miércoles, 16 de noviembre de 2016

La Virgencita, la Cruz y Casilla de las latas, Algodonales 12-11-2016

Ocho andakanos nos dimos cita ante el caballo del Cid, para emprender una nueva aventura en la sierra gaditana. El acercamiento a la sierra nos pareció un ensueño, con sus cumbres envueltas en el misterio de la neblina mañanera, con su grandeza, su silencio y la asombrosa realidad de su vida oculta que nos desvelaría al acercarnos.
El abarrotamiento de gente que encontramos en la venta de “El Arenal” nos hizo buscar un sitio más sosegado para el desayuno que nos fue servido con agrado y abundancia en la plaza mayor del pueblo de Algodónales, ese pueblo serrano que derrama sus blancas casas por el valle, amparado por las mesetas grises que asoman por encima de sus tejados. La iglesia de Santa Ana se señorea en el centro del pueblo con una arquitectura hecha de retazos pero que con su esbelto campanario no deja de ser hermosa.
Con los estómagos contentos llegó la hora de las sorpresas, el Andakano Guía aconsejado por un duendecillo travieso, escudriñaron un sendero supuestamente “light”, desconocido también para ellos, que nos llevaría a la Cruz, Casilla de las latas y capilla de la Virgencita. Dejamos los coches en la parte alta del pueblo y empezamos a subir por el camino de La Muela, entre olivos cargados de aceitunas prontos para ser cosechados, allí nos encontramos  con un paisano que bajaba con su motillo a buscar cervezas para refrescar el gaznate de los aceituneros, de él recabamos información sobre la zona y sus cosechas. Ya habíamos llegado al punto donde teníamos que tomar el senderito que nos llevaría que nos llevaría a la Cruz que estaba oculto detrás de unas baretas recién cortadas, gracias a la pericia de nuestros guías encontramos el sendero estrecho y de subida constante entre los campos de olivos, lentiscos, algarrobos, palmitos y otras hierbas que a nuestro paso desprendían sus olores para deleite de nuestros sentidos. Ya estábamos a unos 500 metros y entre los claros podíamos ver a nuestros pies el valle sembrado de casitas blancas, dameros de olivos jóvenes y parcelas de verdes luminosos, más alejado teníamos el inconfundible pueblo de Zahara de la Sierra con su castillo y el embalse turquesa a sus pies, por encima de nuestras cabezas los buitres leonados y los hombres pájaros nos hicieron un guiño desde el limpio cielo. Habíamos llegado a la cruz, pero solo los guías bajaron  hasta ella por la dificultad del acceso y seguimos subiendo hasta llegar al puerto a 760 metros, la entrada la custodiaba una tortuga gigante que nos recordó que poco a poco, paso a paso se pueden conquistar las alturas, desde allí nos fuimos buscando la casilla de las latas una antigua casa de campo con su aljibe, su pileta y lo que queda de los muros de lo que fue el hogar de unos seres que dejaron allí el susurro de sus llantos y risas. Allí fue donde tomamos el bocadillo y descansamos hasta que el sol bajaba al encuentro de la noche y nosotros bajamos al encuentro del pueblo por una hermosa cañada bañada por la luz de la tarde que resaltaba el verde de los pinos en las laderas que se  abrazaban en el fondo formando una gran V donde se encajaba el blanco del pueblo, ya estábamos muy cerca de él pero nos faltaba visitar a la Virgencita y entre las varias opciones que había para llegar a ella escogimos la más pintoresca, un estrecho sendero al pie de un muro de hormigón que al final no tenía no ninguna ermita aunque si estábamos cerca de ella y si encontramos por fin a la Virgen de los Dolores con su carita triste y su manto negro, sosteniendo a su hijo que expiraba en la cruz.
Subimos a los coches y nos fuimos en busca de un café cuando el día ya moría en una sinfonía de colores y un sereno fulgor. Como en los mejores tiempos, los valientes andakanos disfrutamos de un día de esplendor.

