viernes, 30 de marzo de 2012

Alhaja y sus aldeas. 24-3-2012


Diez andakanos nos dimos cita en un día que amaneció nublado y con una temperatura agradable. Los pronósticos no eran buenos, pero salimos con la ilusión de que las previsiones meteorológicas se equivocaran, de hecho, aunque nublado, el cielo era claro hasta llegar a Casa Paco donde desayunamos muy bien como es nuestra costumbre.
Nada más desayunar y cuando habíamos cogido los coches para ir hacia la Peña comenzaron a caer unas gotas cada vez más persistentes. Justo propuso llegar a la Peña y dependiendo de si seguía lloviendo o no, decidir alguna alternativa.
Aunque creo que existía desde el principio, a partir de aquí se traslucía en el ambiente una tibia división del grupo en dos bandos, uno a los que se les notaba un deseo de que la lluvia aumentara para justificar el dejar la ruta e ir flechado a un restaurante, eran estos los que tenían la rara facultad de unírseles con hilos invisibles el estómago al cerebro, otros que carecíamos de estas propiedades abrigábamos constantemente la esperanza de que escampara para poder hacer la ruta y si no escampaba, comenzarla hasta donde pudiéramos.
Una vez allí, como eran tan solo unas gotas, preparados con chubasqueros decidimos por fin comenzar la ruta.
La lluvia no deslució en absoluto la belleza del lugar, en la que si no vimos todos los tonos a los que nos tiene acostumbrada la sierra de Aracena, sí pudimos contemplar una frondosidad, color y olores magníficos, únicamente tuvimos que tener cuidado de no resbalar por el terreno pedregoso, pues efectivamente la lluvia, aunque suave, no nos abandono en todo el camino.
La comida por supuesto no pudo ser en el campo, así que volvimos al pueblo y comimos en el hogar del pensionista, ¡y muy bien por cierto!, queso de cabra gratinado con mermelada, ¡exquisito!, croquetas, huevos con jamón y todo eso regado con cerveza y vino, ¡no nos privamos de nada! aderezado además con buena conversación.
Terminamos el día tomando un café con unos pasteles que Marilen compro, otro rato de tertulia en buena compañía.
Hasta la próxima.....
Fdo: Conchi

miércoles, 14 de marzo de 2012

Montejaque al pico Ventanas 10-3-2012


Ruta Montejaque al pico Ventanas, esta era la ruta programada que arranco por bulerías en una praderita de lirios al pie de los riscos milenarios, lo que recordó a María un lirio que se paseaba entre las olas del mar, al que su “enamorao” a “nao” quiso alcanzar… La voz honda y clara de María nos regaló este fandango que nos empujo al ascenso.
Justo sabía dos caminos para llegar al pico, y optó por el más fácil, y así fue hasta llegar al pedregal que nos llevaría a la cumbre del Ventanas, esta sin duda se había quedado abierta pues se levantó un viento frío de mucho cuidado, el aire trajo nubes y el cielo se volvió tan gris como las piedras de la sierra que alcanzaron una silueta mucho más imponente. Nosotros hacia arriba, saltando piedras y esquivando huecos, y en las pausas contemplando el hermoso valle que teníamos a la derecha que cada vez se hacía más pequeño y más cercano el cielo. Ya casi llegábamos al Ventanas cuando oímos decir ¡alto!, Mercedes se ha caído, y aunque no es nada grave no puede seguir, casi al mismo tiempo también Joaquín va al suelo despellejándose el meñique, los que andábamos más altos bajamos para ver que hacíamos con el 33,3 % del grupo accidentado, nada grave pero decidimos bajar, era conmovedor ver a Mercedes cogida de la mano de Justo saltando obstáculos muy despacito hasta llegar al llano, allí buscamos un sitio para el ágape, el pan cada uno puso el suyo y el vino corrió de mano en mano hasta que agotamos la bota. Después de una siestecita, muy apreciada por algunos, seguimos bajando hasta los coches, en el cielo había vuelto el azul y los árboles frutales nos regalaron la vista con sus flores, volvimos a los campos de lirios y subimos a los coches, tomamos café en la misma venta donde habíamos desayunado, un sitio sencillo y silencioso a 7 kms de Montejaque. Regresamos a Sevilla dejando atrás la invisible serenidad de la sierra y sus valles.
Fdo.: Blanca  

sábado, 3 de marzo de 2012

Los Marines - Navahermosa - Talenque. 25-2-2012


La sierra estaba sedienta, los matorrales tristes, buscando es poca humedad que queda entre las piedras, ese era el aspecto que encontramos los andakanos este 25 de febrero de 2012 en nuestro sendero desde Los Marines a Navahermosa, y… ¡bingo! alcanzamos el número de 10, después de dos salidas bajo mínimos. Entre los 10 un nuevo andakano, lo trajeron Loli y Miguel y se llama José Andrés, fue acogido con la sencillez y autenticidad características del grupo.
El recorrido fue comodo entre dehesas de encinas y hermosos alcornoques con sus troncos rojizos y sus brazos abiertos buscando el azul. Llegamos a Navahermosa, un pueblo pequeño con sus casas humildemente blancas sin demasiado encanto, eso si, tienen una bonita iglesia del siglo XVI que después de varias remodelaciones conserva una fachada blanca donde se ha respetado el pórtico y el campanario de ladrillo con símbolos marianos y eucarísticos tallados en ellos. En el suelo la primavera había anticipado una alfombra de margaritas blancas. Era la hora de repostar fuerzas y dos voluntarios fueron a explorar las posibilidades, pero el pueblo no tenía mucho que ofrecer, salvo el “salón social” una especie de almacén con un par de mesas y algunas sillas, eso si, cerveza fresca y mosto del Condado a precios populares. Un grupo de lugareños allí reunidos nos dio la bienvenida a su manera, y nos instalamos allí a nuestras anchas, todos contentos pues comimos y bebimos cómodamente sentados. La siesta fue en el Talenque, un lugar de esparcimiento a medio km del pueblo.
Regresamos por un sendero que no era tal o se había perdido por falta de uso, gracias al Gps atravesamos un campo desnivelado con mucha hojarasca y zarzas hasta que por fin retomamos el camino decente. Una luz dorada iluminaba los contornos quebrados de la sierra, cuando llegamos a Jabuguillo, allí fuimos obsequiados en casa de Paquita y Juan con una exquisita merienda con productos monjiles que sabían a “Gloria” y un anís serrano que te abraza y reconforta. Cuando salimos a los coches una hermosa luna custodiada por Júpiter y Venus, lucia en el cielo, y un sin fin de estrellas nos acompañaron en nuestro regreso a Sevilla. Fue una vez más un día hermoso, vivido en una serena naturaleza y una cálida amistad. Gracias a los “jabuguillanos” por su generosidad, a la vida que aún nos tiene, y a Dios en el que todo Es.
Fdo.: Blanca