jueves, 14 de febrero de 2019

El Pedroso, Arroyo de las Cañas 9-2-2019


La luz rota en mil tonos rojizos incendió el cielo, un hermoso espectáculo que pudimos contemplar desde el tren los 9 andakanos que volvíamos a Sevilla después de haber gozado de un precioso día en El Pedroso y su entorno.
Nos reunimos en Santa Justa, y el tren nos llevó a través de la fértil vega del Guadalquivir, contemplando los campos bien labrados, los naranjales y los melocotoneros en flor, para luego pasar a las onduladas colinas de encinas y alcornoques que dan entrada a la sierra norte Sevillana.
Al llegar a El Pedroso, y antes de comenzar el camino, Enrique nos preparó un recorrido cultural por el pequeño pueblo de unos dos mil habitantes, que valió bien la pena, comenzamos por la iglesia de Nuestra Señora de  Consolación, con su amplia nave, sus retablos y sus santos, a resaltar la Inmaculada de Martínez Montañés, luego nos acercamos a las “Escuelas Nuevas”, un hermoso edificio, en lo más alto del pueblo, que si no es del maestro Aníbal González si lo es de su escuela, allí con ayuda de una guía local visitamos el museo de la minería en la parte baja del edificio, y en la planta de arriba, la historia de la escritura desde los primeros signos en arcilla hasta la era digital, ambas muy interesantes.
Desde aquella atalaya divisamos el camino del Arroyo de las Cañas, que pronto emprendimos por un sendero circular que discurre por los vestigios de un poblado calcolítico donde se encuentran esparcidos grandes bolos graníticos que es la piedra propia del lugar, y de donde le viene el nombre al pueblo. Cerca del arroyo de las cañas encontramos un gran rebaño de ovejas con sus crías corriendo entre sus patas buscando el sustento, cosa que también hicimos los caminantes buscando un sitio agradable para comer y descansar.
Regresamos al pueblo por el camino que pasa junto a la ermita de Nuestra Señora del Espino, en cuya entrada hay un calvario de granito blanco que se  eleva 5 metros del suelo, y que es uno de los símbolos del pueblo, desde allí nos fuimos a la estación para esperar el tren que nos devolvería a Sevilla en un hermoso atardecer.
Fdo.: Blanca
Andakana Mayor