* Aprovecho esta ocasión para dar las gracias una vez más al grupo y a cada uno en particular por la entrañable sorpresa que recibí el día de mi 80 cumpleaños.
Que el vínculo de amistad que hemos creado paso a paso, día a día, camino a camino perdure para siempre porque esas vivencias Irán con nosotros a la Eternidad. Gracias.
Fdo: Blanca
Andakana Mayor 

miércoles, 2 de noviembre de 2016

Inicio de curso 21 al 23 de octubre de 2016.

El viernes 21 de octubre, con cielo otoñal blanco y brumoso, 16 andakanos nos dirigimos hacia Fregenal de la Sierra para abrir el nuevo curso de senderismo en ese entorno singular de la baja Extremadura. Nada más llegar dejamos los coches en la puerta del hotel “Cristina” que sería nuestra casa por dos días y emprendimos el sendero circular del arroyo del Gitano, la primera parte del trayecto fue algo monótona por una pista de tierra, pero pronto entramos en un sendero estrecho entre alcornoques y encinas que se abrazaban en sus copas. Las dehesas se suceden unas a otras acotadas por vayas y cancelas, en unas corrían resoplones los cerdos de la montanera, en otras las vacas pacían a sus anchas mirándonos con descaro.
En un rincón encontramos unas piedras que nos sirvieron para apoyo y descanso, comimos y seguimos andando, y una de las cancelas de las fincas nos cortó el paso nos preparamos para el asalto y uno tras otro la fuimos saltando, las damas ayudadas por algún empujoncito caballeresco en la parte trasera, lo hicimos también como antaño.
En otra de las fincas las reses se pusieron nerviosas y que rían asustarnos con sus carreras y embestidas pero con mucha disciplina las dejamos plantadas.
Cenamos en el hotel y nos retiramos pronto, por la noche la tierra recibió con júbilo las primeras aguas de otoño.

El sábado, salimos desde el mismo hotel hacia Higuera la Real, el cielo estaba precioso con nubes grises y alguna ventana azul, la tierra agradecida dejaba escapar sutiles aromas, en el horizonte los olivos lucían sus copas aterciopelas, todo estaba en paz y silencio, llegamos a Higuera  donde un chico de Turismo nos enseñó lo más emblemático del pueblo, la iglesia de Santa Catalina con unas tablas de Luis de Morales y poco más, en el paseo del Cristo nos paramos frente a la fachada de la iglesia Jesuítica de San Bartolomé donde se encuentra el Cristo de la Humildad patrón del pueblo. En el claustro austero del colegio de los Jesuitas, se encuentran unas instalaciones modernas y didácticas que muestran la vida del cerdo ibérico criado en montanera, interesante visita pero sin cata del producto final, así que para no sentirnos frustrados nos fuimos al mesón “El Espejo” donde degustamos como aperitivo unas buenas raciones de jamón, siguió una comida bien regada con vinos de la tierra y una vez satisfechos regresamos al hotel donde nos dispersamos hasta la cena.

El domingo a las 10,15 horas estábamos en la plaza de la Constitución, antiguamente llamada paseo de la “perrunilla”, para la visita guiada al pueblo.
La guía nos explicó las generalidades del pueblo y empezamos la visita por la iglesia de Santa María, inserta en el castillo templario, así como la casa parroquial neogótica y la plaza de abastos, continuamos recorriendo algunas calles, parándonos en las fachadas de las casas nobles, conventos y fuentes, merece especial mención la iglesia de Santa Ana por el magnífico retablo atribuido a un artista flamenco. El antiguo convento de los Franciscanos y su iglesia han sido restaurados con mucho acierto para uso del pueblo, nos quedaba por ver el interior del castillo templario con sus torres coronadas por dos campanarios y la magnífica plaza de toros aún en uso.
Haciendo uso hasta la comida el grupo se fue a visitar el santuario de la Virgen de los Remedios patrona de la ciudad desde 1506, anexo se encuentra la sala de hijos ilustres y el ajuar de la virgen.

