martes, 31 de diciembre de 2019

Fin de curso en Benasque. 2 al 8-6-2019


El día 1 de junio de 2019, Sevilla se vistió de esplendor patriótico con el desfile de las fuerzas armadas, al día siguiente los andakanos emprendimos, un año más, el camino hacia el norte para el viaje de fin de curso. De los 8 que seríamos quedamos 7, Juana se quedo atrás por asuntos propios.
Salimos por la ruta de la Plata, acompañados por campos de girasoles, adelfas y retamas, y un horizonte prometedor. Subimos a Medinaceli para comer, esa ciudad histórica encaramada en un altiplano, con su arco romano, sus casonas de piedra, sus plazas recoletas y ese Cristo asidero de fe, donde tantas veces nos hemos parado. Seguimos camino por paisajes cambiantes hasta llegar al desfiladero profundo que el río Esera fue erosionando en miles de años y que ahora nos conduce hasta el valle de Benasque con sus campos de trigo y sus huertas, custodiados por los picos pirenaicos que a nuestra llegada se perdían en el último resplandor de un atardecer luminoso, tomamos posesión de casa “Pichuana” y nos fuimos a buscar la cena en un pueblo solitario.
En nuestra primera salida, partimos del pueblo hacia un sendero circular llamado de los tres barrancos, cruzamos el río y comenzamos la subida por un sendero estrecho entre hierbas altas y ramilletes de pequeñas flores de colores y formas diversas, tan preciosas como las que los frailes medievales utilizaban para iluminar los libros de horas de beatos y reinas. Seguimos subiendo por media montaña hasta llegar a los barrancos formados por la erosión de glaciares cuaternarios, disfrutamos del paraje abrupto y rocoso, avistando en las paradas el valle y el pueblo de Benasque, en forma de abanico abierto, hacia el que emprendimos el regreso que fue duro por el fuerte desnivel y las piedras sueltas del sendero, al llegar al pueblo, el plan de compras para hacer la comida en la casa quedó aplazado y nos fuimos a comer al centro en el sitio que nos indicó un lugareño. Por la tarde disfrutamos haciendo las compras que trasladamos en dos carros del super hasta la casa, Joaquín nos preparó una rica ensalada para la cena sellada con chupito de hierbas.
El martes 4 nos fuimos todos en la autocaravana hasta Los Llanos del Hospital, donde la dejamos y empezamos la subida hacia los “montes malditos” nuestra meta era la sima de “Forau d’Aigualluts”, un lugar impresionante donde se recoge las aguas que bajan del Aneto, custodiadas por farallones verticales, estas aguas forman una laguna superficial que se escapan bajo tierra, por un gran agujero, para salir 4 kilómetros más adelante para alimentar, en Francia, el río Garona. Seguimos para ver la cascada que veíamos entre los árboles  y descubrimos una nueva maravilla, la cascada que bajaba a toda prisa desde el pico del Aneto, atravesaba un nevero de 2 metros de espesor y salía unos metros más abajo formando un túnel de nieve para seguir cayendo hacia la laguna de abajo, un poco más arriba nos encontramos con una pradera muy verde donde múltiples arroyuelos confluían para  alimentar la cascada, y en el fondo se erguía soberana la silueta piramidal del Aneto sobre un cielo azul. Dejamos allí montañas y cascadas y emprendimos la bajada por senderos escalonados entre hayas, abetos y pinos alternando con praderas verdes colonizadas por narcisos, árnicas y botones de oro que hacían casi invisibles otras flores minúsculas, y en las zonas más húmedas las rocas desnudas cubiertas de esponjosos líquenes, de la fauna invisible que habitan en los montes vimos algunas marmotas paseándose por las praderas. Un día hermoso con ráfagas de viento.
