Con
el deseo de encontrar de nuevo amplios horizontes y reanudar nuestro contacto
grupal con la naturaleza, los Andakanos hemos abierto el nuevo curso con un fin
de semana esplendido en la sierra de Aracena.
El
sábado 25 de octubre nos dimos cita en el acogedor hotelito de Valdezufre, ya
conocido, la primera ruta partió de Aracena y nos dirigimos al Poblado Celta,
en el termino de El Castañuelo, el sendero transcurrió por colinas de
eucaliptos, algunos de ellos muy jóvenes, vestidos de plata, que hacían el aire
más respirable con su olor balsámico. Más allá del camino, la sierra se perdía
en un horizonte dibujado con montículos suaves sobre un cielo apuntalado por el
sol. Unos paneles nos anunciaron, al pie de una colina vallada, que habíamos
llegado a la meta y cada uno empezó a buscar indicios de ese supuesto poblado
celta, y si, encontramos los restos de un poblado de planta rectangular,
agrupado en torno a una vieja encina que encaramada en las piedras hace las
veces de iglesia y campanario, alrededor matorrales y encinas se distribuyen
armónicamente en la pradera de un verde tierno y luminoso. Abajo derramado en
el verde el pueblo blanco de El Castañuelo, la vista era espectacular.
En
aquel lugar donde en el siglo V antes de Cristo ya hubo una presencia humana
nos instalamos para el almuerzo y algunos hasta encontraron su alcoba para la
siesta. Regresamos por el mismo sendero hasta Aracena, nos trasladamos al hotel
donde tuvimos tiempo libre hasta la cena que fue animada y exquisita.
El
domingo 26, después de un buen desayuno, nos fuimos con los coches a Cortelazor
la Real, donde iniciamos la ruta, al pasar por la iglesia nos encontramos con la
santera, que se ofreció a enseñárnosla, una iglesia muy bien cuidada del siglo
XVI y remodelada más tarde, conserva unos frescos interesantes detrás del
retablo mayor. Descendimos por un empedrado camino, que serpenteaba entre huertas,
hasta salir a la dehesa de encinas,
donde al pasar por alguna finca los simpáticos cochinillos corrían a
saludarnos, y así entre subidas y bajadas llegamos hasta Corterrangel, pero esa
no era nuestra meta, así que continuamos esta vez por el asfalto hasta El
Castañuelo, ese pueblo blanco que veíamos el sábado desde las alturas. Es un
pueblo serrano con su zona de casas antiguas de piedra, su lavadero y fuente y
otra zona moderna de casas adosadas, en conjunto un lugar agradable y sombreado
con un senderito que nos llevó entre huertos y frutales hasta un punto donde
corría u arroyo, allí nuestro andakano guía nos deleitó con un trago de vino y
unas patatas fritas que nos supieron no a sudor del cargador que tenía la
espalda empapada, sino a gloria bendita. Repuestas las fuerzas retomamos el
camino de vuelta, un poco durillo por el calor intenso impropio para la fecha,
pero con la ilusión de una cerveza fresca a la llegada lo soportamos mejor, y
pronto dimos vista al bonito mesón “Los Madroños” donde además de la cerveza
degustamos otros manjares serranos.
Regresamos
a Sevilla satisfechos, los que no pudieron estar fueron muy recordados. Que
este primer contacto del grupo en un marco serrano incomparable nos sirva de
acicate para otros reencuentros acentuando los lazos de respeto y cariño y nos
haga crecer en armonía y paz.
Fdo.:
Blanca
La
Andakana Mayor