Cuatro miembros del grupo nos volvimos a Sevilla sin subir al santuario, contentos del reencuentro y agradecidos por el tiempo que nos acompañó, casi sin mojarnos, quedó inaugurado el nuevo curso de los andakanos. Nos vemos pronto.
Fdo.: Blanca
Andakana Mayor

jueves, 28 de abril de 2016

Ribera de la Molinilla Linares de la Sierra. 23-4-2016

Podrán arrancar todas las flores, pero no impedirán que vuelvan en primavera, y con esa nueva explosión floral manifestada en esos preciosos árboles, que le llaman “árbol de las orquídeas”, hacemos esta vez la foto de salida los Andakanos que nos vamos una vez más a disfrutar de la sierra de Aracena.
Punto de encuentro Linares de la Sierra, con Enrique como andakano guía, ya que Justo y Encarnita no estarán con nosotros. A Encarnita la recordamos mucho por lo del ojito, y por eso de las flores.
La carretera que lleva a Linares es de las más bonitas de la sierra esta vez embellecida por las jaras en flor, que con la llovizna perdían belleza pero ganaban en olor. El sendero que nos proponíamos hacer tiene el sugestivo nombre de Valle escondido aunque su nombre histórico es “Valle Silos”.
La llovizna o chirimiri del norte como había predicho Maldonado nos acompañó todo el recorrido que hicimos muy relajados, y que lejos de molestarnos nos alegró, pues le dio un encanto especial al recorrido Los vivos colores de los impermeables hubieran hecho pensar a Don Quijote que se encontraba en un valle encantado donde los gnomos juguetones se paseaban a sus anchas, y a nosotros los autores de esas fantasías nos pareció un valle encantador con tantísimas flores de color y formas diferentes. Las copas de los árboles de verdes brillantes y diversos, los puentecitos de piedra cubiertos de musgos que daban paso a los arroyuelos Flamencia y Molinillo que corrían contentos por el agua recogida, y las nubes escapándose cual humo de las cimas de la sierra para perderse en las alturas.
Salimos del valle y nos encontramos con los tres andakanos que nos esperaban, no en el bar “El balcón de Linares” donde otras veces, ya que estaba cerrado por enfermedad de la dueña, sino en el bar “el Toro” donde nos sirvieron buenas viandas en un rinconcito donde el rescoldo de una chimenea daba un punto de intimidad al ágape, que duró más de 3 horas. Podríamos hacer otro sendero ya sin lluvia y con los ánimos alegres, dijo alguien…, pero la propuesta no prosperó, así que nos despedimos. Ya queda en el recuerdo el valle encantado y la comida compartida y hasta que un nuevo encuentro nos reúna a vivir con Paz.
 Fdo.: Blanca
Andakana Mayor

miércoles, 13 de abril de 2016

De Benaocaz al Salto del Cabrero, 9-4-216

En la luminosa mañana del nueve de abril de 2016, cuando en Sevilla ya llovió el azahar y en el ambiente suena el repiquetear de las castañuelas, 6 andakanos nos vamos contentos al encuentro de la sierra de Grazalema. Después de desayunar en El Bosque nos fuimos hacia Benaocaz donde dejamos los coches, allí comenzamos el pedregoso camino que nos llevaría al mítico Salto del Cabrero, antes de emprender la subida el arroyo Pajaruco nos regaló la música del agua saltando y deslizándose sobre las piedras, dejando algunas pozas transparentes que invitaban al baño, poco a poco llegamos a la explanada que los piornales vestían de amarillo y alguna que otra vaca con sus terneritos al lado, nos enseñaban sus cornamentas.
Bajamos al primer mirador donde la roca nos muestra la herida que recibió hace millones de años y que nos atrae por su profunda belleza, a lo lejos los verdes valles y los azules infinitos que se perdían en un cielo sereno.
Regresamos a la llanura para emprender el camino hacia el mirador del este, cuando alguien mirando el trasero de una vaca dijo “¿porqué no dejamos el mirador para otra ocasión y nos vamos a comer un chuletón de retinto?” ante tal propuesta hubo unanimidad y comenzamos la bajada. En Benaocaz no nos dieron cabida en su comedor, así que nos fuimos a Ubrique donde encontramos comida, museo y plaza de toros por el mismo precio, comimos con vistas al pueblo encajado entre paredes rocosas que más que pueblo parecía un glaciar por su blancura.
Mimados y bien servidos compartimos la buena comida, visitamos el pequeño museo de Jesulín y nos asomamos a la plaza con bonitas vistas del pueblo. Antes de volver hacia Sevilla, visitamos una vez más las salinas romanas de Iptuci, para que María y alguno más la conocieran.
Otra vez más la vida nos regaló un hermoso día que disfrutamos consolidando la amistad que nos une, en un marco incomparable.
¡¡Hasta la próxima!!
Fdo.: Blanca
Andakana Mayor

