domingo, 10 de diciembre de 2017

Aldea Montepuerto Barranco de la Torre. 25-11-2017

La cita que nos dimos los andakanos para degustar un cocido con tos sus avios, el 16 de noviembre en la casa del Ronquillo de Joaquín, tan acogedora como él mismo, reunió al grupo casi al completo, no ha sido así este sábado 25 del mismo mes, en el que solo acudimos 7 para salir a caminar, y esto amigos da que pensar…
Acompañados por un cielo de grises con algunas coquetas nubes rosas, los 7 nos dirigimos hacia la sierra de Aracena, que esta vez si lucía esos colores de otoño cuyos matices sólo la naturaleza sabe pintar, y cuya belleza alcanza lo más recóndito del alma. Pasamos Aracena y nos dirigimos hacia Aroche, porque buscábamos una aldea perdida llamada Montepuerto, que ni los lugareños conocían. Pedimos ayuda a la Benemérita de Cortegana, que nos indicó como llegar al sitio buscado. Después de pasar por las aldeas de Corte y Cefiñas, perdidas entre dehesas de robles y alcornoques y cuando ya no hay más carretera que seguir, habíamos llegado al sitio con sus 5 ó 6 casas y otros tantos vecinos. Dejamos los coches al pie mismo del sendero que cogimos hasta llegar al barranco de la Torre, en el que ya habíamos estado en otra ocasión, pero que casi ninguno recordábamos, o al menos con el aspecto que ahora presentaba. Un lugar silencioso y triste, con pozas negras de agua estancada y grandes piedras blancas como animales muertos tendidos en el cieno, árboles rotos y caídos y la hojarasca seca crujiendo bajo los pies, completaban un lugar agonizante y sediento…, pero si mirabas más allá de lo que veías encontrabas la belleza de un lugar de ensueños, los árboles parecía esculpidos de forma caprichosa y un hilo de agua corría entre las aguas estancadas, la vida estaba allí silenciosa y palpitante, era un buen lugar para hacerse preguntas y encontrar respuestas.
Disfrutamos de él, cada uno a su manera, y regresamos a los coches, estuvimos tentados en hacer un ¿o qué? Al país vecino, pero optamos por comer en el bar Casino de El Repilado, allí en un clásico salón escogimos una mesa camilla con ropa y brasero, en el rincón donde había más luz y algún rayito de sol filtrado por las grises nubes.
Fue una comida serrana, patatas, huevos y jamón (aunque este tenía poco de serrano), pero lo más nutritivo fue la larga sobremesa relajada y amistosa, recordando otros días ya pasados, pero presentes por la huella que dejaron al vivirlos. Nos costó trabajillo abandonar esa mesa redonda, Mª Luisa y Enrique se fueron para la playa y los otros cinco para Sevilla, cuando las colinas quietas y borrosas se cubrían de la bruma azulada del atardecer seguida de la noche.
Fdo.: Blanca
Andakana Mayor

jueves, 16 de noviembre de 2017

Alájar y sus aldeas, 11 de noviembre de 2017

A los andakanos nos gusta disfrutar juntos de la naturaleza, pero hace tiempo que no nos juntábamos un grupo tan numeroso como en esta primera salida del curso, los 16 que componíamos el grupo en esta ocasión, nos fuimos a la sierra de Aracena para dejar los coches en Alájar y hacer la ruta circular pasando por las aldeas de El Cabezuelo, El Collado y El Calabacino, con sus casas calladas y blancas y sus enredaderas y jazmines colgados de sus paredes, para terminar, no sin esfuerzo, en la señera peña de Arias Montano.
A la sierra le está costando vestirse de otoño este año, solo los álamos ponen una nota dorada en los verdes perennes. El cielo era limpio y azul, la temperatura agradable, el paso pausado con breves paradas para respirar, contemplar y echar un traguito de la bota de Joaquín que nos vino de perlas, el último tramo, por una torrentera pedregosa nos costó, pero la ilusión de encontrar cerveza fresca en la peña nos sirvió de estímulo, ya que el arco blanco que divisábamos entre las copas de los árboles parecía inalcanzable, y sí, llegamos a la cima pero de cerveza nada, allí impera la “ley seca” y solo Mari Trini y Juan Manuel encontraron cerveza pero eso sí, sin alcohol, finalmente nos sentamos en la pradera para comer y descansar, había muchas familias disfrutando del sol.
Joaquín repartió la lotería de Navidad y bajamos hacia Alájar después de haberla contemplado desde la altura, derramada en el valle entre un mar de encinas, tomamos café con pasteles en la plaza donde nos esperaban María y Enrique, que no había subido a la peña.
Se acordó que el próximo jueves 16 nos encontraríamos de nuevo en el Ronquillo para disfrutar del buen hacer en la cocina de nuestro amigo Joaquín, esperamos que ese día estén con nosotros Encarnita, Lola, Mercedes P, Miguel y José Francisco, a los que echamos de menos.
La luz mágica del atardecer nos acompañó en el camino de regreso a Sevilla, poniendo el broche de oro a un hermoso día.
Fdo.: Blanca
Andakana Mayor

