Una danza de colores despedía al
sol cuando los andakanos en su primera salida de curso nos acercábamos a
Sevilla, augurio de que este año será mejor.
Nos condensamos en siete, que no
es mal número, y lo hemos pasado muy bien. Llegamos al pueblo serrano de
Jubrique cuando este preparaba su feria de San Francisco.
Es Jubrique un pueblo colgado de
la sierra de Ronda que por las noches hace guiños a sus vecinos, otros 4
pueblos que de día parecen otras tantas palomas blancas posadas en un mar de
verdor.
El jueves nos fuimos al artístico
pueblo de Genalguacil, y digo artístico porque hace unos años su ayuntamiento
tuvo una iniciativa original, la de invitar a los artistas noveles a pasar allí
15 días a gastos pagados para que expresaran sus talentos con una obra que
quedaría en el pueblo. Las hay esparcidas por calles y rincones y otras
encerradas en el museo local, algunas son originales, otras estrambóticas y
otras simpáticas como la viejecita que vocea a los cuatro vientos que está
hasta el “moño de subir cuestas.
Allí dejamos los coches y
emprendimos una ruta circular, el sendero local de los Saucillos, por los
bosques de castaños cargados de fruto, los preciosos erizos grandes como
manzanas se abrían generosos para ofrecernos sus brillantes castañas a veces
ayudados por un golpecito de bastón, por lo que el jefe nos llamaba al orden.
Cuando regresamos al hotel/posada
nos acicalamos y nos fuimos a la plaza, pero aún no había ambiente, así que
volvimos a cenar a casa de Pedro y luego ya si oímos aires de pasodobles, pero
la pista seguía desierta, así que Encarnita se sintió animadora y fuimos
entrando en pista, primero tímidamente hasta que todos hasta Blanca y Justo
salieron a bailar o al menos a moverse, pero también se animaron los del pueblo
y pronto se formó una rueda que llenó la pista.
Sobre las doce de la noche
hicieron una pausa en la música y coronaron a medio pueblo, que si los abuelos
de oro, que si el galán soltero, que si el casado, etc., etc.…, ya con todo el
pueblo animado los dejamos en su feria y nos fuimos a dormir.
El viernes nos fuimos a la otra
al pinsapar de sierra Bermeja un lugar muy especial donde el árbol dinosaurio
se encontró a gusto y echó raíces en un terreno de peridontitas rojizas que
hace 25 millones de año se formó del magma volcánico y que da su hermoso nombre
a la sierra. Antes de subir por la senda del Realillo hasta la cumbre desde
donde se puede contemplar una maravillosa vista del Valle del Genal, nos
acercamos al mirador hacia la costa, desde donde se puede ver toda la costa
desde el estrecho hasta Málaga y a veces también África, pero las nubes estaban
de excursión por la zona y lo ocuparon todo, por el sendero hacia la pico,
encontramos pinos que habían cobijado algún pinsapito perdido, en la cumbre los
montes de peridontitas casi desnudos y en sus faldas matorral bajo de piornales
y brezos nos llevaron hasta el descenso por la cara norte, esta vez si cubierta
de pinsapos enormes. Sendero precioso que nos llevo hasta la plazoleta donde un
poema de Federico García Lorca al árbol lo llena todo. El espíritu estaba
saciado de belleza pero el cuerpo pedía su ración, así que como teníamos a
Estepona al alcance de la mano bajamos hasta el bar “Manolo el del capote”, que
nos echó un capotazo y nos sirvió con agrado y rapidez unas tapas exquisitas y
unos postres deliciosos.
Regresamos por la autovía, con
pequeña parada de café y esa puesta de sol maravillosa. Gracias una vez más a
la vida que nos permite tan enriquecedores encuentros y a Dios que en su
silencio nos cuida y protege.
Fdo.: Blanca
Andakana Mayor