martes, 15 de marzo de 2016

Higuera de la Sierra a Puerto del Moral. 12-3-2016

Entre la tierra que pisamos y el cielo que nos ampara discurren nuestros días, y algunos de ellos son especialmente gratos, así ha sido este doce de marzo de 2016 para los andakanos que nos fuimos una vez más a recorrer la siempre hermosa sierra de Aracena. Nuestro punto de partida fue el escalonado pueblo de Higuera de la Sierra, con sus bonitos lavaderos y sus vírgenes de azulejos esparcidas por sus calles.
En el bar “la Jacarandá”, frente a la iglesia, desayunamos, y las mujeres dilatamos el momento desayuno en animada “cháchara” mientras los hombres llevaban los coches al pueblo de Puerto del Moral, último destino del sendero.
En el lateral de la iglesia, junto al busto de un señor con un virgencita entre los brazos y gafas de miope hicimos la foto de salida hacia el “sendero del engaño” ya que apenas salimos al campo Enrique nos hizo girar a la derecha por un sendero abrupto, pedregoso y muy empinado que dado las circunstancias actuales del grupo nadie se esperaba, pero dócilmente entramos al trapo y pronto nos encontramos en la cima de un monte, donde se encuentra la ermita de Santa Bárbara que desde abajo parece más bien una pequeña fortaleza. Nos alegramos del pequeño esfuerzo y disfrutamos de unas vistas espectaculares, con un horizonte sin fin gracias a la luminosidad del día. La segunda sorpresa fue la bajada, ya que no había un camino más cómodo que el de bajar por donde habíamos subido, y una vez abajo si emprendimos el camino de la Umbría y Puerto del Moral. Pronto nos alegramos de la diablura de Enrique, que enriqueció la experiencia.
La Umbría es uno de tantos pueblecitos escondidos en la sierra con no más de 200 habitantes, con calles limpias y silenciosas, allí encontramos un bar sin apariencia de serlo pero donde disfrutamos de una comida singular hecha de retazos, algo puso el bar, algo puso Justo que encontró embutidos del lugar, y otros trocearon sus sándwiches y para facilitar la alquimia de tanta variedad unos chupitos de alta graduación que nos sentaron de lujo, y nos ayudo a terminar el sendero hasta Puerto del Moral donde teníamos los coches. A esas alturas nadie se acordaba del engaño de la mañana, pues de nuevo Enrique nos engatusó ofreciéndonos un café con pasteles en el pueblo y lo que fue es llevarnos al mirador que estaba en la otra punta desde donde se contemplaba la cinta azul del pantano de Aracena, extendida en el verde de la serranía, una vista hermosa de la que emanaba una ráfaga de paz. Desde allí partimos para Higuera a recoger el tercer coche, y allí si fuimos recompensados con café y delicias serranas en el mismo bar del desayuno, al salir la ermita de Santa Bárbara se vestía de luz con el sol de la tarde y nosotros una vez más volvimos felices de haber compartido “engaños”, senderos, cantos de pajarillos, belleza de árboles, alfombras de margaritas, cacareos de gallinas y cantos de gallos y por encima de todo esa magia invisible que nos anima y que creo tiene que ver con el Espíritu Sagrado que envuelve la tierra que pisamos y el cielo que nos ampara, ¡La vida!
Fdo.: Blanca
Andakana Mayor