martes, 14 de noviembre de 2017

Inicio de curso 2017-18 en el Valle del Genal, 28 y 29 de octubre de 2017

Lo mismo que el otoño se resiste a llegar, los Andakanos han retrasado su apertura de curso hasta el 28 de octubre de este año 2017 tan caprichoso.
Una vez en el punto de encuentro y repartidos abrazos y palabras los 12 afortunados nos fuimos hacia Grazalema, desayunamos molletes con varias mantecas en la venta de siempre, y seguimos hacia Ronda, disfrutando una vez más de la silueta serrana bañada por la primera luz de la mañana. Llegamos al pueblecito de Benadalid, con más de 2000 años de historia, de conquistas y reconquistas, con su impronta árabe, sus calles estrechas con buganvillas asomándose por las esquinas, sus casa de blanco y teja, madera y barro derramándose pendiente abajo, para quedar al fin como barco anclado en un mar de verdes olas, allí dejamos a José Francisco en el hotel museo Almejí, después de que casi le da un infarto a Juana, bajando con su coche por aquellas calles imposibles para los buenos conductores, porque ella lo es.
En el pueblo de Algatocín teníamos que tomar una calle que no tomamos, así que sin ver una señal de calle cortada nos enfilamos en un callejón sin salida de lo más enrevesado, gracias a un paisano que se prestó a reconducirnos al buen camino pudimos por fin encontrar la venta de San Juan para dejar los coches  y empezar el sendero “las pasarelas del Genal”, algunos balcones del camino sobre el río recuerdan al “caminito del rey”, tan de moda ahora. La vegetación generosa nos hizo pensar en un pequeño paraíso perdido; el agua bajando generosa desde la montaña, dando vida al valle, los álamos mecidos por el viento dejando caer sus doradas hojas que juegan a mariposas antes de abandonarse a la muerte. Las fotos hablan aquí más que las palabras, miradlas ¡por favor!, salimos a una explanada, “Los llanos de la Escribana” donde comimos los bocadillos y descansamos antes de volver por el mismo camino, aunque diferente por los cambios de luz y también por los espectadores, ya desde los coches vimos la sierra Bermeja a la que las nubes habían cubierto dando la impresión de estar nevada, las crestas grises se volvieron rosadas y nosotros llegamos al hotel y nos citamos a las 9 para cenar.
Algunos nos fuimos a conocer el pueblo, con su iglesia de San Isidro, su ayuntamiento porticado, abierto a la plaza principal, sus fuentes y sus azulejos con leyendas del pueblo, cuando volvimos al hotel, estaba lleno de humo y desde la chimeneas salían llamas y chispas al exterior, nada grave, solo falta de previsión, dimos salida al humo y por fin pudimos cenar, a los postres la Andakana Mayor se llevó la sorpresa de una velita encendida en su postre de muse, para recordarle que la vida le ha regalado un año más en tan buena compañía, gracias por el detalle. Nos fuimos a la cama con un regalito oloroso que la andakana Encarnita había elaborado con su genial alquimia.
El día 29 después del desayunar y pagar, nos fuimos al vecino pueblo de Benalauría, muy parecido física e históricamente al nuestro. Comenzamos un camino hacia las alturas esta vez rodeando el macizo rocoso llamado el Frontón de Benadalid, las jóvenes que se pusieron en cabeza tomaron un sendero equivocado y justo tuvo que rectificar, haciéndonos retroceder y luego tomar un atajo por una finca privada que al final tuvimos que saltar una valla para poder salir al camino correcto, los andakanos estamos entrenados en estos menesteres.
Caminamos por bosques de castaños, algo atrasados pero con sus hojas ya vestidas de otoño, había también pinares, robles, quejigos, encinas, olivos y plantas de zumaque, lentiscos y escaramujos y por los claros del bosque podíamos ver los pueblos blancos colgados de las montañas y las crestas calizas perdiéndose en el azul, bajamos hasta el fondo de un barranco y cruzamos un arroyo sin agua y comenzamos una subida respetable que nos llevó de nuevo al pueblo donde José Francisco nos tenia localizado un bar restaurante, con una terraza mirador justa para el grupo de 12, allí tomamos cerveza y algunas cosillas más, prolongándose la comida hasta las 4, entonces decidimos coger los coches para volver a Sevilla, contentos de haber disfrutado esos días de amistad en convivencia, en un marco natural incomparable, a los ausentes, que también estuvieron presentes, deseamos verlos en la próxima salida, hasta entonces, salud, armonía y paz.
Fdo.: Blanca
Andakana Mayor 

miércoles, 25 de octubre de 2017

El Madroño y el río Tinto. uno de abril de 2017

(En primer lugar quiero aclarar que esta reseña la escribió la Andakana Mayor en su momento y yo la recibí en su fecha, pero por no sé que razón la tenía traspapelada y olvidada, de pronto sin saber por qué la he recuperado y os la voy a transcribir. Pido disculpas a todos)

