Ocho andakanos nos dimos cita ante el caballo del Cid, para
emprender una nueva aventura en la sierra gaditana. El acercamiento a la sierra
nos pareció un ensueño, con sus cumbres envueltas en el misterio de la neblina
mañanera, con su grandeza, su silencio y la asombrosa realidad de su vida
oculta que nos desvelaría al acercarnos.
El abarrotamiento de gente que encontramos en la venta de “El
Arenal” nos hizo buscar un sitio más sosegado para el desayuno que nos fue
servido con agrado y abundancia en la plaza mayor del pueblo de Algodónales,
ese pueblo serrano que derrama sus blancas casas por el valle, amparado por las
mesetas grises que asoman por encima de sus tejados. La iglesia de Santa Ana se
señorea en el centro del pueblo con una arquitectura hecha de retazos pero que
con su esbelto campanario no deja de ser hermosa.
Con los estómagos contentos llegó la hora de las sorpresas,
el Andakano Guía aconsejado por un duendecillo travieso, escudriñaron un
sendero supuestamente “light”, desconocido también para ellos, que nos llevaría a
la Cruz, Casilla de las latas y capilla de la Virgencita. Dejamos los coches en
la parte alta del pueblo y empezamos a subir por el camino de La Muela, entre
olivos cargados de aceitunas prontos para ser cosechados, allí nos encontramos con un paisano que bajaba con su motillo a
buscar cervezas para refrescar el gaznate de los aceituneros, de él recabamos
información sobre la zona y sus cosechas. Ya habíamos llegado al punto donde teníamos
que tomar el senderito que nos llevaría que nos llevaría a la Cruz que estaba
oculto detrás de unas baretas recién cortadas, gracias a la pericia de nuestros
guías encontramos el sendero estrecho y de subida constante entre los campos de
olivos, lentiscos, algarrobos, palmitos y otras hierbas que a nuestro paso desprendían
sus olores para deleite de nuestros sentidos. Ya estábamos a unos 500 metros y entre los
claros podíamos ver a nuestros pies el valle sembrado de casitas blancas,
dameros de olivos jóvenes y parcelas de verdes luminosos, más alejado teníamos
el inconfundible pueblo de Zahara de la Sierra con su castillo y el embalse
turquesa a sus pies, por encima de nuestras cabezas los buitres leonados y los
hombres pájaros nos hicieron un guiño desde el limpio cielo. Habíamos llegado a
la cruz, pero solo los guías bajaron
hasta ella por la dificultad del acceso y seguimos subiendo hasta llegar
al puerto a 760 metros ,
la entrada la custodiaba una tortuga gigante que nos recordó que poco a poco,
paso a paso se pueden conquistar las alturas, desde allí nos fuimos buscando la
casilla de las latas una antigua casa de campo con su aljibe, su pileta y lo
que queda de los muros de lo que fue el hogar de unos seres que dejaron allí el
susurro de sus llantos y risas. Allí fue donde tomamos el bocadillo y
descansamos hasta que el sol bajaba al encuentro de la noche y nosotros bajamos
al encuentro del pueblo por una hermosa cañada bañada por la luz de la tarde
que resaltaba el verde de los pinos en las laderas que se abrazaban en el fondo formando una gran V donde
se encajaba el blanco del pueblo, ya estábamos muy cerca de él pero nos faltaba
visitar a la Virgencita y entre las varias opciones que había para llegar a
ella escogimos la más pintoresca, un estrecho sendero al pie de un muro de hormigón
que al final no tenía no ninguna ermita aunque si estábamos cerca de ella y si
encontramos por fin a la Virgen de los Dolores con su carita triste y su manto
negro, sosteniendo a su hijo que expiraba en la cruz.
Subimos a los coches y nos fuimos en busca de un café cuando
el día ya moría en una sinfonía de colores y un sereno fulgor. Como en los
mejores tiempos, los valientes andakanos disfrutamos de un día de esplendor.
* Aprovecho esta ocasión para dar las gracias una vez más al
grupo y a cada uno en particular por la entrañable sorpresa que recibí el día
de mi 80 cumpleaños.
Que el vínculo de amistad que hemos creado paso a paso, día
a día, camino a camino perdure para siempre porque esas vivencias Irán con
nosotros a la Eternidad. Gracias.
Fdo: Blanca
Andakana Mayor