miércoles, 10 de febrero de 2016

Circular Aracena Linares de la Sierra 6-2-2016

Esta vez la salida de los andakanos muy próxima de la anterior, tenía matices diferentes, en Sevilla no lucía el sol sino que estaba cubierto por un manto de nubes bajas y grises, y el grupo se había reducido a seis.
Con buen ánimo como siempre nos fuimos hacia Aracena y como aperitivo al desayuno esta vez tocó la visita cultural a Las Pajanosas, recorriendo su avenida principal con sus negocios varios y sobre todo sus conocidos restaurantes.
El sol detrás de las nubes abrió algunos claros matizando de tonos suaves las verdes dehesas de encinas y alcornoques. Las nubes siguieron ganando terreno haciendo desaparecer la silueta de Aracena donde hicimos una parada para recoger a Paquita y Juan que se unieron al grupo. A la salida de Aracena, dejamos los coches y buscamos el camino que nos conduciría a Linares de la Sierra. Las condiciones meteorológicas hicieron que este camino fuera un paseo mágico con paisajes encantados donde habitan seres que nos acompañan sin ser vistos pero si intuidos, a los que los niños llaman duendes, hadas o elfos y que a los adultos nos llevan a encontrarnos con ese niño que todos llevamos dentro. Cada recodo del camino era como una puerta hacia un espacio de silencio o susurros que cada cual podía explorar a su antojo.
Y llegamos a Linares donde nos dimos un tiempo para recorrer sus calles con sus balcones con flores, sus empedrados artísticos en las puertas de las casas, y esa fuente de 4 caños que lleva el agua de la sierra a los abrevaderos y a los lavaderos, donde antaño las mujeres lavaban la ropa y entrelazaban palabras para formar historias que se perpetúan porque son el tejido con el que se envuelve la vida. Comimos de lujo en el restaurante el  “Balcón de Linares”, amigos de Juan, al calorcito de la chimenea, y volvimos al camino dejando el pueblo escondido en su valle ente prados y agua.
En el último tramo del camino apareció el sol, esta vez atravesamos dehesas privadas y huertas bien cuidadas, paisaje menos abrupto pero también interesante.
Volvimos a Sevilla encantados una vez más de ese contacto, esta vez mágico con la naturaleza y os animo a todos a no faltar en la próxima salida que será maravillosa.
Que Dios os guarde, como dicen en mi pueblo.
Fdo.: Blanca
Andakana Mayor

jueves, 4 de febrero de 2016

Los Marines a Cortelazor. 30-1-2016

Desde una Sevilla vestida de rosa con el primer sol de la mañana, 9 andakanos nos dirigimos una vez más a la sierra de Aracena.
Después de un recorrido cultural por el pueblo de Camas y comernos unas buenas tostadas en “El Juanito”, pusimos rumbo a Los Marines, donde dejamos los coches junto a la fuente de los lavaderos, nos hicimos la foto de salida , teniendo como fondo  su torre blanca y azul, que lucía esbelta sobre un cielo diáfano, para continuar con el punto cultural con el que habíamos empezado, Enrique nos llevó hasta el paseo de la iglesia donde nos encontramos al niño del farol, sentado en su sillón, testimonio de un “voto” que el pueblo hizo en el S. XVIII por haber sido librado de la peste.
GPS en mano buscamos el camino que nos llevaría a Cortelazor atravesando dehesas de hermosos alcornoques con sus troncos desnudos y sus ramas cubiertas de líquenes, los cerdos arrastraban sus hocicos rebuscando las últimas bellotas o bien retozaban al sol. En un punto del camino encontramos una reja que abrimos y cerramos dejando fuera a nuestro perrillo acompañante. Un labrador nos dijo que por allí no íbamos a ninguna parte, así que nos dimos media vuelta y al salir de la cancela tomamos un delicioso senderito junto a un curso de agua que apenas susurraba entre las hierbas, luego salimos al camino más conocido entre madroños, aulagas, brezos, lentiscos y otras plantas olorosas que perfumaban el aire, hasta llegar a la carretera que nos llevó al pueblo, pero como queríamos comer en el mesón “El Madroño” tuvimos que subir de nuevo por la carretera poco más de un km que la verdad, a algunos se nos hizo pesado, menos mal que fuimos compensados con una rica cerveza, recreándonos desde el balcón del mesón con el hermoso pueblo blanco posado en los miles de verdes de la sierra.
Comida estupenda, variada y regada con un delicioso mosto local que a esta que escribe le hizo un efecto raro…raro… tanto que me sentí a gusto cogida entre dos varones del grupo.
Cuando nos dimos cuenta ya no que daba luz del sol pero para entonces ya estábamos camino de Sevilla, donde cada uno volvió a su casa contento de haber disfrutado un día más de la amistad, la buena comida, la hermosa naturaleza y ese don maravillosos que es la vida.
Hasta la próxima.
Fdo.: Blanca
Andakana Mayor

