El lunes 11 de mayo, 9 andakanos salimos hacia el P.N. de
Cazorla, Segura y las Villas, para el almuerzo ya estábamos en Coto Ríos, donde
nos esperaban Marilen y David que se unieron al grupo. Después de un breve
descanso nos fuimos al río Borosa, que corría contento ente pedruscos, en un
recodo bautizamos a Juana que venía por vez primera a estas sierras, y cuando
ya el sol se perdió en las cumbres volvimos al hotel Mirasierra para cena y
descanso.
Martes 12, desayuno a las 7 y salida para la parte alta de
las Villas, recorrimos la parte derecha del Tranco esta vez lleno y esplendido,
vestido de turquesa, por la pista alta atravesamos pinares y praderas hasta
llegar al embalse de Aguacebas de color esmeralda, custodiado por montes de
pinos, allí dejamos los coches y tomamos un sendero que rodea al pantano,
pronto dimos vista a la hermosa cascada de Chorrogil que desciende por una
pared de toba de unos 30
metros , por un sendero escondido en la maleza subimos
hasta el pié de la cascada, que aunque con poco agua tenía su encanto. El sol
pegaba fuerte y corría poco viento, pero nosotros “palante”, a las 14 horas llegamos a donde estaban los
coches y allí con vistas al embalse comimos como señores con café y chupito, gentileza
de los ocupantes de la “Mejorana”. Por la tarde la mayoría del grupo quiso seguir
andando y se fueron a la Cerrada de Elías, que les encantó, y los menos nos
fuimos a disfrutar a la piscina del hotel hasta el reencuentro para la cena.
Miércoles 13, nos vamos hasta otro punto de la sierra, entre
los claros del bosque vimos el majestuoso monte plano llamado “La Mesa” con el
collado de Galán, una de las subidas, pero nuestra meta era el río Guadalentín,
caminamos por una pista que va unos 100 metros por encima del río, pasamos por un
bosque de encinas que soportan calladas el peso de su flores entre piedras
grises de ojos negros, en las praderas la hierba muy verde hacía resaltar el
blanco del espino florido que nos regalaba su suave perfume al pasar. Como el
calor apretó mucho ese día dimos marcha atrás para buscar un sendero más cerca
del río al que accedimos por un prado sombreado donde acampamos, moviéndose
cada uno a su gusto por la orilla del río, algunas buscamos una poza para un
bañito, otros se adentraron por un viejo sendero muy difícil y pronto volvieron
a la pradera para comer y descansar. Nos entretuvimos hasta que pasara el
calor, y con todo, la subida hasta los coches fue dura. Nos pusimos guapos para
cenar y despedir a Enrique y María que se volvían a Sevilla por la mañana.
Jueves 14, salimos hacia Hornos de Segura, en la otra orilla
del Tranco, hicimos una parada en el mirador de Felix Rodríguez de la Fuente
para contemplar el embalse iluminado desde oriente por el nuevo sol, marcando
las sombras en sus aguas calmadas, un poco más adelante desde el mirador de
Bujaraiza, dimos vista a la islita con los restos del castillo del mismo
nombre.
En Hornos también nos acercamos a su mirador para ver la
cola del embalse entrando en el valle emulando un fiordo, fuimos hasta la plaza
del ayuntamiento levantada por obras por lo que el mirador del Aguilón estaba
cerrado. Avanzamos por una pista para dejar los coches en un bosquecillo de
jaguarzo blanco y seguir a pié hasta los baños de Hornos, una parte del embalse
que sirve de playa a los del pueblo, en un recodo dejamos la pista y atravesamos
un bosque encantado donde los duendes juegan con las bolitas de enebro y asoman
sus cabezas entre los arbustos de jaguarzos en flor, los tamarindos, las cañas
y las higueras que de todo había bajo la sombra de los pinos y la caricia del
agua, y por fin llegamos a la zona de los baños donde nos acomodamos en una
colinita donde corría el viento entre los pinos, las más valientes pronto
estuvieron en el agua y allí encontramos el sitio ideal para esperar que se
aplacara el calor y volver a los coches donde un alma caritativa había puesto a
refrescar cervezas en la Mejorana, para gran alegría de todos. De regreso intentamos entrar al parque
cinegético, pero cuando llegamos, además de estar ya cerrado nos encontramos
que el lugar había sido privatizado y la entrada restringida a los que pagaran
9 €, Encarnita y Justo para los que el parque es parte de su vida les sentó
fatal esta novedad, así que no volvimos, y los que ya lo conocíamos guardamos
el recuerdo de cómo fue en un tiempo pasado. Para la cena ya teníamos
incorporados a Mari Trini y Juan Manuel como esperábamos.