Ya cambiamos al horario de verano y en Sevilla ya llovió el azahar, cinco andakanos en este sábado día uno de abril, en una salida extra, nos dirigimos a El Madroño, zona que estamos explorando últimamente, y tomamos la ruta de “los mineros”, una circular que recorre trozos de pista y otros senderitos a campo través entre matorrales, palmitos y prados verdes bordados de flores, atravesamos también campos de zarzas llenos de botoncitos brillantes con algunas flores abiertas posadas como mariposas blancas en el verde, tan hermosa y efímeras que te hacen pensar…
En un punto que Justo sabía dejamos la circular y bajamos un barranco hasta caer en un paisaje extraño como arrancado de otro planeta, estábamos en las orillas del misterioso río Tinto que bajaba borboteando en un cauce que él se ha labrado a su antojo, arrastrando metales, erosionando las piedras y tiñéndolas de colores y formas que de no ser por el verde de sus riberas nos creeríamos en “Martes”, pasamos a la otra orilla para hacer fotos, dejando nuestras huellas en unas arenas que más bien parecían cenizas. Retomamos el camino del barranco, esta vez hacia arriba hasta la circular y pronto apareció la imagen blanca de la ermita de debajo de El Madroño con su espadaña de 3 campanas recortada en el azul. Buscamos un bar o más bien una “cerveza fresca” y ya de paso alguna tapa lugareña, ya que las “latitas” siempre pueden guardarse para otra ocasión.
A la salida del bar que hacía rato había cerrado sus puertas, algunos hicieron ejercicios en un parque para mayores y otros se echaron una siesta, que aunque corta fue sabrosa, y como estábamos cerca de la Aldea de El Álamo pasamos a comprar la miel en el lugar que ya conocíamos del sendero anterior.
Regresamos a Sevilla deseándonos y haciéndolo extensivo a todos los andakanos felices y alegres fiestas de Primavera.
Fdo.: Blanca
Andakana Mayor