lunes, 25 de enero de 2016

Alájar a Santa Ana la Real. 16 de enero de 2016

Las primeras luces rosadas de un día que sería hermoso, reunió a una docena de andakanos que con espíritu alegre se puso en ruta camino de Alájar. Sentimos que nuestros andakanos guías no nos acompañaran, pero como la causa era positiva, lo sentimos menos.
La carretera que va de Aracena a Alájar por abajo, es una de las más bonitas de la sierra y especialmente bañada por un cálido sol que hacía resaltar las sombras y las ramas retorcidas de alcornoques y encinas.
Cuando bajamos de los coches al pie de la peña de Arias Montano sentimos un aire fresquillo que nos sorprendió, pero nos tapamos bien y adelante, pronto el calorcito del sol nos desentumeció y pudimos contemplar los verdes cargados de esperanza que las pasadas lluvias han hecho brotar.
El agua corría limpia por los arroyos camino del mar, no faltaron por el camino los ramos de brezos floridos y las flores amarillas de las aulagas ni tampoco las humildes violetas y esas sencillas flores lilas de cuatro pétalos agarradas a las piedras. Decía Buda “si supiéramos ver claramente el milagro de una flor cambiaría toda nuestra vida”.
Los senderistas tenemos la suerte de contemplar estas flores por los caminos y ojala algún día podamos comprender ese milagro.
Enrique como siempre tan efectivo buscó un rinconcito con chimenea para tomar nuestros bocadillos al abrigo del viento, eso fue en Santa Ana la Real, donde la fuente de 3 caños nos dio la bienvenida. Después de reponer fuerzas regresamos a Alájar, la mayoría subió a la peña para asomarse a ese emblemático balcón de la sierra con hermosas vistas del pueblo y las ondulaciones verdes que se pierden en el infinito.
Gracias a la vida y a todos y cada uno por seguir alimentando el espíritu de un grupo múltiple y entrañable donde cada uno encuentra su sitio Que Dios nos dé, a todos, salud para seguir caminando.
Fdo.: Blanca
Andakana Mayor


Navidad senderista, 12 y 13 de diciembre de 2015

El sábado 12 de diciembre,  los Andakanos empezamos ilusionados la celebración de la Navidad de este año 2015. La cita se fijó a las nueve de la mañana en la gasolinera de siempre y el grupo quedó formado por dieciséis senderistas a las que se unirían Juan y Paquita en el merendero de El Talenque.
    Ya en el primer saludo echamos de menos a los que faltaban, las "niñas" Mercedes y Blanca, que éste año tenían un viaje a Madrid para ver el Rey León y  Loli y Miguel que no se encontraban bien, en cambio nos acompañaban Isabel y Palmira que por primera vez celebrarían la Navidad con el grupo
    La mañana se presentaba nubosa y fría cuando llegamos al Talenque, pero, con la ilusión de siempre, comenzamos a andar. La ruta era circular pasando por el pueblo de Valdelarco, donde nos encontraríamos con María y Enrique que caminarían siempre al lado de la ribera.
    Transcurrida la tercera parte del recorrido por caminos habituales, comprobamos que la ruta empezaba a adentrarse por una barranquera plagada de arbustos, un camino de esos que como decía Machado se hacen al andar. La dificultad era clara, pero el entusiasmo también y nos comportamos como unos jabatos subiendo y bajando colinas, conducidos por Justo que iba descubriendo la mejor zona para caminar. Toda una pequeña aventura, en la que echamos de menos los machetes para  dominar las ramas rebeldes  y en la que los menos iniciados fueron  ayudados por los veteranos. Cuando  encontramos la subida a la carretera que teníamos que cruzar hasta llegar a Valdelarco que ya se veía a tiro de piedra, se oyeron suspiros de alivio y animados comentarios. Culminada la subida a la carretera y ya en terreno firme y seguro hicimos una pequeña parada para reponernos, bebiendo agua y tomando frutos secos y sobretodo comentando la aventura. Continuamos el camino, atravesamos el pueblo y nos encontramos  con María y Enrique y decidimos seguir ruta, renunciando, no sin esfuerzo, a una cervecita en un aparente bar en la plaza.
    El nuevo camino transcurría entre bromas de José Francisco a las nuevas de aparición  de feroces cocodrilos o de agentes del Semprona para encarcelarlas ya que  las novatas habían aprovechado bien el camino para recolectar a hojas, ramas llenas de líquenes y piñas para el Belén.

