Reducidos
a 4, los Andakanos nos dirigimos a la sierra de los Alcornocales, Cádiz, en una
mañana algo brumosa que poco a poco nos dejó ver hermosas praderas de un
brillante verde abrazado por el sol.
Llegamos
a la termino de Prado del Rey y dejamos el coche en el restaurante “Los Molinos”,
y con las indicaciones del mesonero pronto llegamos al arroyo Salado que nos
guió a las salinas de Iptuci, allí su dueño previamente contactado por Enrique
nos acompañó en un recorrido guiado por las salinas, que resultó muy
interesante.
Desde
hace 3.000 años los fenicios sacaban de allí su sal y en la época romana se
explotó comercialmente, tanto es así que se creó un poblado en las
inmediaciones que llegó a acuñar moneda propia. Los curiosos que entren en
internet y vean el sistema tan interesante de este tipo de explotación de un
recurso tan vital como es la sal de la tierra.
Dejamos
las salinas y emprendimos la subida hacia el cerro Cabeza de Hortales, lugar
donde se asentaron los romanos, y que hoy día está en manos de particulares que
tiene sus ganados sueltos en las dehesas y valladas sus fincas con cancelas y
candados.
La
primera dificultad la salvamos cívicamente, ya que el dueño bajó y nos abrió el
candado aunque fuera a regañadientes, luego encontramos otras portezuelas pero
sin candados y ya cerca de la cima una cancela con cartel de “privado” que no
quisimos violar, así que nos fuimos rodeando el monte hasta encontrar una
portezuela que nos dio paso y a campo través empezamos la subida ente una
espesa vegetación que nos impedía el avance.
La
hora era propicia para la comida pero esta la habíamos dejado en el coche, así
que buscamos una salida hacia el camino que veíamos abajo, y ahí empezaron las
dificultades y la aventura, pues había mucha pendiente y tierra suelta, con la
maestría de nuestro guía y la buena voluntad y el apoyo mutuo saltamos obstáculos
y vallas hasta llegar a unos hermosos prados sembrados de margaritas blancas,
botones de oro, campanuelas azules y yerbas rojizas espectaculares, y poco
antes de las tres y media de la tarde estábamos sentados en la terraza de Los
Molinos entre sol y sombra con una caña de cerveza delante que nos supo a
gloria, después vinieron otra cerveza y unas tapas jugosas que recompensaron
todos nuestros esfuerzos.
Regresamos
contentos y agradecidos por tanta belleza contemplada, que esta naturaleza que en
la primavera viste sus mejores galas, sea acicate que anime a todos para la próxima
salida.
Fdo.:
Blanca
Andakana
Mayor