, de las higueras a las que le cuesta desprenderse de sus últimas hojas, y de la alegría de los niños que sus padres habían traído a este lugar encantado.
En Benamahoma encontramos a Loli y Miguel que vinieron a compartir comida y amistad en un bar del pueblo. Desde allí nos dispersamos en varias direcciones, 3 valientes, las más jóvenes, volvieron por el mismo sendero para prolongar el gusto de ese lugar especial.
Un año más  la vida nos ha regalado un fin de semana precioso, nos sentimos agradecidos y contentos de poder disfrutar de la naturaleza en tan buena armonía y amistad. Deseamos que la Navidad sea para todos y cada uno de los andakanos días de amor, alegría y Paz.
Fdo.: Blanca
Andakana Mayor