viernes, 7 de julio de 2017

Fin de curso 2017, Pirineo navarro del 12 al 18 de junio de 2017

El 12 de junio dejamos Sevilla bañada en la luz del amanecer y con promesas de días calurosos, iniciamos esta nueva aventura en la gasolinera de “Las Cuartillas” verso “Vía de la Plata”, por esa ruta milenaria nos fueron acompañando los paisajes llenos de luz de Andalucía con sus campos de girasoles, las dehesas extremeñas con sus encinas, sus sotobosques pajizos y sus nidos de cigüeñas, los yermos campos de Castilla, los viñedos riojanos, hasta llegar ya atardecido a los verdes horizontes de Euskadi y Navarra. En Vitoria recogimos a María y Joaquín con la piel tostada por su estancia en el Caribe, y completamos así el grupo de los 13 andakanos que este año acudimos a la convocatoria de fin de curso.
Todo fue cronometrado y sin sobresaltos hasta que en el último tramo el coche de Juana lo perdimos de vista, ¿fue una travesura de Damián?, eso queda en la incógnita, pero ellos se fueron a darse una vuelta por Pamplona, visitando incluso los aparcamientos del Corte inglés. Whatsapp y llamadas, cruzaron el aire para reconducirlos al redil y por fin aparecieron contentos y sanos para cenar. La cena nos fue servida por Ainhoa en el Rincón de Sario que ella regenta con sus hermanas, son también las dueñas de la casa rural Zubiat, que sería nuestro hogar durante la estancia en Jaurrieta.
El 13 de junio, estábamos despistadillos y hasta las 9 no empieza la vida en el pueblo. Ese día el sendero partía del pueblo así que fuimos ascendiendo con el sol encima, nunca hubiéramos  pensado que allí pegara tan fuerte, nos conformamos cuando desde la altura contemplamos un maravilloso paisaje con tantos tonos de verdes, los grandes picos de los pirineos de fondo con restos de neveros y cúmulos blancos paseándose sobre los bosques, la danza amorosa de las mariposas nos acompañó hasta el balcón, donde nos paramos un rato para disfrutar de las vistas. Buscamos el sendero que nos llevaría a la cumbre del monte pero hacia mucho calor y decidimos bajar y refrescarnos en el rincón de Ainhoa. 
Duchaditos y guapos nos fuimos a Roncesvalles para saludar a la Estrella del camino con su traje de plata y sus vidrieras azules, que te recibe en silencio y te transmite su paz.
Subimos al puerto de Ibañeta que estaba cubierto de niebla, lo que no impidió hacernos una foto delante de una capilla moderna que hay allí.
Terminamos el día con una cena en casa de Ainhoa.
El miércoles 14 nos vamos hacia el valle de Baztán con sus verdes ondulantes, sus caseríos blancos y sus robles centenarios plantados con poderío en una tierra custodiada por el Basajaun, después de dos horas de coche que dejamos en el pueblo de Erratzu nos fuimos a buscar las cascadas de Xorroxin, atravesamos bosques de hayas y pinos albares con la luz filtrándose en sus copas para jugar con las sombras del bosque. Llegamos a las cascadas, un pequeño paraíso dentro del gran paraíso del bosque. El agua es vida, canta, susurra, sonríe, refresca, alegra, hace soñar y cada uno pudo disfrutar de ella en un espacio/tiempo limitado pero intenso. Comimos, descansamos y volvimos al pueblo para recoger los coches y emprender camino hacia Zugarramurdi para visitar la cueva de las “Brujas”, es una gran cavidad kársticas de 120 metros de fondo por 12 de ancho, trabajo hecho por el Regato del Infierno, que fue erosionando la tierra para que las brujas tuvieran un gran teatro para celebrar sus aquelarres. Regresamos por el hermoso valle con su guardián invisible que tanto juego le ha dado a la escritora Dolores Redondo para hilar la trilogía que la llevó al éxito. Aún tuvimos tiempo para comprar en el “súper” avios para la cena en casa, recordando tiempos pasados.
El día 15, jueves, El Corpus en Sevilla estaría en las calles, y los Andakanos nos fuimos al real sitio de Olite, “La Elegida” con su palacio real que con sus pintorescas torres parece sacado de un cuento de hadas, siendo uno de los conjuntos históricos más importantes de Navarra. Tuvimos una visita guiada por sus salones, jardines, patios y estancias reales, hoy desnudas, aunque en su tiempo fue uno de los palacios más lujosos de Europa. Nos paseamos por las calles medievales, con sus casas blasonadas, nos paramos en la iglesia de San Pedro y comimos en casa de los “ucranianos” que han montado allí un restaurante donde sirven comida Navarra, ¡que  arte!
La segunda visita cultural fue Ujué considerado uno de los 10 pueblos más bonitos de España, y con razón, tiene una iglesia fortaleza encima de la colina que sostiene el pueblo derramando sus casa por la ladera hasta llegar a la plaza mayor en el punto más bajo. La arquitectura es sobria y sólida con paredes de piedra gris y algunos toques de color en sus balcones.
El tercer pueblo fue Sangüesa, paramos poco, solo visitamos la iglesia de Santa María la Real con su hermoso pórtico monumental y su calle mayor con casas nobles con escudos, que han sido transformadas en viviendas modernas, hicimos allí algunas compras para la cena y nos fuimos para Jaurrieta, la cena se prolongó con “chupito” incluido hasta la media noche.
El día 16, viernes, la Selva de Irati, es el bosque de los bosques de Navarra y este día lo dedicamos a penetrar en ese gran santuario recorriendo algunos de sus senderos. El primero fue la Cascada del Cubo en el valle de Salazar, un paisaje hermosísimo donde una cascada escalonada desciende hasta una gran poza para seguir camino hacia el valle entre las piedras calizas que el río ha moldeado a su paso. Allí estuvimos un buen rato escuchando el canto del agua. Regresamos al punto de partida “Casas de Irati” para hacer el “sendero de sentidos” que atraviesa  un bosque con varios barrancos donde hayas y pinos se disputan el cielo estirando sus copas por donde se filtra la luz, titilando entre las hojas hasta el suelo. Comimos debajo de un haya centenaria en una pradera verde sembrada de pequeñas margaritas blancas, descansamos y nos fuimos a visitar uno de los 15 pueblos esparcidos por el valle de Salazar, Ochagavía con sus casonas nobles asomadas al río y sus calles empedradas que suben hacia la iglesia de aspecto tosco, donde sus campanas tocaban tristes al despedir a uno de sus parroquianos.
Subimos a la ermita de Muskilda para contemplar desde su mirador el pico más alto del Pirineo navarro con algo más de 2.000 metros, el Ori.
Esa noche degustaríamos las famosas poleas de Loli, así que nos fuimos pronto a casa para el dulce evento, la cena fue ligera pero entrañable como en los viejos tiempos, preparada por todos bajo el ojo experto de Joaquín, nos comimos una estupenda ensalada mixta en colores y sabores y de postre la gran cazuela de poleas con todos sus avíos que nos supieron a gloria, chupito para la digestión y dulces sueños si la canela no hacia demasiados estragos en las parejas.
El sábado 17, en Navarra también apretó el calor, así que Justo eliminó el sendero a la cima del Ori, que tenía previsto, y nos marchamos de nuevo a la Selva de Irati, para hacer la senda del bosque de Zabaleta, que llega hasta el embalse de Irabia, que recorrimos solo en parte, entre los esbeltos troncos de abetos y hayas vimos el color turquesa del embalse que se tornaba esmeralda cuando los gigantescos árboles se asomaban a él. Como era sábado nos encontramos muchos caminantes, gente joven a pie y en bici, parejas con sus niños colgados de los hombros de sus padres, y otros grupos de gente más madura, todos disfrutando de esos paisajes mágicos de la Selva de Irati. De regreso a Jaurrieta tomamos café en casa de Ainhoa, después de descansar y preparar las maletas, nos fuimos a la iglesia del pueblo, el diacono nos abrió y enseñó la iglesia, haciendo de improvisado guía, de planta gótica, la iglesia tiene una Virgen románica muy bonita e interesante, y un crucifijo gótico en el altar mayor muy hermoso.
Cenamos en casa de Ainhoa, a los postres nos vendió queso del “Roncal” en cuyo valle habíamos vistos los rebaños de ovejas chorreados por las laderas de las colinas de pastos.
Y llegó el domingo 18, tuvimos que iniciar el regreso, el mismo programa que a la ida, pero a la inversa, a las 7 horas desayuno ligero para a las 7,30 partir, y los 3 vehículos emprendieron su marcha hacia el sur, en Vitoria dejamos a María, paradas varias para reponer energía personas y vehículos, y con buen rumbo llegamos a Sevilla casi a la misma hora que lo hicimos a Jaurrieta. Cada pájaro voló hacia su nido, deseándonos feliz verano.
Que la armonía, la salud y la paz estén con todos y cada uno de nosotros, y que la madre tierra con su naturaleza sabia y prometedora nos una de nuevo en el próximo curso.
Fdo.: Blanca
Andakana Mayor

