martes, 31 de diciembre de 2019

Fin de curso en Benasque. 2 al 8-6-2019


El día 1 de junio de 2019, Sevilla se vistió de esplendor patriótico con el desfile de las fuerzas armadas, al día siguiente los andakanos emprendimos, un año más, el camino hacia el norte para el viaje de fin de curso. De los 8 que seríamos quedamos 7, Juana se quedo atrás por asuntos propios.
Salimos por la ruta de la Plata, acompañados por campos de girasoles, adelfas y retamas, y un horizonte prometedor. Subimos a Medinaceli para comer, esa ciudad histórica encaramada en un altiplano, con su arco romano, sus casonas de piedra, sus plazas recoletas y ese Cristo asidero de fe, donde tantas veces nos hemos parado. Seguimos camino por paisajes cambiantes hasta llegar al desfiladero profundo que el río Esera fue erosionando en miles de años y que ahora nos conduce hasta el valle de Benasque con sus campos de trigo y sus huertas, custodiados por los picos pirenaicos que a nuestra llegada se perdían en el último resplandor de un atardecer luminoso, tomamos posesión de casa “Pichuana” y nos fuimos a buscar la cena en un pueblo solitario.
En nuestra primera salida, partimos del pueblo hacia un sendero circular llamado de los tres barrancos, cruzamos el río y comenzamos la subida por un sendero estrecho entre hierbas altas y ramilletes de pequeñas flores de colores y formas diversas, tan preciosas como las que los frailes medievales utilizaban para iluminar los libros de horas de beatos y reinas. Seguimos subiendo por media montaña hasta llegar a los barrancos formados por la erosión de glaciares cuaternarios, disfrutamos del paraje abrupto y rocoso, avistando en las paradas el valle y el pueblo de Benasque, en forma de abanico abierto, hacia el que emprendimos el regreso que fue duro por el fuerte desnivel y las piedras sueltas del sendero, al llegar al pueblo, el plan de compras para hacer la comida en la casa quedó aplazado y nos fuimos a comer al centro en el sitio que nos indicó un lugareño. Por la tarde disfrutamos haciendo las compras que trasladamos en dos carros del super hasta la casa, Joaquín nos preparó una rica ensalada para la cena sellada con chupito de hierbas.
El martes 4 nos fuimos todos en la autocaravana hasta Los Llanos del Hospital, donde la dejamos y empezamos la subida hacia los “montes malditos” nuestra meta era la sima de “Forau d’Aigualluts”, un lugar impresionante donde se recoge las aguas que bajan del Aneto, custodiadas por farallones verticales, estas aguas forman una laguna superficial que se escapan bajo tierra, por un gran agujero, para salir 4 kilómetros más adelante para alimentar, en Francia, el río Garona. Seguimos para ver la cascada que veíamos entre los árboles  y descubrimos una nueva maravilla, la cascada que bajaba a toda prisa desde el pico del Aneto, atravesaba un nevero de 2 metros de espesor y salía unos metros más abajo formando un túnel de nieve para seguir cayendo hacia la laguna de abajo, un poco más arriba nos encontramos con una pradera muy verde donde múltiples arroyuelos confluían para  alimentar la cascada, y en el fondo se erguía soberana la silueta piramidal del Aneto sobre un cielo azul. Dejamos allí montañas y cascadas y emprendimos la bajada por senderos escalonados entre hayas, abetos y pinos alternando con praderas verdes colonizadas por narcisos, árnicas y botones de oro que hacían casi invisibles otras flores minúsculas, y en las zonas más húmedas las rocas desnudas cubiertas de esponjosos líquenes, de la fauna invisible que habitan en los montes vimos algunas marmotas paseándose por las praderas. Un día hermoso con ráfagas de viento.
