miércoles, 26 de mayo de 2021

Circular de Galaroza al Castaño 22-05-2021

¿Algunos de los andakanos habituales de los sábados no se apuntaron por miedo al calor? Pues tuvimos un clima de lo mas agradable con ese viento fresquito meciendo las copas de los árboles y los cirros formando alas de ángeles en el alto cielo.

Salimos solo 4 de Sevilla, y en Galaroza donde dejamos los coches, se unieron otros 4, desde allí emprendimos camino hacia el castaño, pero antes de entrar en el sendero, la Andakana Mayor perdió la suela de una bota y…¿?pues con la ayuda de la tendera de los jamones que nos dio una cuerda, y el ingenio de Encarnita para asegurarla bien, la bota quedó para el combate, y pudimos comenzar a caminar.

Entramos por el camino alto que asciende lentamente por un bosque de castaños, monte bajo, plantas aromáticas y flores, esta vez aparecieron los lirios, con sus trajes morados envidia de Salomón. Desde la cima que habíamos alcanzado vislumbramos Cortegana en el hueco de dos picos, y más abajo Jabugo con sus secaderos. Llegamos a la ermita del Cristo, antes de llegar a la venta de María, donde nos sentamos cómodamente rodeados de plantas para comer lo que diera el día, nada del otro mundo, pero estábamos tan bien allí que nos costó arrancar.

Nos pusimos en marcha bajando por el sendero sombreado que sigue el curso de la ribera del Jabugo y cuando llegamos a Galaroza nos sentamos en el barecito de la carretera para tomar café. Fue una jornada más de disfrute entre amigos, de naturaleza hermosa y esa sierra que te sorprende en lo cercano y te atrae con su horizonte lejano donde se pierde las formas y entramos en el misterio de lo infinito.

Fdo.: Blanca

Andakana Mayor.

lunes, 17 de mayo de 2021

Linares de la Sierra, Camino de las umbrías. 8-5-2021

 Las jacarandas han tapizado, una vez más, de azul-violeta las avenidas de Sevilla. La vacunación anti covid19 progresa adecuadamente. Las fronteras entre provincias se han abierto y los andakanos salimos una vez más a recibir belleza y energía, esta vez a la sierra de Aracena.

Salimos 15 desde la universidad hacia Linares de la Sierra, ese pueblo alfombrado de piedrecitas, con su singular plaza de toros, sus calles empinadas y su graciosa torre apuntando al cielo, allí nos esperaban Juana y Alberto que se unieron al grupo. Emprendimos el Camino de las Umbrías, nos sorprendió un paisaje nevado sobre un puentecillo de piedra, las fotos dan prueba de ello, comenzamos ascendiendo suavemente entre miles de flores, a las ya nombradas en reseñas anteriores se unieron las orquídeas mediterráneas y las dedaleras, esas chorreras de dedales que podrían ser también un campanario vertical.

De la ruta ancha y pedregosa  del inicio pasamos a un sendero estrecho en medio de un bosque de castaños y alcornoques con sus enormes troncos heridos por el descorche, pero siempre hermosos, un descenso pronunciado del que también dan prueba las fotos, nos llevó al valle escondido, por donde corría un arroyuelo entre enormes piedras grises y abundante vegetación, donde los genios del bosque tienen su escondite, al subir de nuevo encontramos arbustos de jara pringosa tan altos como árboles con sus hermosas flores de ojos negros, por los claros del bosque se divisaban las siluetas azuladas de la sierra y como y como un barco anclado en un océano de verdor el pueblo blanco de Linares. Buscamos una umbría para comer, no fue fácil encontrarla, a pesar del nombre del sendero, por fin bajo unos alcornoques encontramos refugio para descanso y picnic, por cierto, no se estaba mal allí.

Nuestro Andakano Guía y su compañero Cultural hicieron propuestas para un posible “fin de curso”. Proyecto que hay que madurar rápidamente, pues el tiempo apremia.

En la plaza de toros del pueblo nos sentamos a tomar un refrigerio y descansar, pues llegamos bastante agotados por el calor, allí pasamos un agradable rato y nos despedimos. Un cielo nuboso y un horizonte delatado al infinito nos acompañó, nuestra pequeña mota de polvo podía perderse en la inmensidad de lo absoluto.

Feliz quincena y hasta pronto.

Fdo.: Blanca

Andakana Mayor

martes, 4 de mayo de 2021

Subida al mirador del Pico de la Capitana, 24-4-2021

En el estadio de la Cartuja se está celebrando la liga vacuna contra el cobid 19, mientras los sevillanos más feriantes celebran su feria no feria de abril con forzado entusiasmo, y los amantes de la naturaleza nos vamos a alimentar el espíritu con el esplendor floral de este mes de abril.

Salimos por la nacional que atraviesa los pueblos ribereños del Guadalquivir con sus huertos de naranjales y sus avenidas de palmeras hasta llegar al último pueblo de la Sierra Norte, Guadalcanal, allí dejamos los coches y emprendimos un camino ascendente hacia la cumbre de la Capitana.

A las múltiples flores, florecillas, arbustos y arboles en flor se han unido esta vez las amapolas con su tallo cimbreante, sus ojos negros y su color de sangre, y también algunas plantas de peonias con su belleza efímera y su color de pasión.

Hacia viento, lo que hacia pasearse a las nubes grises que dejaban claros de azul y a veces sol. Cuando llegamos a la cumbre encontramos el punto geodésico que tenéis en las fotos, también había allí una cabaña circular hecha de piedra sin masa de unión al estilo romano que servía de abrigo a los pastores y que se llamaban torrucas, pero lo más impresionante del mirador eran las vistas a un lado teníamos las ondulaciones de la Sierra Norte con infinitos matices de grises y azules, y por el otro las planicies extremeñas con sus campos de cultivo y sus vidas ocultas. Bajamos un poco para resguardarnos del viento que allí confluye desde varios puntos lo que le dio el nombre de Sierra de los Vientos. Comimos, pero sin siesta ya que el agua parecía acercarse.

 Ya en el pueblo hicimos visita guiada por nuestro Andakano cultural Enrique G, entramos en la parroquia donde se encontraba Nuestra Señora de Guaditoca, hermosísima en su altar de reina, muy adornada con luces y flores pues era el día que tocaba en tiempos normales el bajarla en romería desde su santuario en la sierra. Un hermano cofrade que allí se encontraba nos explicó la historia de la Virgen y de su iglesia y Santuario, e hizo resaltar las imágenes procesionales de grandes escultores del pasado y la pila bautismal del siglo XIV. Nosotros recuperamos la vieja costumbre de cantar la salve.

Enrique nos contó como un lugareño del siglo XVI dio el nombre de Guadalcanal a una isla perdida del Pacifico y otro recibió del rey Don Juan Carlos I el marquesado de Guadalcanal, hechos todos muy interesantes.

Tomamos café en la plaza del pueblo y allí nos despedimos cargados de la energía y la paz que se desprende de una naturaleza prodigiosa con los que podemos alimentar nuestras almas.

Fdo.: Blanca

Andakana Mayor