                                                                                                                                                                                                                                                      

viernes, 2 de junio de 2017

Santa Ana la Real, La Corte, Calabazares 30-5-2017

Ya las jacarandas pintaron de violeta los atardeceres sevillanos y tejieron alfombras en sus aceras. En el parque de María Luisa los magnolios están en flor, y 8 andakanos después de que los whatsapp los pusieran de acuerdo se fueron a la sierra para un nuevo sendero antes de cerrar el curso en los próximos días.
El comienzo del camino fue en Santa Ana la Real, por sus calles empedradas, descendimos hasta encontrar un camino pedregoso techado por las ramas entrelazadas de los alcornoques. Al fondo entre los verdes rizos de las copas de los árboles divisábamos manchas blancas que al acercarnos se concretaban en los pequeños núcleos de vida rural de las pequeñas aldeas de la sierra.
En La Corte nos paramos en su ermita de la Virgen del Rosario, donde hay un azulejo dedicado a las mujeres hermanas de la Virgen, pasadas, presentes y futuras, de los hombres no ponía nada.
Desde allí hasta la aldea siguiente, Calabazares no había sombra y el sol apretaba, la idea de encontrar en la aldea una cerveza fresca nos dio impulso para seguir, pero de cerveza nada de nada, lo que si había era una aldeana de armas tomar, que nos engatusó para que subiéramos a la aldea para ver sus patios y sus flores, y valió la pena porque conectamos con la vida oculta de sus gentes, y disfrutamos de las esplendidas vistas de la serranía.
Regresamos por el mismo camino esta vez con más calor y cuesta arriba, en La Corte pudimos tomarnos una lata de cerveza fresca que nos ayudó en el caminar hacia arriba.
Desde Santa Ana nos desplazamos con los coches hasta Linares de la Sierra con idea de degustar “la tapita del lebrillo” pero otro fracaso el bar estaba cerrado, pero en el “rincón de Lorenzo” nos sirvieron la tapita con todos sus avíos. Mari Trini y Juan Manuel nos invitaron a helado y café por la alegría de su 5º nieto, Dios lo bendiga y proteja, al final de la sobremesa que fue dilatada y sabrosa nos despedimos hasta el próximo curso para aquellos que no vienen a Navarra y hasta pronto a los demás.
Que todos los andakanos pasemos un feliz verano y volvamos a encontrarnos de nuevo en la amistad y la comunión con la naturaleza, fuente inagotable de belleza, armonía y paz.
Fdo.: Blanca
Andakana Mayor