El miércoles 5 como amaneció lloviendo aprovechamos para culturizarnos, todos en la “Mejorana” hasta el pueblo de La Roda de Isabena, uno de los más bonitos de España aunque solo tenga 20 habitantes, calles pintorescas con arcos de piedra y pasadizos estrechos, casa blasonadas y balcón asomado al valle, pero la joya del pueblo es su catedral románica del siglo XII, aunque tiene una nave gótica del XVI y un coro del XVII, su originalidad radica en la cripta abierta sostenida por arcos y el sepulcro de San Román con sus figuras talladas de la vida de Cristo. Hicimos una parada para comer y seguimos hasta el vecino valle de Bái para visitar la iglesia románica de San Clemente de Tahull con su esbelta torre, famosa por sus frescos románicos que para nuestra sorpresa ya no están allí sino en un museo en Barcelona. Con las tecnologías modernas han conseguido camelar al público proyectando sobre las paredes desnudas los frescos auténticos, por los que fue incluida por la Unesco patrimonio de la humanidad. De regreso a Benasque hicimos una parada en el lago de Eriste, donde un cisne solitario vino a saludarnos.
El jueves salimos del pueblo a pie, cruzamos el Esera que seguimos en su curso por un llano y sombreado sendero donde abundaban los cantos rodados, un rebaño de ovejas esperaba su turno en el campo de baloncesto, era el primer rebaño que encontramos, llegamos al pueblo de Anciles con sus casas nobles y su silenciosa quietud, y seguimos caminando hasta el embalse de Eriste que se alimenta de las aguas rápidas de los neveros que aprovechan para electricidad, el sendero seguía por la selva de Conques por caminos en galería donde se filtraba la luz vibrante entre las copas de los árboles, en los claros aparecían pastizales y flores alpinas, en esta zona eran abundantes las cicutas u orilleras, esas flores blancas como de encajes esparcidas en el verde, llegamos de nuevo a Anciles y seguimos hacia Benasque donde llegamos a tiempo para comernos el bocadillo en casa, descansamos y por unanimidad decidimos que era el día ideal para las tradicionales poleás que nos supieron a gloria ya que el producto rey es el cariño con el que están hechas.
El viernes 7 amaneció de nuevo lloviendo, pero con buen pronóstico para la tarde, así que nos fuimos de paseo por el pueblo mientras Joaquín nos preparó un arroz con pollo y verduras para chuparse los “deos”, un descansito y todos de nuevo a la “Mejorana” para subir a Cerler, el pueblito donde se encuentra la estación de esquí de Benasque, desde allí partimos para la ruta de las tres cascadas, entramos por un sendero en galería donde abundaban los espinos blancos floridos tan grandes como árboles, luego salimos a un gran barranco abierto al cielo y en el fondo saltando enormes rocas bajaban las espumosas aguas de las cascadas, a las que pronto dimos vista, bajaban estas por las gargantas verdes altas y esbeltas, pero la más espectacular la encontramos al fondo que se desplegaba como velo de una novia sobre la roca oscura, arrancando con su fuerza gotitas de agua que llegaba a nosotros en forma de lluvia, después de contemplar tan belleza regresamos por el mismo sendero al punto de partida, cenamos pronto y nos fuimos a preparar el regreso, esta vez a casita. De los 7 hubo 3 que se fueron para otros puntos del norte, y solo el coche de Miguel, con Loli, Mercedes y Blanca bajamos al sur.
Ha sido un fin de curso lleno de imprevistos, pero no por eso ha dejado de ser rico, por la convivencia amistosa y por esa naturaleza siempre sorprendente que te lleva a pensar que detrás de tanta belleza real, tal vez haya una fuerza espiritual invisible que envuelve los lugares de magia y nos da la energía suficiente para seguir caminando en nuestro día a día.
Gracias a todos y cada uno por su presencia, y para otro año ¡animaros que celebraremos los 20 años del grupo!
Fdo.: Blanca
Andakana Mayor

