sábado, 30 de octubre de 2021

Inicio de curso 2021-22 en Ubrique. 23 y 24 de octubre de 2021

Las hojas que nacieron en primavera, preparan sus colores para pintar el otoño. En la isla de La Palma la tierra llora lava, arrancando lagrimas a sus habitantes. El covid 19 anda escondido por los rincones quien sabe con que intenciones. Y los Andakanos nos vamos a estrenar curso a la sierra de Cádiz.

En la gasolinera de siempre nos dimos cita los 11 participantes y después de un cálido reencuentro nos dirigimos a Ubrique. Aparcar la Mejorana en un pueblo a tope de coches fue complicado, pero por fin comenzamos a andar por la Calzada que hace más de dos mil años construyeron los Romanos para unir Ubrique con Benaocaz, algunos tramos están bastante deteriorados, pro en otros se aprecian bien los canalones y alcantarillas para recoger el agua de la lluvia.

Subimos despacio, no por la dificultad del camino sino para contemplar la belleza del paisaje, donde los gigantes de piedra cambiaban de color según que luz o sombra los cubría. Llegados a Benaocaz nos dimos un paseo por sus calles empinadas con sus casas encaladas y sus rincones con encanto, frente al ayuntamiento con sus arcos abiertos a la plaza nos tomamos un café y convenimos que la vuelta no la haríamos andando, los hombres se fueron en taxi para buscar los coches y las mujeres a pasear el pueblo.

Ya entrada la tarde nos fuimos para el hotel Sierra de Ubrique, a las afueras del pueblo rodeado de paredes de piedra donde se reflejaba la luz del ocaso. Nos reunimos en el patio/jardín para tomar una cervecita y contarnos historias antes de la cena que disfrutamos más tarde en el interior.

El domingo 24 después del desayuno nos fuimos a callejear el pueblo de Ubrique, la calle principal nos llevó al ayuntamiento e iglesia emplazados en una bonita plaza, seguimos caminando apreciando bonitos rincones y casas hasta encontramos con un edificio que nos llamó la atención por su gran arco de entrada, era una antigua iglesia, hoy el centro de interpretación de los restos arqueológicos  y ajuares encontrados en los yacimientos romanos de la ciudad romana de Ocuri que más tarde visitaríamos. Un joven lugareño nos explicó la historia del edificio y su contenido con maestría, sencillez y amabilidad, quedamos encantados.

A las 12 teníamos la cita para visitar el yacimiento ya mencionado, allí nos esperaban María y Enrique que se unieron al grupo. Nos acompañó en la visita Isabel, también ubriqueña que hace su trabajo con especial cariño y entusiasmo, haciendo la subida amena y menos ardua , pues teníamos que subir hasta la cima de la montaña donde está la ciudad, antes pasamos por la necrópolis, esparcidas las tumbas  entre piedras y malezas, más arriba encontramos restos de viviendas el panteón muy bien conservado con su bóveda de medio cañón y sus hornacinas para las cenizas y dioses, ya casi arriba la muralla ciclópea  que da entrada al foro, los baños, tabernas y otros lugares comunes, entre tanta piedra el campesino que encontró el yacimiento, en el siglo XVIII, Juan ……., se construyo su casa que hoy forma parte del conjunto. Casi en la puerta de su casa se encuentra el acebuche centenario con su tronco retorcido contemplando desde su silencio el paso del tiempo y las civilizaciones. Por todas partes de la montaña se encuentran las cabras Payoyas confundidas con las piedras rumiando despacio las hierbas para que sus quesos sepan sabrosos.

En el mismo recinto y debajo de un hermoso olmo con vistas a los gigantes grises y al cielo azul con pinceladas blancas, comimos a gusto servidos con simpatía por una familia encantadora.

Antes de la caída del sol emprendimos el regreso, agradecidos por seguir vivos y tener un grupo tan estupendo con quien poder compartir momentos de amistad y contemplar juntos esos paisajes abiertos que ensanchan el espíritu.

Fdo.: Blanca

Andakana Mayor.