Viernes 15, nos vamos hacia el Pico Cabañas, el punto más
alto por el lado de Cazorla, 2025 metros , pero antes nos paramos en el
nacimiento del Guadalquivir o donde se dice que nace, pues este viene formado
por varios arroyos que bajan por la Cañada de las Fuentes hasta formar en ese
punto un riachuelo que irá creciendo en su caminar hasta formar el Río Grande
que también conocemos, avanzamos un poco más en los coches hasta el camino que
nos llevó al Tejo milenario, que se encuentra más allá de un bosquecito de
pinos, donde la altitud y la umbría favorecen a esa especie que puede vivir
miles de años.
En el ascenso a partir de los 2000 metros se encuentran
los señores de las alturas, esos pinos negros de siluetas tan variadas que
hasta los secos resultan hermosos, vimos muchos en el camino hacia la cima del
Cabañas, en el mirador del camino vimos ya en el horizonte la silueta blanca de
Sierra Nevada, y ya en la cumbre encontramos la vegetación adaptada a la altura
como el pequeño jaguarzo, los piornos, o los alisos y la violeta de Cazorla,
que vimos cobijadas entre las piedras. Desde la cumbre vimos las cañadas de
pinos jóvenes y el turquesa del embalse de la Bolera alimentado por el río
Guadalentín en el que ya habíamos estado.
Después de un descanso nos fuimos hacia Puerto Llano, para
buscar el camino que nos llevaría a la cerrada del Utrero y descubrir un nuevo
paisaje de paredes gris y ocre por la que se desliza la cascadita del arroyo
Linarejos para unirse al Guadalquivir ya adolescente y un poco revoltoso, desde
un pequeño embalse, que hicieron para recoger aguas para el salto de una
central eléctrica del Valle, hoy deja caer una cortina de agua por una pared
deslizante. Un rincón hermoso para un paseo tranquilo.
Para ganar tiempo nos fuimos a Coto Ríos para cenar, ya que
el día había sido largo, pero tardaron mucho en servirnos y nos acostamos más
tarde que nunca.
Sábado 16, cuatro del grupo se quedaron para un día de relax
y el resto nos fuimos hacia Las Villas para buscar la senda que nos llevaría a
la cumbre del Blanquillo de 1830
metros , dejamos los coches junto al area recreativa del
río Aguacebas de Gil Cobos y empezamos el camino, primero por una pista
sombreada junto al río que saltaba las piedras custodiado por bosquecillos de
boj y varas de gamonitas en flor, en un recodo se nos cruzó un gamo que nos
miró con curiosidad, en un punto las paredes rocosas se juntaban para formar la
cerrada de San Ginés, después seguimos caminando por un bosque de pinos con el
suelo acolchado por las agujas y un tanto resbaladizo, hasta llegar al collado
del Peneroso donde salimos a cielo abierto para alcanzar la cumbre por la cuerda,
sorteando las peñas grises adornadas generosamente por la violeta de Cazorla
que nos alegraron el duro caminar. Una vez en el punto geodésico descanso,
fotos y contemplación del grandioso paisaje, y como allí no había ni gota de
sombra emprendimos la bajada después de compartir un trago de vino con unos
cordobeses enamorados también de Cazorla que habían llegado al pico.
A la sombra de un gran pino con vistas al pueblo de
Villacarrillo nos comimos el bocadillo y tras un breve descanso bajamos rápido
hacia la Mejorana que una vez más nos invitó a cerveza fresca que gustamos
tendidos bajo un hermoso ciprés. Volvimos por la orilla derecha del Tranco y
pronto estuvimos en el hotel, donde los cuatros del “sendero suave”, ya estaban
peripuestos para la cena de despedida, cambiamos impresiones y fotos, ellos
estaban contentos porque los animalitos habían comido en sus manos y habían
hecho un recorrido agradable por el parque cinegético, los de la montaña más
cansados pero también contentos.
Domingo 17, desayuno a las 8,30 y salida para Sevilla, en el
mirador del puerto de las Palomas, nos despedimos y contemplamos una vez más el
silencio de las cumbres y la vida sigilosa de los bosques, una vez más gracias
a la naturaleza, a la vida y a Dios por los momentos hermosos, buen verano a
todos, salud, armonía y Paz.
Fdo.: Blanca
Andakana Mayor