sábado, 28 de diciembre de 2019

Navidad senderista, Barrancos (Portugal) 14 y 15-12-2019


En Madrid una adolescente sueca ha movido las conciencias, y ha reunido a los mandatarios de las naciones en una cumbre sobre el cambio climático, en Sevilla ángeles de luz anuncian con sus trompetas que la Navidad está cercana, y por la carretera de la sierra de Aracena 12 andakanos se dirigen hacia Encinasola para celebrar esta vez, la cena navideña, y los 20 años del grupo. Nos dirigimos al país vecino, Portugal, y en el pueblo fronterizo de Barrancos dejamos los coches para irnos a senderear por la ruta de los “contrabandistas”, que atravesaban los montes con sus mercancías a cuestas, para ganarse así un pan “mu sudao”.
El cielo estaba gris con algunos girones de luz, y el paisaje de encinas y alcornoques, también parecía grisáceo y hostil, hacia medio camino el río Múrtiga nos cortó el paso, y no es que trajera mucha agua, pero no nos atrevimos a cruzarlo a pie, entonces decidimos subir a la carretera monte a través y caminar luego unos kilómetros por el asfalto y buscar de nuevo su curso.
Por esos montes que los contrabandistas cruzaban a su antojo, los nuevos dueños han puesto alambradas y vallas con cerrojos y hasta con un extraño candado. Ante estos obstáculos no nos amilanamos como en el río y bien por arriba o bien por abajo salvamos los impedimentos y seguimos camino, algunas reconfortadas con el abrazo masculino recibido a cuerpo entero.
Una llovizna fina nos acompañó en carretera, y el grupo cambió de color sacamos impermeables.
Retomamos el camino serrano, y algunos claros en el cielo vistieron de infinitos tonos de verde el paisaje, y en el horizonte las siluetas azules de la sierra se hicieron más cercanas. Comimos el bocadillo junto al río, sentados en húmedas piedras, y continuamos la marcha por los montes donde el aire nos trajo balidos de ovejas que salían de sus cercaos en busca de la merienda, después de 17 kilómetros de marcha llegamos a Encinasola donde El Rincón del Abade nos dio cobijo.
La celebración navideña la iniciamos a las 21 horas, tras la cena hubo reparto de las camisetas conmemorativas de los veinte años del grupo, se entregó la  foto de senderistas del año, esta vez le correspondió a Concha y Damián, hubo palabras emotivas de Encarnita evocando a los ausentes, un menú degustación, muy acertado, pequeña dosis de villancicos, y el conjuro, esta vez con estribillo para el coro, de la queimada que con tanta seriedad y cariño nos prepara José Francisco, con la que cerramos la noche.
El domingo, 15 de diciembre, nos dimos cita a las 9 horas para el desayuno, saldadas las cuentas nos fuimos en los coches a buscar el Parque de Naturaleza Noudar, en el país vecino, llegamos a los pies del castillo del mismo nombre donde dejamos los coches, y vimos descender un chorro de ciclistas a la velocidad del Ave.
Subimos al castillo, que tiene un gran perímetro de muralla, y que más que función de castillo era un lugar de refugio de los lugareños al abrigo de su señor que había conquistado el sitio a los árabes al principio del siglo XII, detrás del castillo comenzaba el sendero entre bosques de encinas, con matorrales de lentisco, jaras y abundantes espárragos de los cuales nos comimos con gusto sus tiernos retoños. Las vistas eran muy hermosas, ya que había más luz que el día anterior, y los verdes lucían más vivos, y abajo se abría paso el curso plateado del río, al cual nos acercamos para contemplar el abrazo del Múrtiga y el Ardila para buscar juntos al Guadiana. Al regreso, la subida hacia el castillo se nos hizo más pesada, pero en las inmediaciones de los ríos una manada de caballos salvajes nos alegró el ánimo con sus figuras gráciles y sus colas al viento, de hecho, todo el parque de naturaleza está lleno de vida animal, encontramos rebaños de ovejas, camadas de cerdos, rebaños de vacas con sus terneros colgados de sus ubres y como colofón los caballos.
Temíamos no llegar con tiempo para comer en Portugal, pero en Barrancos el camarero del restaurante “El Mirador” pronto nos montó la mesa y nos sirvió sus bacalaos y todo lo demás, terminamos con chupitos, atención de la casa, y nos fuimos calentitos a los coches, cambiamos de carretera para la vuelta, y pasamos por los pueblos de la rivera del Cala con sus iglesias iluminadas y sus adornos navideños. Un año más, y ya son 20, los andakanos celebramos la cena navideña, los ausentes también estuvieron presentes. Que todos disfrutemos estos días con salud, Alegría y Paz.
Firmado: Blanca
Andakana Mayor.

lunes, 16 de diciembre de 2019

Los Marines a Fuenteheridos por "el Pico de la Era" y regreso 30-11-2019

El último día de  noviembre (S. Andrés) nos  dimos cita en  el lugar de costumbre tan solo 4 andakanos, pero por desgracia Blanca no pudo venir por un  asunto familiar.
Nos dirigimos a casa Juanito en Arroyo de la plata donde nos esperaban Justo y Encarnita para dar cuenta del magnífico desayuno que todos conocéis.
Ya en un solo coche, los 5 nos dirigimos a “los Marines”. La ruta prevista parte de Los Marines para llegar a Fuenteheridos por “el pico de la Era” y regreso ha Los Marines.
A ambos lados del  camino el otoño nos regaló una alfombra de hojas  de castaños  en diversos colores y la naturaleza siempre caprichosa unos árboles de tallos magníficos.
Llegamos  al pico de la Era (912 m) con un poco de esfuerzo pero mereció la pena, las vistas en 360º eran espectaculares. Divisamos  Linares de la sierra,  Alájar  y la peña de Arias Montano.
Con nosotros iban haciendo el mismo camino otro grupo de senderistas (más jóvenes) y a la vuelta en Los Marines volvimos  a coincidir con ellos y nos comentaron que flipaban con nosotros de como íbamos subiendo y máxime cuando  Mercedes les dijo la  edad que tenía.
En Fuenteheridos la plaza del Coso estaba muy  animada con un mercadillo de productos  de la tierra. Comimos en  casa Rafa en la misma plaza.
Vimos por el camino muchos madroños, cantidad de setas de todo tipo, lentiscos, hasta un pino que había nacido en el tronco ya seco de un castaño.
Cuando el sol ya declinaba volvimos  a Arroyo de la plata  a recoger el otro coche y ya para Sevilla donde nos faltaba por vivir una odisea al equivocarnos de salida para dejar a Mercedes, que se tomó el despiste de Damián con su característico buen humor.
Un día de convivencia extraordinario en el que echamos de menos a todos los demás del grupo. Hasta la próxima.
Fdo.: Conchi

