miércoles, 24 de julio de 2013

Fin de curso en las Merindades del 6 al 13 de junio de 2013

El 6 de junio de 2013, doce andakanos más una candidata “andarroja” salimos de Sevilla, con un cielo más bien otoñal, con destino a las Merindades, antiguas comarcas del norte de Burgos.
La mejorana y la jovencita “Mercedes Benz” avanzaron por campos andaluces, extremeños y castellanos, donde la madre Tierra fue cambiando de aspecto, hasta llegar a los verdes prados del norte rodeados de bosques. Como íbamos bien de tiempo hicimos una parada cultural en Frómistas (Palencia) que tiene tres iglesias importantes, y es paso del Camino de Santiago, de las tres solo pudimos visitar dos de ellas, la de San Pedro, gótica, pero la joya es la de San Martín del s. XI con planta basilical, capiteles, cenefas ajedrezadas y numerosas estatuillas de personajes bíblicos y seres mitológicos propios del románico.  A las 19 horas llegamos a Quitanilla del Rebollar, donde Olga nos dio la bienvenida a su encantadora “Posada Real”, restaurada y decorada con buen gusto. La primera cena fue un placer, y la de todos los demás días, tanto por su elaboración como presentación.
El día 7, teníamos un pronóstico de lluvia del cien por cien, así que nos fuimos de turismo cultural. El paisaje era hermoso, con las formaciones kársticas, similares a murallas de color ocre y gris que continuaban con las verdes faldas de los montes y que se perdían en los verdes de los valles, donde pacían las vacas y crecían las flores. Llegamos al pueblo de Frías, casi solitario, con su castillo sobre un risco saliente, debajo del cual se albergaba el pueblo, subimos al castillo y a la torre del Homenaje, desde donde gozamos de hermosas vistas del entorno.
Desde allí fuimos a Oña, otro pueblo interesante, lo que más el monasterio de San Salvador, con su iglesia gótica dedicada a San Iñigo, en unos frescos primitivos, se cuenta la historia de Sta. María Egipciana, la sacristía con mobiliario de nogal y vitrinas con restos de telas preciosas y trajes de los nobles locales, que también tenían en la iglesia sus singulares sepulcros de madera tallada, únicos en Europa. Por la tarde empezamos un bonito sendero por el desfiladero del río Oca, pero la lluvia nos hizo retroceder y nos fuimos a Tobera para ver los saltos de río Molinar y  su ermita escondida en el bosque y que estaba cerrada. Con lluvia salimos y con lluvia volvimos a nuestra posada.
Para el día 8, también pronosticaba lluvia, pero nos hicimos los sordos y nos fuimos a un sendero que partía de allí mismo, “Entre desfiladeros”. El río Trema en millones de años ha formado un gran cañón de altas paredes talladas con singulares formas y ahora corre manso entre olorosos espinos blancos y otros arbustos en flor, llegamos hasta el pueblo de Cornejo, donde dimos una vuelta sin encontrarnos con nadie y regresamos por el mismo camino. En los coches nos fuimos a Espinosa de los Monteros para la comida, en la plaza porticada de Sancho García, encontramos un restaurante adosado a la iglesia.
Por la tarde, nos fuimos al parque natural de “Ojo de Guareña”, donde hay una cueva de unos 100 kms de larga aunque solo son visitables 400 metros, allí nos adentramos con nuestros cascos puestos, el interés era escaso, aunque fue curioso ver uno de los silos recién descubiertos donde la gente guardaba los cereales enterrados en la cueva. Al final del recorrido salimos a la ermita de San Tirso y San Bernabé del s. XVII y XVIII, la bóveda de la cueva estaba pintada con episodios de la vida del santo.
Los exteriores eran más hermosos que la cueva en si, ya que con los siglos las paredes erosionadas de las rocas formaban castillos, iglesias y cuantas figuras, la fantasía de cada uno podía ver.
El domingo día 9 había llovido toda la noche y además hacía viento, así que otra jornada  de cultura, esta vez a Medina de Pomar, un pueblo con mucho señorío. La primera visita fue al monasterio de Santa Clara, donde Juncal nos explicó con mucho encanto la historia del lugar ligada a la noble familia de los Velascos. La joya del monasterio está en lo que en otro tiempo fuera el pudridero de la familia y es una talla de Cristo yacente de gran perfección anatómica, obra del escultor Gregorio Fernández. Seguimos con la visita del Alcazar de los condestables del año 1380, hoy es propiedad del Ayuntamiento y contiene el museo histórico de las Merindades. En la plaza de Somovilla los lugareños celebraban su propio Rocío con bailes y tamboriles.
