Este sábado 22 de abril, cuando Sevilla ya está vestida de farolillos, luces y faralaes, y en el aire resuena el repiqueteo de los palillos, siete andakanos partimos hacia El Ronquillo, donde nos esperaban en su casita/chalet con olor a limonero y gitanillas en las barandas, la entrañable pareja de María y Joaquín, allí se nos unió también la Andakana de pelo de fuego.
Después de los saludos y un café,
emprendimos con Joaquín un bonito sendero entre hermosas dehesas de encinas,
retamas, jaras y gamonitas en flor, que daban colorido al paisaje. Entre los
matorrales salieron algunas vacas a saludarnos. En las subidas divisamos la
oleada verde de las estribaciones de la sierra norte y las casas blancas de El
Ronquillo, paseamos por algunas calles del pueblo con rosales y plantas en sus
fachadas, cuando llegamos a casa de los anfitriones, la barbacoa ya humeaba y
los senderistas ya teníamos ganas de sentarnos a la mesa de ping pon que se fue
cubriendo de cosas ricas.
Disfrutamos de la comida y la
charla fortaleciendo así los vínculos que nos unen, ya avanzada la tarde nos
despedimos, Justo y Encarnita se fueron en su “mejorana” hacia donde el viento
los llevara, Juana se fue a su Punta, y los demás volvimos a Sevilla donde nos
encontramos un atasco de la gente que se dirigía al “pescaito”.
Gracias a los anfitriones por su
generosidad, y gracias a la vida por permitirnos vivir estos encuentros
entrañables. Buena Feria a los aficionados y salud y paz para todos.
Fdo.: Blanca