martes, 19 de noviembre de 2019

El Castaño de Robledo a Alájar y regreso. 9-11-2019

Sábado 9 de noviembre de 2019, España reflexiona para entender a cual de los candidatos que se presentan a las cuartas elecciones en cuatro años, que menos daño causen a la Nación; y los Andakanos salimos una vez más a respirar ese aire más limpio que nos ofrece la naturaleza. Nos fuimos a Castaño de Robledo, donde dejamos los coches y emprendimos el camino hacia Alájar entre castaños y alcornoques que se abrazaban en sus copas, formando una techumbre de hojas por donde el sol filtra su luz en un juego de luces, sombras y hojas que se desprenden para jugar a mariposas y caer al camino y formar una mullida alfombra.
Llegamos a Alájar después de pasar el Calabacino con sus tejados rojos escondidos en la arboleda, el pueblo lo saludamos desde lejos y regresamos a El Castaño, donde comimos en una venta del cruce muy sencilla pero con buena comida casera, “Cinta“, nos atendió a su manera primitiva los platos caseros que todos apreciamos, porque nos recordaban el sabor de nuestras casas, alubias con chorizo, arroz con tomate, costillas en salsa, algunas más sibaritas optaron por jamón y queso. María Luisa, siempre tan generosa nos convidó a una tapita de salchichón, su manjar preferido.
Finalmente nos fuimos a Aracena a tomar café y pasteles de Rufino, como corresponde cuando se va a ese pueblo. Un rincón de la cafetería lo convertimos en probador de camisetas, encontramos las tallas muy pequeñas, o ¿será que nos vemos menos gorditos de lo que estamos?
Tomamos el camino de vuelta, cada uno de los 11 con una hermosa granada del jardín de “los guías” fruta que con sus granos simboliza la unión que deseamos no se rompa en España. Paz y confianza para todos.
Fdo.: Blanca
Andakana Mayor

lunes, 4 de noviembre de 2019

Inicio de curso 2019-2020. Algar


Los Andakanos veinteañeros hemos comenzado el nuevo curso de caminos; ¿Cuándo? El viernes 25 de octubre. ¿Dónde? En la sierra de Cádiz. ¿Cuántos? 12 más 1. ¿El tiempo? El mejor.
Nos acercamos a una sierra que despuntaba por encima de nubes bajas como anuncio de los tiempos, que nos relajó mucho después de haber dejado Sevilla con un tráfico imposible, finalmente llegamos a Algar, un pueblecito serrano con mucho encanto, y que sería el punto de salida de nuestros senderos. En la plaza de toros nos esperaban dos ediles del ayuntamiento que nos hicieron fotos para el Facebook del pueblo. Recorrimos las calles hasta el ayuntamiento donde después de pedir permiso nos dieron las llaves para entrar en la zona turística del “Tajo del Águila” dentro del parque natural. Visitamos la iglesia con su virgen de Guadalupe, muy venerada y vinculada a la historia migratoria del pueblo.
Llegamos a la cancela para acceder al complejo turístico, y nos encontramos con casitas blancas diseminadas por los montes y en el fondo un remanso de azul y esmeralda serpenteando entre la tierra morena, era el pantano del Guadalcacín, intentamos bajar hasta él por un sendero poco firme, retrocedimos para buscar otro más seguro que encontramos y por donde bajamos hasta el embarcadero. En el recinto encontramos restos de un acueducto romano que llevaba el agua de los manantiales serranos hasta Cádiz.
Al regreso, al intentar abrir el candado para salir del complejo, la llave no quería entrar, pensamos que alguien nos había gastado una broma metiéndole un palito, los hombres intentaron hurgar en el agujerito, pero nada, la llave no entraba. Echamos el alto a un vecino que salía con su coche. Paró y después de intentarlo, dijo que el candado estaba roto, llamó al teniente alcalde que vivía cerca y este revestido de autoridad cortó la cadena y fuimos liberados.
En la plaza del pueblo tomamos café antes de partir para El Bosque donde nos alojamos en Casa Gil, salida para cenar en un bar del pueblo y descanso.
El sábado 26 desayunamos junto al río y salimos para algar donde teníamos prevista hacer la ruta del “Cerro del Gallego”, y para allá nos fuimos, el primer tramo fue por carretera y luego un sendero entre fincas rústicas con ganadería ovina y caprina con sus correspondientes y ruidosos perros. En el camino había muchos cardillos secos y algunas encinas  solitarias en medio de una tierra parduzca y sedienta. El calor apretó, y como el camino no era el más bonito decidimos volvernos, y en algar nos entramos en el primer bar que encontramos para buscar cerveza, y dada la hora optamos por buscar donde comer por allí mismo.
Después de la comida nos fuimos para Zahara de la Sierra, con la idea de disfrutar de sus encanto una vez más, pero no fue posible aparcar y continuamos hacia el puerto de Las Palomas. Subimos al mirador para disfrutar el paisaje y al bajar una familia de Cabras montesas habían bajado a saludarnos y aprovecharon para posar ante una enorme cámara que alguien manejaba escondido detrás de un árbol, seguimos hasta Grazalema donde tampoco pudimos aparcar, algunos compraron dulces y queso, saludamos al toro de cuerda y seguimos para El Bosque. Cenamos los bocadillos del mediodía regados eso sí, con un buen tinto que Enrique Cortes se encargó de comprar.
El domingo 27, desayunamos en El Bosque y desde allí emprendimos uno de los senderos más bonitos de la sierra, “El Majaceite”, con su bosque en galería, sus recónditos rincones donde canta el agua saltando en pequeñas cascadas las piedras milenarias donde Venus dejó prendida su cabellera, cruzamos puentecitos, y mucha gente que como nosotros disfrutaban el camino, en un recodo apareció un pequeño jabalí que por un rato fue la estrella que todos querían fotografiar.
En Benamahoma subimos una gran cuesta para llegar al Bar González donde comimos muy bien los productos del lugar.
Regresamos tempranito a Sevilla contentos una vez más de haber disfrutado de estar juntos y de esa naturaleza que no deja de sorprendernos con colores, formas, olores, sonidos y cielos infinitos, promesa de luz y paz.
Fdo.: Blanca
Andakana Mayor

