El 2 de diciembre de 2017, once andakanos tomamos el camino
hacia Ronda, en una mañana soleada y fresca. Después de una parada para el
desayuno, seguimos camino hasta dejar los coches en plena sierra, junto al
sendero del “Cordel de Morón”, una ruta nueva, que nos llevó primero por un
bosque de pinos piñoneros de copas altas y cimbreantes, siguió otro bosque de
encinas que se prolongó por unas colinas de prados verdes con alguna que otra
encina aislada, en una de ellas especialmente bonita, nos hicimos una foto de
grupo.
Pasamos luego a una zona más salvaje con un senderito casi
perdido entre jaras, retamas, romero, lentisco y mejorana que ofrecían olores a
nuestro paso, llegamos al lugar que buscábamos, el mirador de las Toscas, este
no era más que un claro a media ladera que dejaba ver un profundo barranco por
donde desciende el arroyo de Las Toscas para regalarle sus aguas (cuando las
lleva) al río Guadalete. Estando allí parados una pareja de buitres vino a deleitarnos
con su majestuoso vuelo en un cielo azul. Regresamos con nuestros bocatas en la
mochila, porque ni el aire fresco ni el suelo húmedo nos invitaban a sentarnos
allí, así que fuimos a buscar comida y refugio a la venta El Arenal, donde
tomamos algo ligero bajo techo protector.
La carretera que cogimos para El Bosque, nos deleitó con sus
praderas verdes donde pastaban vacas, corderos y cabras, Zahara de la Sierra
nos mostró su gallardía entre dos azules, y llegamos a El Bosque donde nos
instalamos en el hotel Enrique Calvillo, donde un año más celebraríamos la cena
de Navidad, esta sería a las nueve.
A los once, se agregaron Marilen y David que vinieron
directos desde Sevilla, en la cena seguimos el protocolo habitual, entrega de
postal navideña de Encarnita y Justo y la entrega del diploma/foto al andakano
del año, que este año ha sido Juana, la chica coronada de sol que hemos acogido
en el grupo con cariño, El maestro Juan Manuel sacó su repertorio de
villancicos, esta vez reducido porque traía la novedad de unas canciones de
nuestra época, que solo iniciamos, pues nos llamaron la atención por el ruido,
ya que habíamos pasado de las 12 hacía rato, el “zumo sacerdote” José Francisco
recitó los conjuros previos a la queimada que este año tenía aparejada la
ceremonia de hermanamiento de los andakanos, que consistía en meter la mano
desnuda en el fuego, ¡sin quemarse! Algunos fueron decididos, otros mojaron un
dedo y otros se resistieron, pero el hermanamiento quedó firmado con fuego, y
con el calorcito de la queimada los hermanos nos fuimos a la cama.
El domingo 3 después de un relajado desayuno, acompañados
por un viento frío y desapacible, nos fuimos al sendero que acompaña al río
Majaceite desde El Bosque a Benamahoma que aunque conocido de otras veces nunca
lo habíamos hecho con sus colores de otoño, fue un caminar relajado,
disfrutando de cada rincón mágico, de la alfombra dorada que cruje bajo los
pasos, del cantar del agua bajando alegre por los guijarros, de las higueras a
las que le cuesta desprenderse de sus últimas hojas, y de la alegría de los
niños que sus padres habían traído a este lugar encantado.
En Benamahoma encontramos a Loli y Miguel que vinieron a
compartir comida y amistad en un bar del pueblo. Desde allí nos dispersamos en
varias direcciones, 3 valientes, las más jóvenes, volvieron por el mismo
sendero para prolongar el gusto de ese lugar especial.
Un año más la vida
nos ha regalado un fin de semana precioso, nos sentimos agradecidos y contentos
de poder disfrutar de la naturaleza en tan buena armonía y amistad. Deseamos
que la Navidad sea para todos y cada uno de los andakanos días de amor, alegría
y Paz.
Fdo.: Blanca
Andakana Mayor