lunes, 27 de marzo de 2017

Ruta cuatro aldeas, El Madroño. 11-3-2017

La suave brisa que riza el Guadalquivir, el piar de los gorriones y las primeras flores, anunciaban ya la inminente primavera, cuando 9 andakanos salíamos de nuevo a descubrir nuevos rincones, que no por cercanos, son menos hermosos.
Esta vez serían en El Madroño, en cuatro de sus aldeas, los caminos a recorrer, dejamos los coches en Juan Gállego con su pequeña ermita blanca y azul, y nos dirigimos hacia Villargordo por caminos que discurrían a campo través entre alfombras verdes salpicadas de florecillas de varias formas y colores, destacándose de ellas los humildes lirios y las sencillas margaritas, no faltaban los pequeños cursos de agua silenciosos y refrescantes, en las colinas entre las encinas, eucaliptos y pinos destacaba el rosa del brezo en flor. Ya cerca de la aldea las gallinas, vigiladas de cerca por el gallo, picoteaban aquí y allá mientras en sus entrañas formaban sus huevos, que es en lo que pensamos los humanos cuando vemos gallinas de campo.
Una señora de la aldea salió a su puerta, para charlar un rato con otros que no fueran alguno de los 18 lugareños, y seguir luego con su aislada y rutinaria vida, parecía feliz. Seguimos hacia El Álamo, otra aldea, esta más animada, pues los vecinas del pueblo estaban vistiendo el tronco de los árboles con coloridos trabajos de crochet, muy de moda este año en los pueblos serranos. Nos hablaron de todo un poco, y sobre todo de la “Encina de los Perros” que teníamos frente, bajo su copa se reunía el pueblo en sus fiestas, pero ahora está cercada dentro de una propiedad privada y claro la aldea reivindica su antiguo disfrute y parece que El Madroño no está por la labor y los de El Álamo están enfadados. La encina, sigue allí mirando pasar el tiempo, con sus brazos abiertos y su copa redonda ajena al ajetreo de sus vecinos.
Como estábamos a mitad del trayecto y estaba allí el bar de “la Juventud” con cerveza fresquita, que mejor que hacer allí la parada para el almuerzo, todo fue estupendo pero la cafetera la tenía apagada, así que nos fuimos a buscar café a la siguiente aldea, cuando más apretaba el calor, como tampoco había café nos sentamos en los bancos de la calle principal de Juan Antón a ver como los vecinos se abastecían en el súper ambulante que los visita 3 veces por semana, nos dieron agua que algunos habíamos agotado y seguimos caminando hasta Juan Gállego acortando algo el camino porque nos quemaba el sol. Con los coches volvimos a El Álamo para comprar miel, pues las chicas del pueblo nos dijeron que era del lugar y muy buena. Enrique encontró pronto el almacén, y allí la encantadora dueña nos dio una clase magistral sobre las abejas y sus productos, fue muy interesante y todos hicimos nuestras compras, arte y negocio se unen bien. Tampoco a esa hora encontramos café, así que nos volvimos a Sevilla, donde el sol había roto el gris que había cubierto el cielo, para apabullar a la luna con su última y mágica luz.
Hasta la próxima, que la primavera nos alegre con su luz.
Fdo.: Blanca
Andakana Mayor.

domingo, 12 de marzo de 2017

Venta de la Plata al Castillo de las Guardas por las Cañadillas. 25-2-2017

Con cielo gris y brumoso 7 andakanos dejamos Sevilla conducidos por nuestro segundo guía que supo buscar para ese día un camino nuevo y muy interesante, ya que Justo y Encarnita andaban descubriendo sierras, senderos y pueblos por los rincones de España, como siempre que vamos hacia Aracena desayunamos en “El Juanito”, pero esta vez dejamos allí los coches y partimos a pie por una ruta circular que nos llevaría al “Castillo de las Guardas” por el sendero de “Las Cañadillas”. En los arrabales de la “Venta de la Plata” había corrales con gallinas variopintas que buscaban aquí y allá algún gusanillo para el desayuno, mientras el rey del corral lucía cresta y cola con arrogancia, había otros corrales con cabras y corderos con sus crías entre las patas, y más adelante encontramos cerdos y vacas en las dehesas, y perros ladradores…
Y por fin se impuso el silencio del campo roto sólo por el canto de algún pajarillo y el murmullo de un cauce de agua, pronto nos encontramos con el río Guadiamar que en un punto tuvimos que atravesar saltando por unos pilotes colocados al efecto, y los saltamos, como no. Seguimos por un sendero estrechito atravesando bosquecillos con romero en flor, aulagas, retamas y palmitos, las margaritas esperan en sus botones el abrazo del sol para derramar su blancura por los prados.
Entre las colinas quietas y brumosas que teníamos al frente se dibujó la silueta del Castillo de las Guardas y cerca de nosotros los cipreses del cementerio desde donde la ruta giraba para volver, pero ese camino de vuelta era más largo, y nuestro guía pensó que era mejor dejarlo para otra ocasión y regresar por el mismo camino para llegar con tiempo a la comida, así lo hicimos con la sorpresa de que nuestra Loli que había pasado el río sin demasiados aspavientos esta vez se nos “apanicó”  y quedó paralizada encima de uno de los postes, con carita de muerta, por fin Enrique la animó y se lanzó a sus brazos con valentía.
En el Juanito comimos cada uno a su gusto, pero en abundancia así que Enrique propuso un paseito corto para bajar la comida, nos fuimos otra vez hacia el río que en su quietud servía de espejo al paisaje, aprovechamos el encanto para hacer algunas fotos y regresamos a los coches para volver a casa.
Damos las gracias y felicitaciones a Enrique por habernos ofrecido una ruta original, cómoda, cercana y preciosa.
Hasta pronto.
Fdo.: Blanca
Andakana Mayor.  