lunes, 25 de marzo de 2019

Las Navas de la Concepción-Rivera Ciudadeja-Ermita de Belén-Camino del Túnel-Las Navas de la Concepción. 23-3-2019


Ruta circular de algo más de 14 km. de longitud que realizamos el 23 marzo 2019 Encarnita, Justo, Lola, Miguel, Concha, Damián, María y Enrique. Dos horas de coche nos toma recorrer la distancia de Sevilla hasta la Plaza de España de Las Navas de la Concepción. A la ida decidimos ir por la estrecha pero bonita carretera de montaña que nos hace pasar el “Embalse José Torán”, La Puebla de los Infantes y “Embalse del Retortillo”, en los que se echa de menos la falta de lluvia de estos últimos meses. Al llegar decidimos tomar un desayuno pues el tiempo transcurrido así lo pedía. Visitamos el exterior de la iglesia parroquial de La Purísima Concepción construida en el siglo XVIII y que posee una bonita torre de 20 metros de altitud y en la que se disponen cuatro campanas la “Jesús, María y “José” fundida en 1.620, la de “San Antonio” de 1.800, la de “San José” de 1890 y la de “Santa Matilde” de 1930.
El origen Las Navas (nombre que proviene de “las ondulaciones del terreno”) es debido a la instalación de un monasterio de la orden de San Basilio en el siglo XVI, posteriormente llegan colonos y forman el pueblo, dedicado a la cría de cerdos y producción de aceite.
Iniciamos nuestro sendero saliendo desde la Plaza de España, en leve descenso pasamos por el polideportivo enlazando por un camino denominado "Camino de la Ermita", hasta conectar con el arroyo de la Ciudadeja e ir paralelo a este arroyo que aunque no llevaba mucha agua disfrutamos de las pequeñas cascadas y su potente arboleda hasta llegar a la ermita de Belén, que es un edificio construido en la década de los pasados años ochenta de bonita factura pero que no pudimos visitar porque solo se abre en la época de la romería; está construido cerca del antiguo molino “Los Frailes” y rodeado de una frondosa vegetación, encinas, alcornoques, chopos, alisos, fresnos y adelfas. Aquí nos sentamos en su área recreativa para tomar nuestros bocadillos. A la hora y media de nuestra llegada partimos de regreso haciéndolo por el “camino del Túnel”, estando en su mayor recorrido tapado de vegetación, casi sin dejar entrar los rayos solares, con especies propias del bosque mediterráneo encontrándonos madroños, aladiernos, durillos, jara blanca, matagallos, cantuesas y madreselvas. La pena es que se notaba la falta de lluvia por lo que no disfrutamos de sus aromas. Luego pasamos por un terreno adehesado en donde la cría de cerdos y ovejas toma su protagonismo.
Una vez en el pueblo descansamos tomando un refrigerio en un bar de la Plaza España. Hacemos el regreso por la carretera que va a Constantina que es más ancha pero, eso sí, con bastantes curvas. A las dos horas llegamos a nuestros destinos cansados pero contentos por haber disfrutado de una bonita jornada.
Fdo.: Enrique
Andakano Nuevo Guía




