lunes, 12 de noviembre de 2018

Real de la Jara a la ribera del Cala y regreso. 3-11-2018

El paisaje era de lo más bucólico, un castillo medieval coronando una colina verde de pastos donde se descolgaban algunos caballos blancos por sus laderas, el cielo era azul en el que se paseaban algunos cúmulos, y al pie de la colina las primeras casas del pueblo, sin faltar la iglesia con su torre, y una buganvilla derramada sobre el muro blanco de una casa para que no faltara una nota de color, y para completar este cuadro allí estábamos 9 andakanos para hacer un sendero a la Ribera del Cala.
Salimos del pueblo por una vieja carretera que discurre entre dehesas silenciosas donde pastaban rebaños de vacas, hasta llegar a un punto donde dejamos la carretera y seguimos por un sendero que acompaña al río Cala que corre silencioso y oscuro entre cañaverales rojizos en sus orillas, como rojizo era el pelaje de las vacas que allí pastaban, una de estas vacas con su cencerro al cuello nos esperó debajo de una encina para hacerse la foto, ¡muy coqueta ella! En un recodo del río encontramos el centro de interpretación del parque, pero estaba cerrado y no pudimos verlo, seguimos por un área recreativa con sus columpios, mesas y barbacoas donde la gente puede pasar un buen día de campo.
Llegamos a un portalón que abrimos y cerramos después de pasar, y entramos en un sendero que atraviesa dehesas privadas donde los cerdos se preparan gozosos para que un día los humanos podamos gozar de su sabrosa carne.
La ruta fue cómoda y circular pero al final teníamos ganas de ver la silueta del pueblo que por fin apareció. Nos fuimos a comer a “la Cochera”, no fue la mejor comida pero la disfrutamos igualmente, y una vez repuestas las energías nos animamos a subir al castillo, que estaba muy acondicionado para eventos culturales. Desde sus almenas divisamos los campos y las colinas dibujadas en el horizonte y el pueblo blanco derramado a sus pies.
Regresamos a los coches y nos despedimos hasta la próxima, contentos y agradecidos por haber disfrutado un día más del silencio de las dehesas, de la amistad compartida y del sol generoso que nos acompañó.
Fdo.: Blanca
Andakana Mayor