El miércoles 5 como amaneció lloviendo aprovechamos para culturizarnos, todos en la “Mejorana” hasta el pueblo de La Roda de Isabena, uno de los más bonitos de España aunque solo tenga 20 habitantes, calles pintorescas con arcos de piedra y pasadizos estrechos, casa blasonadas y balcón asomado al valle, pero la joya del pueblo es su catedral románica del siglo XII, aunque tiene una nave gótica del XVI y un coro del XVII, su originalidad radica en la cripta abierta sostenida por arcos y el sepulcro de San Román con sus figuras talladas de la vida de Cristo. Hicimos una parada para comer y seguimos hasta el vecino valle de Bái para visitar la iglesia románica de San Clemente de Tahull con su esbelta torre, famosa por sus frescos románicos que para nuestra sorpresa ya no están allí sino en un museo en Barcelona. Con las tecnologías modernas han conseguido camelar al público proyectando sobre las paredes desnudas los frescos auténticos, por los que fue incluida por la Unesco patrimonio de la humanidad. De regreso a Benasque hicimos una parada en el lago de Eriste, donde un cisne solitario vino a saludarnos.
El jueves salimos del pueblo a pie, cruzamos el Esera que seguimos en su curso por un llano y sombreado sendero donde abundaban los cantos rodados, un rebaño de ovejas esperaba su turno en el campo de baloncesto, era el primer rebaño que encontramos, llegamos al pueblo de Anciles con sus casas nobles y su silenciosa quietud, y seguimos caminando hasta el embalse de Eriste que se alimenta de las aguas rápidas de los neveros que aprovechan para electricidad, el sendero seguía por la selva de Conques por caminos en galería donde se filtraba la luz vibrante entre las copas de los árboles, en los claros aparecían pastizales y flores alpinas, en esta zona eran abundantes las cicutas u orilleras, esas flores blancas como de encajes esparcidas en el verde, llegamos de nuevo a Anciles y seguimos hacia Benasque donde llegamos a tiempo para comernos el bocadillo en casa, descansamos y por unanimidad decidimos que era el día ideal para las tradicionales poleás que nos supieron a gloria ya que el producto rey es el cariño con el que están hechas.
El viernes 7 amaneció de nuevo lloviendo, pero con buen pronóstico para la tarde, así que nos fuimos de paseo por el pueblo mientras Joaquín nos preparó un arroz con pollo y verduras para chuparse los “deos”, un descansito y todos de nuevo a la “Mejorana” para subir a Cerler, el pueblito donde se encuentra la estación de esquí de Benasque, desde allí partimos para la ruta de las tres cascadas, entramos por un sendero en galería donde abundaban los espinos blancos floridos tan grandes como árboles, luego salimos a un gran barranco abierto al cielo y en el fondo saltando enormes rocas bajaban las espumosas aguas de las cascadas, a las que pronto dimos vista, bajaban estas por las gargantas verdes altas y esbeltas, pero la más espectacular la encontramos al fondo que se desplegaba como velo de una novia sobre la roca oscura, arrancando con su fuerza gotitas de agua que llegaba a nosotros en forma de lluvia, después de contemplar tan belleza regresamos por el mismo sendero al punto de partida, cenamos pronto y nos fuimos a preparar el regreso, esta vez a casita. De los 7 hubo 3 que se fueron para otros puntos del norte, y solo el coche de Miguel, con Loli, Mercedes y Blanca bajamos al sur.
Ha sido un fin de curso lleno de imprevistos, pero no por eso ha dejado de ser rico, por la convivencia amistosa y por esa naturaleza siempre sorprendente que te lleva a pensar que detrás de tanta belleza real, tal vez haya una fuerza espiritual invisible que envuelve los lugares de magia y nos da la energía suficiente para seguir caminando en nuestro día a día.
Gracias a todos y cada uno por su presencia, y para otro año ¡animaros que celebraremos los 20 años del grupo!
Fdo.: Blanca
Andakana Mayor