miércoles, 20 de marzo de 2019

Ribera del Huezna, ermita Nuestra Sra. Del Monte. 9-3-2019


“Salve reina del Monte, a tus pies rendidos los andakanos cantan, uniéndose a los pájaros, el viento, y el agua a esa Virgen Morena que desde su atalaya protege y bendice al pueblo de Cazalla”.
Si, allí estábamos los nueve andakanos que el sábado 9 de marzo de 2019 salimos nuevamente en tren desde Sevilla para esa sierra morena llena de rincones con encanto, y ya desde el tren fuimos viendo las jaras donde como mariposas blancas resplandecientes sus flores llenaban el campo.
La estación ruinosa quedó allí en su abandono y nosotros emprendimos el sendero del camino del corcho que corre paralelo al río Huezna, por un bosque de galería lleno de embrujo, con sus plantas trepadoras abrazadas a los viejos álamos desnudos, sus zarzas, los arbustillos en flor, las praderas salpicadas de margaritas y botones de oro.
El trino de los pájaros y el susurro del agua repitiendo su eterna canción…, que cada cual interpreta a su manera, pero que casi siempre habla de la vida, el paso del tiempo, del alma y su anhelo de eternidad.
Seguimos caminando hasta encontrar el punto de retorno, y ahí empezó la aventura pues tuvimos que trepar hasta la vía del tren pisando picudas piedras, o bien saltando de una traviesa a otra, no 100 metros, no, casi 1 km, hasta encontrar un camino que nos subiría hasta la ermita de Santa María del Monte, y no una subida cualquiera, sino una bien empinada de tierra seca y resbaladiza, pero no es propio de los andakanos abandonar los obstáculos, así que arriba, cada uno a su ritmo fuimos llegando hasta la verja que Juan Manuel saltó para buscar al santero, y fue la santera la que nos abrió sorprendida. La recompensa fue la acogida materna de la Sra. Del Monte en su aureola de luz.
El santero nos enseñó el camarín y el vestuario de la Virgen, con trajes, mantos, coronas y alhajas. Por fortuna tenía el santero un arcón con cerveza fresquita, y cerveza en mano nos fuimos de picnic a la pradera vecina y a la sombra de los árboles recuperamos fuerzas para emprender el regreso, que fue por un camino bastante escabroso donde las zarzas trabaron a más de uno, haciendo que besara la tierra, también hubo subidas y bajadas, saltos de vallas, hasta encontrar el puente que nos llevó a u sendero estrecho y agradable que nos condujo hasta la estación donde nos esperaba nuestro tren, al que subimos presurosos buscando un descanso.
A la hora prevista el tren nos trajo de regreso a Sevilla, contentos como siempre de haber disfrutado de un hermoso día primaveral.
¡Hasta el próximo!
Fdo.: Blanca
Andakana Mayor.


domingo, 3 de marzo de 2019

Aracena Linares por la “Molinilla” y regreso. 23-2-2019


El sábado 23 de febrero, ocho andakanos salimos de Sevilla para darnos un nuevo baño de naturaleza y amistad, en Aracena se nos unieron Paquita y Juan para gran alegría de todos, deseosos de compartir con ellos ese día.
El andakano guía y su esposa andan por otros parajes en su mágica casa con ruedas, así que fuimos guiados por el segundo guía, Enrique por el camino de “La Molinilla”, que parte de Aracena hacia Linares. Al principio del sendero encontramos varios caseríos blancos con sus huertas, sus perros custodios que nos saludaban al pasar, y sus gallinas picoteando en los prados.
La temperatura primaveral ha despertado a las flores silvestres que forman coloridas alfombras y así entre grandes árboles de sombra que forman galerías acolchadas  y travesías  por dehesas de encinas llegamos pronto a Linares donde tuvimos tiempo de visitar sus rincones más típicos: lavaderos, plaza de la fuente, callejuelas empedradas, para terminar en la plaza de toros donde teníamos reservada una mesa para “la tapita”.
Después de una larga sobremesa tomamos el camino de vuelta por otro sendero, algo más abrupto con algunas subiditas graciosas que superamos con facilidad, en su trayecto nos acompañó un pequeño curso de agua, el arroyo Plamencia que se alimenta del manantial del “Tío Cano”, un susurro alegre en una sierra sedienta.
Al llegar a Aracena nos esperaba María Paquita y Juan que habían vuelto en coche con los deliciosos pasteles de Rufino, y nos sentamos a tomar café, para terminar el día con dulzura. Nos despedimos de la pareja serrana y los ocho regresamos a Sevilla acompañados por un cielo dorado y rojizo de un precioso atardecer.
¡Hasta la próxima!
Fdo.: Blanca
Andakana Mayor