miércoles, 8 de febrero de 2017

Guillena, circular del embalse del Gergal 28 de enero de 2017

Que el eterno sol te ilumine, el amos te rodee y la luz interior guíe tu camino. Este mantra del yoga me parece ideal para comentar la salida de los andakanos del 28 de enero de 2017, una de las salidas más hermosas de los últimos tiempos.
En la taberna “El Poli” de Guillena desayunamos, después de un recorrido rápido por sus calles, plaza e iglesia que nos dieron la impresión de ser un pueblo agradable. Después del desayuno salimos con los coches por una pista ancha, durante unos 12 kms con chinos y baches, lo que nos permitió disfrutar más de un paisaje agreste con taráis, romero, jaras, palmitos y encinas en el pastaban a placer vacas retintas con sus tiernos terneros, cabras y cabritillos, cerdos y cerditos, al final esta carretera que es llamada la “Cruz de la mujer” hay una bajada en zig-zag, muy conocida por los ciclistas, que llaman “la culebra” y que llega a “la Cantina” donde dejamos los coches y comenzamos un sendero circular que nos llevó por la orilla de la ribera del Huelva, que con sus aguas verdosas y calmas discurría entre suaves colinas de encinas y pinos. El sendero recorre una parte del trazado del antiguo ferrocarril minero que transportaba el mineral de las minas de Cala hasta la población de Camas, hoy recuperado como vía verde para disfrute de los amantes de la naturaleza.
Las gamonitas ya empiezan a florecer y los altramuces nos mostraban sus racimillos de flores blancas, la luz se filtraba entre las copas de los árboles contrastando con trozos de umbría entre paredes de piedra cubiertas de plantas y musgo, al final de un pequeño túnel se abrió un gran espacio acuático con guiños de luz, era el embalse del Gergal y los andakanos nos paramos allí para ofrecer la belleza de ese paisaje a nuestra querida Loli que hace 73 años vio la luz.
La vía del tren recorre un camino de muy poco desnivel pero nosotros dejamos la orilla del embalse y subimos por una loma soleada y alegre para enlazar con la “ruta del agua” y regresar por ella a la cantina donde teníamos reservada mesa para la comida, que fue variada, animada y regada con vino y cerveza, postres variados y exquisitos, café y chupitos, lo que se dice “completita” y para sorpresa de todos fue invitación de la pareja Loli y Miguel, ya que este último también nació en enero del siglo pasado. “Que Dios colme de bendiciones a los dos y a todos los que aman” gracias por la comida y por todos los buenos ratos que hemos pasado juntos. Y allí nos despedimos felices y contentos hasta el próximo encuentro.
Fdo.: Blanca
Andakana Mayor   

miércoles, 25 de enero de 2017

Linares de la Sierra al cerro de la Molinilla. 21 de enero de 2017

En la mañana fresquita del 21 de enero, cuando la luz del sol intentaba abrirse camino en el cielo de Sevilla, 12 andakanos nos íbamos hacia Aracena en la primera salida de este año. Parada forzada en “El Juanito” para poner a punto los motores, y allá nos fuimos a uno de los pueblos más encantadores de la serranía, Linares.
Dejamos el pueblo por un antiguo camino empedrado entre limoneros y naranjos, encajonado entre dos paredones de piedra recubierta de musgos de verdes infinitos, que nos llevó a la umbría, un sitio con mucho encanto con su puentecillo de piedra bajo el que susurra un pequeño arroyo; algunos troncos de árboles están pintados de colores al estilo del “Bosque de Irati”, desde allí parten varios senderos, nosotros cogimos uno, el que va hacia Aracena y que en parte coincidía con el del cerro de la “Molinilla”, que va ascendiendo en dirección a la casa amarilla que hay en la cumbre del cerro, en el collado, hay un camino que parecía llevar hasta ella, algunos del grupo subimos y aunque no llegamos a la casa, llegamos a un punto más alto para contemplar el hermoso festoneado de la sierra sobre el cielo azul.
A partir del collado el sendero va descendiendo hasta regresar al pueblo, una vez en él buscamos donde comer, en “El Balcón” nos prestaron una mesa que estaba reservada para las tres, eran las dos y la plaza estaba llena de sol. Pedimos la “tapita” para ocho y nos pusimos moraos de productos de la sierra, los cuatro restantes no se quedaron atrás ya que pidieron platos parecidos pero con el añadido de jamón, ¡siempre hubo clase!, a las tres en punto los platos estaban limpios y los estómagos llenos, dejamos la mesa al siguiente grupo y nos fuimos a Aracena para el café, Mercedes Parrilla trajo pasteles de “Rufino” y Miguel restos de Navidad y con el con el café calentito dimos cuenta de todo. ¡Un día es un día! Y este ha sido completo, dos coches subimos al castillo para contemplar una vez más el pueblo derramado a sus pies, la bonita iglesia y escrutar el horizonte que solo nos deja ver sus límites.
Nos despedimos con alegría, por el día compartido, el sol recibido, la esplendida comida y el vínculo de amistad reforzado en cada nueva salida a una naturaleza eternamente hermosa y nueva cada día.
Gracias a todos y hasta el sábado próximo.
Fdo.: Blanca
Andakana Mayor

