viernes, 23 de noviembre de 2012

Benaocaz a la Casa del Algarrobal. 10-11-2012


A los Andakanos se nos ha puesto difícil el arranque del nuevo curso este año 2012. Después de varios intentos fallidos por causa de la lluvia por fin encontramos un claro el sábado 10 de noviembre.
Fue un grupo reducido pero bien avenido, la niebla nos acompañó gran parte del camino, pero llegando a El Bosque, el cielo apareció limpio, el aire fresco y la luz transparente. Nuestra meta era hacer un trozo de una calzada romana, concretamente la continuación de la que une Ubrique y Benaocaz, que a su vez forma parte de una ruta circular a Ubrique, pero como completa nos parecía demasiado larga, Justo, con unas tijeras mágicas que tiene en su ordenador eligió un trozo y zas, sendero a la medida, este partía de Benaocaz y allí empezamos bajando por unos chorreaderos que nos llevó hasta un edificio abandonado en un enclave de ensueño, estábamos dilucidando que podría haber sido aquello, cuando un joven lugareño que venía con un jumento cargado de leña nos sacó de dudas, dijo que fue en origen un secadero de jamones fracasado y luego un proyecto de hotel rural que también se fue al traste. A partir de ese punto comenzamos a subir hasta un mirador con vistas esplendidas sobre la sierra, Ubrique y Benaocaz destacaban con su blancura en la infinidad de grises de piedras y nubes. En las praderas de de un verde tierno, pastaban ovejas, lanzando al viento balidos y tintineo de cencerros, en el cielo una pareja de buitres planeaban sobre el valle, las piedras mantenían sus pintorescas formas y los botoncillos de oro ponían si nota de color, todo en la naturaleza estaba en su justo equilibrio para hacer a los senderistas  el regalo de su contemplación, que disfrutamos agradecidos.
En la Casa del Algarrobal, que no se porqué se llama así ya que está rodeada de nogales, nos paramos a descansar y comer, no paramos mucho pues un vientecillo fresco nos obligó a regresar antes de lo previsto. El sol se hizo de nuevo un hueco entre las nubes y nos acompañó un rato más en la bajada. Cafelito en El Bosque, en cuyo cielo se paseaban los hombres pájaros, y regreso a Sevilla, el sol nos hizo un último guiño ya desde un horizonte abrazado por su última luz.
Firmado Blanca