jueves, 14 de febrero de 2019

El Pedroso, Arroyo de las Cañas 9-2-2019


La luz rota en mil tonos rojizos incendió el cielo, un hermoso espectáculo que pudimos contemplar desde el tren los 9 andakanos que volvíamos a Sevilla después de haber gozado de un precioso día en El Pedroso y su entorno.
Nos reunimos en Santa Justa, y el tren nos llevó a través de la fértil vega del Guadalquivir, contemplando los campos bien labrados, los naranjales y los melocotoneros en flor, para luego pasar a las onduladas colinas de encinas y alcornoques que dan entrada a la sierra norte Sevillana.
Al llegar a El Pedroso, y antes de comenzar el camino, Enrique nos preparó un recorrido cultural por el pequeño pueblo de unos dos mil habitantes, que valió bien la pena, comenzamos por la iglesia de Nuestra Señora de  Consolación, con su amplia nave, sus retablos y sus santos, a resaltar la Inmaculada de Martínez Montañés, luego nos acercamos a las “Escuelas Nuevas”, un hermoso edificio, en lo más alto del pueblo, que si no es del maestro Aníbal González si lo es de su escuela, allí con ayuda de una guía local visitamos el museo de la minería en la parte baja del edificio, y en la planta de arriba, la historia de la escritura desde los primeros signos en arcilla hasta la era digital, ambas muy interesantes.
Desde aquella atalaya divisamos el camino del Arroyo de las Cañas, que pronto emprendimos por un sendero circular que discurre por los vestigios de un poblado calcolítico donde se encuentran esparcidos grandes bolos graníticos que es la piedra propia del lugar, y de donde le viene el nombre al pueblo. Cerca del arroyo de las cañas encontramos un gran rebaño de ovejas con sus crías corriendo entre sus patas buscando el sustento, cosa que también hicimos los caminantes buscando un sitio agradable para comer y descansar.
Regresamos al pueblo por el camino que pasa junto a la ermita de Nuestra Señora del Espino, en cuya entrada hay un calvario de granito blanco que se  eleva 5 metros del suelo, y que es uno de los símbolos del pueblo, desde allí nos fuimos a la estación para esperar el tren que nos devolvería a Sevilla en un hermoso atardecer.
Fdo.: Blanca
Andakana Mayor

miércoles, 30 de enero de 2019

Cala a las minas de Teuler y regreso. 26-1-2019.

El sol ya descendía tiñendo de dorado el horizonte, cuando diez andakanos volvíamos satisfechos después de haber disfrutado una vez más, de caminar juntos , compartir charlas y comida, en un día luminoso y templado, esta vez por la zona de Cala.
Dejamos los coches cerca de la ermita blanca, con su espadaña y su campana, custodiada por naranjos y limoneros repletos de frutos maduros, la ermita fue el punto de partida de un sendero circular que nos llevaría hasta las minas de Teuler, que en el siglo pasado fueron explotadas por los ingleses y que hoy queda un hueco profundo de paredes rojizas y erosionadas, con una laguna verde y quieta en el fondo.
Allí llegamos por una pista ancha por la que no dejaban de pasar coches de cazadores, en los laterales del camino se sucedían las dehesas de alcornoques y encinas en las que pastaban, cerdos, vacas, corderos y cabras dispersas por los esos prados verdes donde ya despuntan las margaritas blancas.
Después de descansar y contemplar la quietud silenciosa de la mina, regresamos por un sendero más agreste que discurre paralelo al arroyo “Charco de Agua”, entre jaras, cañizos y romero, pasamos junto a un caserón blanco, que en su día fue la casa del ingeniero y junto a una finca grande de un color chillón que no sabemos a que se dedica, y así llegamos al punto donde teníamos los coches, después de un recorrido de unos 12 kms.
Después de comer en casa de Ramona, que nos instaló en una agradable terraza donde degustamos productos locales, para ayudar la digestión subimos al castillo desde donde contemplamos el núcleo del pueblo extendido en dos brazos de casas nuevas.
Al bajar nos despedimos hasta el próximo sábado, que nos reuniremos en Lebrija para la gran “Puchera”. Gracias de nuevo a la vida por tan hermoso día.
Fdo.: Blanca
Andakana Mayor.