Después de comer nos fuimos a visitar el centro interpretativo del arte románico de las Merindades en la ermita de S. Millán, sin mucho interés.
Seguimos hasta Pedrosa de Tobalina donde el río Jerea forma una gran cascada que según los lugareños es el año que más agua lleva, paseamos por los alrededores y ya de regreso visitamos la iglesia de San Pedro de Tejada, acompañados por un guiño del sol llegamos a la Posada Real para la cena.
El día 10 salimos hacia Barbanera para acceder al monte Santiago, que recorrimos casi al completo, al principio atravesamos un hermoso hayedo entre luces y sombras hasta llegar a la esquina de Rubén, un mirador desde el que contemplamos los valles alaveses y el pueblo de Orduña.
El sendero recorría luego el borde de los farallones rocosos donde los buitres tienen sus nidos, así que cada poco alguno salía para regalarnos un hermoso vuelo alegrando nuestra vista, entre vuelo y vuelo llegamos a la cascada del Nervión que baja como un velo de tul por una pared de unos 300 mts. Bajo una encina comimos y descansamos, antes de regresar entramos en una umbría para ver el nacimiento de la fuente del Nervión, en un rincón idílico, también vimos algunas dolinas y atrapalobos.
Para rematar el día nos fuimos a San Pantaleón de Losa, una iglesia románica que se encuentra en una “Peña Colorada”, un monte erosionado con forma de quilla de barco, el cura vino a explicarnos con entusiasmo y gracia su historia y elementos de interés, era un sitio mágico y bucólico donde disfrutamos mucho.
El día 11 salimos hacia Villalateja, donde el río Rudrón nos condujo entre paredes rocosas, cantos de pajarillos y múltiples florecillas hasta su encuentro con el Ebro que baja en cascada cerca de la central el Porvenir. Desde allí regresamos al pueblo, donde a la sombra de dos castaños de india y el murmullo del agua nos comimos los bocadillos acompañados de una cerveza fresca. Seguimos hasta Orbaneja del Castillo, donde un riachelo que nace en una cueva baja entre peñascos formando una bonita cascada, las gotitas de agua dan lugar a un microclima especial con musgos y líquenes, para terminar debajo de un puente en dos piscinas naturales de aguas cristalinas.
San Martín de Elices fue la siguiente iglesia que visitamos y una de las mejores, la encontramos llena de gente que despedía a un vecino en su último viaje. Al entrar un rustico claustro perfumado de rosas nos dio la bienvenida, cuando salieron los lugareños pudimos visitar la iglesia aun iluminada. Ya en carretera nos salió al paso el anuncio de una iglesia rupestre y nos acercamos, en su tiempo servía para el rezo común de los ermitaños, pero de escaso interés por no estar documentada. Seguimos hasta Arroyuelo donde bajamos a un mirador para ver el Ebro serpenteando por el fondo del cañón. Luego pasamos por Pesquera del Ebro, llamado el pueblo de los escudos por las muchas casonas blasonadas, y por último esta vez desde fuera, la iglesia románica de San Miguel de Cornezuelo.
El día siguiente, el día 12 salimos hacia la frontera con Cantabria, para subir al portillo de la Lunada donde desde un mirador pudimos contemplar y sentir la paz de los valles pasiegos, en la montaña quedaban algunos neveros y en el fondo divisamos el cantábrico entre neblinas.
Nos fuimos a visitar la iglesia románica de Siones del s. XI aunque en los arcos se aprecia el paso al gótico, comida y siesta  en un parque del pueblo y alas 16,30 fuimos a visitar San Lorenzo de Vallejo, nos acompañó a la visita una encantadora anciana con cara de virgen, que nos explicó a su manera los elementos de la iglesia. Nos encantó a todos. La tarde que restaba fue libre, casi todos nos fuimos a Puentedey, pueblo que descansa sobre un puente natural hermosísimo de 15 mts. De altura, el río Mea que ahora corre manso, cambió su curso hace millones de años formando esa maravilla.
Y llegó el día 13 y con él el viaje de regreso, a las 7,30 todos en la puerta despidiendo a la Sra. Olga, y emprendimos el regreso a Sevilla. Salimos con fresco y nubes bajas y fuimos pasando del verde al secano con buen ritmo, a las 18 horas estábamos en casa, contentos de haber pasado un año más unos días de convivencia descubriendo otros rincones de España, culturas y bellos paisajes. Gracias a todos y cada uno por su presencia y singularidad y gracias a Dios que nos mantiene en salud y paz.

Fdo.: Andakana Mayor.