A los dos días vino el fatal desenlace y en cuanto nos enteramos por Encarnita, comprendí que el gesto de querer vernos el jueves era como un a modo de despedirte del grupo, representado en este caso por nosotros, que éramos los que te pillábamos más cerca, grupo por cierto al que le distes nombre con el ingenio que te caracterizaba.
Siempre recordaré cuando tu y yo íbamos por los senderos delante del grupo, charlando acerca de nuestras particulares visiones de todo lo divino y humano y cuyas ideas compartíamos; y doy fe que nunca tuviste un mal gesto ni comentaste nada negativo sobre nadie, tú a tu bola y sin problemas.
En fin, creo que ninguno del grupo te olvidará, tus bromas, lo dispuesto que estabas siempre para servir a todos cuando nos sentábamos a tomar algo en un bar, y tu delicadeza al fumar un cigarrillo, que te alejabas para no molestar a nadie y después sacabas tu cajita y guardabas la colilla, así como la de botellas de plástico que te he visto recoger por los senderos -ecologista 100 por 100-.
Tu recuerdo permanecerá en nosotros y uno de los momentos importantes será en las sucesivas cenas de Navidad, rememorando tus estupendas caracterizaciones.
Siempre en nuestros corazones. Adiós.