Lo mismo que el otoño se resiste a llegar, los Andakanos han
retrasado su apertura de curso hasta el 28 de octubre de este año 2017 tan
caprichoso.
Una vez en el punto de encuentro y repartidos abrazos y
palabras los 12 afortunados nos fuimos hacia Grazalema, desayunamos molletes
con varias mantecas en la venta de siempre, y seguimos hacia Ronda, disfrutando
una vez más de la silueta serrana bañada por la primera luz de la mañana. Llegamos
al pueblecito de Benadalid, con más de 2000 años de historia, de conquistas y
reconquistas, con su impronta árabe, sus calles estrechas con buganvillas asomándose
por las esquinas, sus casa de blanco y teja, madera y barro derramándose
pendiente abajo, para quedar al fin como barco anclado en un mar de verdes
olas, allí dejamos a José Francisco en el hotel museo Almejí, después de que
casi le da un infarto a Juana, bajando con su coche por aquellas calles
imposibles para los buenos conductores, porque ella lo es.
En el pueblo de Algatocín teníamos que tomar una calle que
no tomamos, así que sin ver una señal de calle cortada nos enfilamos en un callejón
sin salida de lo más enrevesado, gracias a un paisano que se prestó a
reconducirnos al buen camino pudimos por fin encontrar la venta de San Juan
para dejar los coches y empezar el
sendero “las pasarelas del Genal”, algunos balcones del camino sobre el río
recuerdan al “caminito del rey”, tan de moda ahora. La vegetación generosa nos
hizo pensar en un pequeño paraíso perdido; el agua bajando generosa desde la
montaña, dando vida al valle, los álamos mecidos por el viento dejando caer sus
doradas hojas que juegan a mariposas antes de abandonarse a la muerte. Las
fotos hablan aquí más que las palabras, miradlas ¡por favor!, salimos a una
explanada, “Los llanos de la Escribana” donde comimos los bocadillos y
descansamos antes de volver por el mismo camino, aunque diferente por los
cambios de luz y también por los espectadores, ya desde los coches vimos la
sierra Bermeja a la que las nubes habían cubierto dando la impresión de estar
nevada, las crestas grises se volvieron rosadas y nosotros llegamos al hotel y
nos citamos a las 9 para cenar.
Algunos nos fuimos a conocer el pueblo, con su iglesia de
San Isidro, su ayuntamiento porticado, abierto a la plaza principal, sus
fuentes y sus azulejos con leyendas del pueblo, cuando volvimos al hotel,
estaba lleno de humo y desde la chimeneas salían llamas y chispas al exterior,
nada grave, solo falta de previsión, dimos salida al humo y por fin pudimos cenar,
a los postres la Andakana Mayor se llevó la sorpresa de una velita encendida en
su postre de muse, para recordarle que la vida le ha regalado un año más en tan
buena compañía, gracias por el detalle. Nos fuimos a la cama con un regalito
oloroso que la andakana Encarnita había elaborado con su genial alquimia.
El día 29 después del desayunar y pagar, nos fuimos al
vecino pueblo de Benalauría, muy parecido física e históricamente al nuestro. Comenzamos
un camino hacia las alturas esta vez rodeando el macizo rocoso llamado el Frontón
de Benadalid, las jóvenes que se pusieron en cabeza tomaron un sendero
equivocado y justo tuvo que rectificar, haciéndonos retroceder y luego tomar un
atajo por una finca privada que al final tuvimos que saltar una valla para
poder salir al camino correcto, los andakanos estamos entrenados en estos
menesteres.
Caminamos por bosques de castaños, algo atrasados pero con
sus hojas ya vestidas de otoño, había también pinares, robles, quejigos,
encinas, olivos y plantas de zumaque, lentiscos y escaramujos y por los claros
del bosque podíamos ver los pueblos blancos colgados de las montañas y las
crestas calizas perdiéndose en el azul, bajamos hasta el fondo de un barranco y
cruzamos un arroyo sin agua y comenzamos una subida respetable que nos llevó de
nuevo al pueblo donde José Francisco nos tenia localizado un bar restaurante,
con una terraza mirador justa para el grupo de 12, allí tomamos cerveza y
algunas cosillas más, prolongándose la comida hasta las 4, entonces decidimos
coger los coches para volver a Sevilla, contentos de haber disfrutado esos días
de amistad en convivencia, en un marco natural incomparable, a los ausentes,
que también estuvieron presentes, deseamos verlos en la próxima salida, hasta
entonces, salud, armonía y paz.
Fdo.: Blanca
Andakana Mayor