  Las luces y colores del otoño nos inundaban desde arriba y los distintos árboles que nos rodeaban constituían verdaderos monumentos naturales, como los llamó Encarnita, que no podíamos dejar de admirar y que nos llenaban de energía. Las hojas ya caídas de los árboles, formaban una mullida alfombra al paso de nuestros pies, y el arrullo del riachuelo nos acompañaba animándonos, o poniendo dificultades con la salida de sus aguas, formando alguna que otra laguna que teníamos que sortear. Los más avezados estaban pendientes de las dificultades que podían tener las que iban más lentas en la marcha.
    Llegados al merendero, nos agrupamos para comer los bocadillos que llevábamos y alguien, muy detallista, sacó  un mantel amarillo que le dio a la comida un ambiente más glamuroso. Repusimos fuerzas contentos y animados.  Un grupo de hermosos cerdos matanceros se paseaba en libertad cerca de nosotros sin ningún rubor, haciendo acopio de la comida que le ofrecía el campo.
    Una vez terminado el almuerzo y la tertulia, con ofrecimiento de chocolatillo y nueces, nos dirigimos al hotelito de Valdezufre. Lo encontramos cálido y acogedor. Unos pasaron a tomar café y charlar, y otros aprovecharon para descansar un poco y reponer fuerzas. En ese instante empezó a llover, ¡menos mal que estábamos a buen recaudo! Nos arreglamos un poquito y bajamos a cenar.
    La mesa, espléndida, invitaba a vivir la noche. La comida excelente, sazonada con buenos caldos, conversaciones y bromas, a buen ritmo, sin prisas. Una vez saciados José Francisco comienza a preparar una estupenda queimada de su tierra y Juan Manuel prepara “los trastos” para los cantos de los villancicos. Se reparten los papeles con las letras de los villancicos y del conjuro mágico  de la queimada para ponernos en situación, y ¡que sorpresa!, cuando  José Francisco estaba  removiendo la queimada al ritmo del conjuro, con las llamas danzando entre la orza y la cuchara, de pronto, cruza por las ventanas y aparece en el quicio de la puerta entreabierta la silueta de un fantasma ambientando la situación. Una vez repuestos del susto continuamos brindando,  riendo y cantando hasta terminar el repertorio. Nos sorprende la madrugada, y, no sin pesar, nos retiramos a las habitaciones para poder seguir con marcha el domingo.
    Al día siguiente la lluvia y la niebla no nos dejan hacer otra ruta y a la vez dan lugar a un paisaje sorprendente, lleno de misterio. Después del desayuno decidimos ir a pasear por Aracena, ver el centro y aprovechar para hacer alguna comprilla de los buenos productos del terreno, incluidos la repostería.  A mediodía nos dirigimos al pueblo de Linares de la Sierra donde comeremos. El lugar elegido es muy acogedor y la comida serrana, estupenda.
    Después de comer paseamos por el pueblo, visitamos su iglesia, los lavaderos y ya nos dirigimos a los coches para no volver muy tarde, pues la niebla no ha levantado en todo el día.
    La despedida muy sentida y pensando ya en el próximo encuentro, deseándonos felices Navidades y Año Nuevo.


    En ausencia de la Andakana Mayor, que echamos mucho de menos, Palmira e Isabel.