A los Andakanos se nos ha
puesto difícil el arranque del nuevo curso este año 2012. Después de varios
intentos fallidos por causa de la lluvia por fin encontramos un claro el sábado
10 de noviembre.
Fue un grupo reducido pero
bien avenido, la niebla nos acompañó gran parte del camino, pero llegando a El
Bosque, el cielo apareció limpio, el aire fresco y la luz transparente. Nuestra
meta era hacer un trozo de una calzada romana, concretamente la continuación de
la que une Ubrique y Benaocaz, que a su vez forma parte de una ruta circular a
Ubrique, pero como completa nos parecía demasiado larga, Justo, con unas
tijeras mágicas que tiene en su ordenador eligió un trozo y zas, sendero a la
medida, este partía de Benaocaz y allí empezamos bajando por unos chorreaderos
que nos llevó hasta un edificio abandonado en un enclave de ensueño, estábamos
dilucidando que podría haber sido aquello, cuando un joven lugareño que venía
con un jumento cargado de leña nos sacó de dudas, dijo que fue en origen un
secadero de jamones fracasado y luego un proyecto de hotel rural que también se
fue al traste. A partir de ese punto comenzamos a subir hasta un mirador con
vistas esplendidas sobre la sierra, Ubrique y Benaocaz destacaban con su
blancura en la infinidad de grises de piedras y nubes. En las praderas de de un
verde tierno, pastaban ovejas, lanzando al viento balidos y tintineo de cencerros,
en el cielo una pareja de buitres planeaban sobre el valle, las piedras
mantenían sus pintorescas formas y los botoncillos de oro ponían si nota de
color, todo en la naturaleza estaba en su justo equilibrio para hacer a los
senderistas el regalo de su contemplación,
que disfrutamos agradecidos.
En la Casa del Algarrobal,
que no se porqué se llama así ya que está rodeada de nogales, nos paramos a
descansar y comer, no paramos mucho pues un vientecillo fresco nos obligó a
regresar antes de lo previsto. El sol se hizo de nuevo un hueco entre las nubes
y nos acompañó un rato más en la bajada. Cafelito en El Bosque, en cuyo cielo se
paseaban los hombres pájaros, y regreso a Sevilla, el sol nos hizo un último
guiño ya desde un horizonte abrazado por su última luz.
Firmado Blanca