sábado, 28 de diciembre de 2019

Navidad senderista, Barrancos (Portugal) 14 y 15-12-2019


En Madrid una adolescente sueca ha movido las conciencias, y ha reunido a los mandatarios de las naciones en una cumbre sobre el cambio climático, en Sevilla ángeles de luz anuncian con sus trompetas que la Navidad está cercana, y por la carretera de la sierra de Aracena 12 andakanos se dirigen hacia Encinasola para celebrar esta vez, la cena navideña, y los 20 años del grupo. Nos dirigimos al país vecino, Portugal, y en el pueblo fronterizo de Barrancos dejamos los coches para irnos a senderear por la ruta de los “contrabandistas”, que atravesaban los montes con sus mercancías a cuestas, para ganarse así un pan “mu sudao”.
El cielo estaba gris con algunos girones de luz, y el paisaje de encinas y alcornoques, también parecía grisáceo y hostil, hacia medio camino el río Múrtiga nos cortó el paso, y no es que trajera mucha agua, pero no nos atrevimos a cruzarlo a pie, entonces decidimos subir a la carretera monte a través y caminar luego unos kilómetros por el asfalto y buscar de nuevo su curso.
Por esos montes que los contrabandistas cruzaban a su antojo, los nuevos dueños han puesto alambradas y vallas con cerrojos y hasta con un extraño candado. Ante estos obstáculos no nos amilanamos como en el río y bien por arriba o bien por abajo salvamos los impedimentos y seguimos camino, algunas reconfortadas con el abrazo masculino recibido a cuerpo entero.
Una llovizna fina nos acompañó en carretera, y el grupo cambió de color sacamos impermeables.
Retomamos el camino serrano, y algunos claros en el cielo vistieron de infinitos tonos de verde el paisaje, y en el horizonte las siluetas azules de la sierra se hicieron más cercanas. Comimos el bocadillo junto al río, sentados en húmedas piedras, y continuamos la marcha por los montes donde el aire nos trajo balidos de ovejas que salían de sus cercaos en busca de la merienda, después de 17 kilómetros de marcha llegamos a Encinasola donde El Rincón del Abade nos dio cobijo.
La celebración navideña la iniciamos a las 21 horas, tras la cena hubo reparto de las camisetas conmemorativas de los veinte años del grupo, se entregó la  foto de senderistas del año, esta vez le correspondió a Concha y Damián, hubo palabras emotivas de Encarnita evocando a los ausentes, un menú degustación, muy acertado, pequeña dosis de villancicos, y el conjuro, esta vez con estribillo para el coro, de la queimada que con tanta seriedad y cariño nos prepara José Francisco, con la que cerramos la noche.
El domingo, 15 de diciembre, nos dimos cita a las 9 horas para el desayuno, saldadas las cuentas nos fuimos en los coches a buscar el Parque de Naturaleza Noudar, en el país vecino, llegamos a los pies del castillo del mismo nombre donde dejamos los coches, y vimos descender un chorro de ciclistas a la velocidad del Ave.
Subimos al castillo, que tiene un gran perímetro de muralla, y que más que función de castillo era un lugar de refugio de los lugareños al abrigo de su señor que había conquistado el sitio a los árabes al principio del siglo XII, detrás del castillo comenzaba el sendero entre bosques de encinas, con matorrales de lentisco, jaras y abundantes espárragos de los cuales nos comimos con gusto sus tiernos retoños. Las vistas eran muy hermosas, ya que había más luz que el día anterior, y los verdes lucían más vivos, y abajo se abría paso el curso plateado del río, al cual nos acercamos para contemplar el abrazo del Múrtiga y el Ardila para buscar juntos al Guadiana. Al regreso, la subida hacia el castillo se nos hizo más pesada, pero en las inmediaciones de los ríos una manada de caballos salvajes nos alegró el ánimo con sus figuras gráciles y sus colas al viento, de hecho, todo el parque de naturaleza está lleno de vida animal, encontramos rebaños de ovejas, camadas de cerdos, rebaños de vacas con sus terneros colgados de sus ubres y como colofón los caballos.
Temíamos no llegar con tiempo para comer en Portugal, pero en Barrancos el camarero del restaurante “El Mirador” pronto nos montó la mesa y nos sirvió sus bacalaos y todo lo demás, terminamos con chupitos, atención de la casa, y nos fuimos calentitos a los coches, cambiamos de carretera para la vuelta, y pasamos por los pueblos de la rivera del Cala con sus iglesias iluminadas y sus adornos navideños. Un año más, y ya son 20, los andakanos celebramos la cena navideña, los ausentes también estuvieron presentes. Que todos disfrutemos estos días con salud, Alegría y Paz.
Firmado: Blanca
Andakana Mayor.

lunes, 16 de diciembre de 2019

Los Marines a Fuenteheridos por "el Pico de la Era" y regreso 30-11-2019

El último día de  noviembre (S. Andrés) nos  dimos cita en  el lugar de costumbre tan solo 4 andakanos, pero por desgracia Blanca no pudo venir por un  asunto familiar.
Nos dirigimos a casa Juanito en Arroyo de la plata donde nos esperaban Justo y Encarnita para dar cuenta del magnífico desayuno que todos conocéis.
Ya en un solo coche, los 5 nos dirigimos a “los Marines”. La ruta prevista parte de Los Marines para llegar a Fuenteheridos por “el pico de la Era” y regreso ha Los Marines.
A ambos lados del  camino el otoño nos regaló una alfombra de hojas  de castaños  en diversos colores y la naturaleza siempre caprichosa unos árboles de tallos magníficos.
Llegamos  al pico de la Era (912 m) con un poco de esfuerzo pero mereció la pena, las vistas en 360º eran espectaculares. Divisamos  Linares de la sierra,  Alájar  y la peña de Arias Montano.
Con nosotros iban haciendo el mismo camino otro grupo de senderistas (más jóvenes) y a la vuelta en Los Marines volvimos  a coincidir con ellos y nos comentaron que flipaban con nosotros de como íbamos subiendo y máxime cuando  Mercedes les dijo la  edad que tenía.
En Fuenteheridos la plaza del Coso estaba muy  animada con un mercadillo de productos  de la tierra. Comimos en  casa Rafa en la misma plaza.
Vimos por el camino muchos madroños, cantidad de setas de todo tipo, lentiscos, hasta un pino que había nacido en el tronco ya seco de un castaño.
Cuando el sol ya declinaba volvimos  a Arroyo de la plata  a recoger el otro coche y ya para Sevilla donde nos faltaba por vivir una odisea al equivocarnos de salida para dejar a Mercedes, que se tomó el despiste de Damián con su característico buen humor.
Un día de convivencia extraordinario en el que echamos de menos a todos los demás del grupo. Hasta la próxima.
Fdo.: Conchi