jueves, 12 de enero de 2017

Navidad Senderista 11 y 12 de diciembre de 2016

En el origen de los tiempos los hombres adoraban al sol como a un dios, en esa creencia se injertó nuestra Navidad, y ese sol del origen que aparece cada mañana en el horizonte, saludó a los andakanos en la gasolinera de Camas, donde nos habíamos dado cita para dirigirnos a la sierra y celebrar un año más la fiesta de la luz que es la Navidad.
La niebla matinal que nos envolvió en la magia de un paisaje primigenio, donde las cimas de las sierras y las copas de los árboles se escapan del mar de nubes para besar al sol, fue el segundo regalo del día para algunos privilegiados, que un despiste los llevó hasta El Ronquillo y al retomar al buen camino nos sorprendió ese espectáculo.
Después de desayunar en “El Juanito” nos encaminamos a El Castaño de Robledo donde dejamos los coches para iniciar la ruta, esta sería circular en torno al Cerro del Castaño. El día era luminoso y sereno, la sierra lucía su mejor traje de colores otoñales y la luz que se filtraba por los árboles nos dejaban ver las últimas hojas que seguían su viaje empujadas por el viento, hasta caer en el sitio adecuado para tejer esa alfombra que se extendía a nuestros pies.
En un punto del sendero había un camino que subía hasta la cumbre del cerro de 970 metros, los más atrevidos llegamos hasta ella, disfrutando esos paisajes serranos tantas veces admirados y siempre nuevos, porque nuevos son los momentos en que los vivimos.
Los retrasados en Jabuguillo por problemas de fontanería, ya habían llegado cuando bajamos, y el grupo al completo seguimos hasta la plaza del pueblo, donde nos sorprendió los adornos navideños hechos de ganchillo por las mujeres de la población, que adornaban los árboles. Comimos nuestros bocadillos sentados en la plaza con una cervecita fresca del bar vecino, contemplando los originales adornos, hasta que el sol bajó y el frío húmedo nos hizo levantar el vuelo hacia la Posada de Valdezufre donde teníamos el alojamiento.
A las nueve la cena, allí estábamos un año más ataviados para celebrar una fiesta de amistad, los presentes y los ausentes también en el recuerdo, brindis, foto de felicitación del andakano guía, con la sutil impronta de Encarnita que esta vez nos trae esas sencillas flores violetas que nacen entre las piedras de la sierra de Cazorla.
La andakana Mayor entregó el premio a los mejores senderistas, a la pareja Mercedes y José Francisco que han traído al grupo la savia nueva de un amor maduro pero joven por su entusiasmo.
La queimada con sus conjuros tuvo su espacio de tinieblas, pero este año habíamos asustado a los fantasmas, así que no acudieron, cerramos la cena con el repertorio de villancicos, donde el andakano de la batuta sabe sacar a flote nuestra alma infantil. Con las coplas y los requiebros de nuestras mejores voces cerramos la noche de amistad compartida.
Por unanimidad la mañana del lunes sería no de senderos, sino de paseos culturales, disfrutando desde los coches del colorido de la sierra, nos fuimos del tirón hasta el castillo de Cortegana que se señorea coqueto, contemplando el pueblo derramado a sus pies gozando de esos paisajes y del sol de la mañana con su calido abrazo. La segunda parada cultural fue en Almonaster la Real que para algunos que no la conocían fue una sorpresa, por su encanto paisajístico, por su riqueza cultural y el entusiasmo de su gente en el engalanar la Navidad con el trabajo de ganchillo de sus mujeres, como en el Castaño pero más originales aún, hasta las papeleras tenían su bufanda de ganchillo con motivos navideños. Subimos a la mezquita con la preciosa vista de las casas blancas rodeando la iglesia, los cerros circundantes y las nubes blancas flotando en lo azul. Abajo entramos en la iglesia que a pesar de estar encalada conserva sus trazos góticos, pero lo más destacable es su fachada principal con un pórtico manuelino labrado en piedra gris muy bien restaurado.
En el mirador de la mezquita hay un pequeño museo al aire, es la obra de un artista que recogiendo artilugios de hierro y herramientas del pasado ha dado forma a unos personajes muy sugestivos con el propósito de recordarnos que esta época de lo intangible, no hubiera sido posible sin el trabajo duro, silencioso y olvidado de nuestros antepasados artesanos y labradores que han hecho posible nuestro hoy.
Comimos en Linares de la Sierra, una comida potente y serrana, elegida por unanimidad: “papas fritas, huevos y jamón”, los postres también fueron suculentos, todo nos fue servido en el bar de la plaza, El Balcón de Linares, ya conocido nuestro.
Al terminar el almuerzo nos despedimos felices de este nuevo y entrañable encuentro de los Andakanos caminantes.
Quedan menos cimas que subir, pero muchos senderos para recorrer y amistad para seguir disfrutando de esos senderos y el deseo de que vivamos todos unas Navidades de Amor, Alegría y Paz.
Fdo.: Blanca
Andakana Mayor