jueves, 17 de enero de 2019

El Castillo de las Guardas a las Minas 11 de enero de 2019

En un amanecer rosado y frío, 14 andakanos nos reunimos en “El Juanito” para el desayuno, ya que por ser laborable no nos pudimos reunir en la universidad. Saludos y tostadas con zurrapa de la sierra, y salida para El Castillo de las Guardas, donde nos esperaba un hermosos y soleado paseo.
Dejamos los coches en la zona del Radar meteorológico y emprendimos un sendero circular entre jaras romero y tomillo recogidos ahora en su perfumado silencio. Pronto dimos vista a la mancha azul brillante del pantano del Castillo que rodeamos hasta llegar a una nave, ahora en ruinas, de los tiempos activos de la industria minera, desde allí prolongamos el camino para acercarnos al embarcadero de la reserva de animales, ahora solitario, donde pasamos un rato agradable contemplando a una piara de bonitas cabras blancas de pequeños cuernos con sus cabritillas, tomando el sol o buscando el sustento entre las patas de sus madres.
Retomamos el camino circular entre dehesas de encinas y pardos verdes donde ya han aparecido manchas de blancas margaritas. Dejamos a un lado la aldea de las Minas del Castillo escondida entre árboles y entramos por una cancela en un corredor de alambradas que atraviesa una gran finca, y cerca de la salida encontramos un hermoso y blanco animal echado, nos acercamos con mucha cautela porque de su trasero asomaba una masa blanca  y rosada e interpretamos que la vaca estaba pariendo, pero ¡sorpresa! El animal se levantó con su aspecto manso y nos mostró sus hermosos testículos repletos de semillas de terneros. Nos despedimos de él con ternura y nos fuimos hacia el “Rincón del Asador” a las afueras del pueblo donde Enrique había reservado mesa para comer, lo hicimos en un hermoso comedor que nos traía al interior el verdor de la sierra, y el calor del sol incrementado por un gran fuego de chimenea, la sobremesa se alargó, así que dejamos para otra ocasión la visita cultural que había preparado Enrique.
Con un cielo dorado en el que se recortaba la silueta azulada de la sierra regresamos a Sevilla contentos de haber compartido una vez más sol, naturaleza  y amistad.
Fdo.: Blanca
Andakana Mayor 

miércoles, 2 de enero de 2019

Navidad senderista 2018, La Puebla de los Infantes, 14-15 diciembre 2018


Como cada año al acercarse la Navidad los Andakanos emprenden su camino hacia Belén para un ágape amistoso. Este año ha sido el viernes 14 y sábado 15 de diciembre, marcado por la ausencia de algunos andakanos fundacionales, entre ellos el guía que confió el sendero a la benjamina del grupo Juana, que lo hizo muy bien, animada por todos.
El lugar elegido fue La Puebla de los Infantes, en la sierra norte de Sevilla y que ya conocíamos de otra ocasión, aunque en esta visita a la que nos acompañó una guía local, tuvimos una introducción histórica interesante, ya que el lugar estuvo habitado desde antes de Cristo. Visitamos algunos lugares emblemáticos como la iglesia mudéjar, el castillo árabe, las ermitas, los lavaderos, terminando con el museo etnológico y una vista panorámica del pueblo y su campiña desde un balcón terraza.
El viernes habíamos salido de Sevilla en 3 coches y después de desayunar en Lora del Río, continuamos para La Puebla por la carretera que discurre entre huertas de naranjos y que rodea el embalse de José Torán, con el santuario de la Virgen de Setefilla, que desde su atalaya bendice la fértil vega.
Dejamos los equipajes en la Posada del Infante, y salimos para el sendero que Justo nos había preparado y que nos llevaría hasta el “molino de Sofio” en las orillas del río Retortillo, atravesando primero unas tierras bien labradas, prontas para recibir semillas y fecundarlas, entre ellas algunas casillas sencillas con sus gallinas vigiladas por hermosos gallos, sus perros labradores y sus huertos familiares, luego fuimos entrando hacia las colinas de olivares con su hierba muy verde bajo los árboles, donde rebaños de ovejas con sus esquilas corrían en filas hacia algún lugar.
En el molino, nos demoramos para curiosear, hacer fotos, tomar el sol de otoño hasta que regresamos al pueblo donde Juan Manuel y Mari Trini que se habían quedado nos habían buscado un sitio para comer, del que quedamos muy satisfechos, tan satisfechos que algunos del grupo nos fuimos a buscar el camino de los almendros para hacer otro sendero, pero el que encontramos fue el de los olivos que ascendía en zigzag hasta la cima de una colina con vistas al pueblo, que se fue oscureciendo mientras bajábamos.
La cena, estuvo bien pero nos tocó al lado un grupo de jóvenes ruidosos, y pronto abandonamos el comedor, se pidió permiso para hacer la queimada en la Posada del Infante, y José francisco puso todo su empeño en que ardiera el alcohol a pesar de su resistencia, leyó los conjuros donde fueron nombrados presentes y ausentes, también cantamos villancicos, a pesar de la afonía del maestro del coro, gracias a la voz cálida de Joaquín salimos triunfantes de ello. En resumen, todo se hizo como tenía que hacerse, pero las ausencias fueron muy sentidas.
El sábado nos vimos en el desayuno y la visita guiada, después de esta, el coche de Juana volvió para Sevilla y los otros se quedaron para comer migas y algo más.
A todos, Feliz Navidad y que la luz interior guíe nuestro caminos.
Fdo.: Blanca
Andakana Mayor