martes, 15 de marzo de 2016

Higuera de la Sierra a Puerto del Moral. 12-3-2016

Entre la tierra que pisamos y el cielo que nos ampara discurren nuestros días, y algunos de ellos son especialmente gratos, así ha sido este doce de marzo de 2016 para los andakanos que nos fuimos una vez más a recorrer la siempre hermosa sierra de Aracena. Nuestro punto de partida fue el escalonado pueblo de Higuera de la Sierra, con sus bonitos lavaderos y sus vírgenes de azulejos esparcidas por sus calles.
En el bar “la Jacarandá”, frente a la iglesia, desayunamos, y las mujeres dilatamos el momento desayuno en animada “cháchara” mientras los hombres llevaban los coches al pueblo de Puerto del Moral, último destino del sendero.
En el lateral de la iglesia, junto al busto de un señor con un virgencita entre los brazos y gafas de miope hicimos la foto de salida hacia el “sendero del engaño” ya que apenas salimos al campo Enrique nos hizo girar a la derecha por un sendero abrupto, pedregoso y muy empinado que dado las circunstancias actuales del grupo nadie se esperaba, pero dócilmente entramos al trapo y pronto nos encontramos en la cima de un monte, donde se encuentra la ermita de Santa Bárbara que desde abajo parece más bien una pequeña fortaleza. Nos alegramos del pequeño esfuerzo y disfrutamos de unas vistas espectaculares, con un horizonte sin fin gracias a la luminosidad del día. La segunda sorpresa fue la bajada, ya que no había un camino más cómodo que el de bajar por donde habíamos subido, y una vez abajo si emprendimos el camino de la Umbría y Puerto del Moral. Pronto nos alegramos de la diablura de Enrique, que enriqueció la experiencia.
La Umbría es uno de tantos pueblecitos escondidos en la sierra con no más de 200 habitantes, con calles limpias y silenciosas, allí encontramos un bar sin apariencia de serlo pero donde disfrutamos de una comida singular hecha de retazos, algo puso el bar, algo puso Justo que encontró embutidos del lugar, y otros trocearon sus sándwiches y para facilitar la alquimia de tanta variedad unos chupitos de alta graduación que nos sentaron de lujo, y nos ayudo a terminar el sendero hasta Puerto del Moral donde teníamos los coches. A esas alturas nadie se acordaba del engaño de la mañana, pues de nuevo Enrique nos engatusó ofreciéndonos un café con pasteles en el pueblo y lo que fue es llevarnos al mirador que estaba en la otra punta desde donde se contemplaba la cinta azul del pantano de Aracena, extendida en el verde de la serranía, una vista hermosa de la que emanaba una ráfaga de paz. Desde allí partimos para Higuera a recoger el tercer coche, y allí si fuimos recompensados con café y delicias serranas en el mismo bar del desayuno, al salir la ermita de Santa Bárbara se vestía de luz con el sol de la tarde y nosotros una vez más volvimos felices de haber compartido “engaños”, senderos, cantos de pajarillos, belleza de árboles, alfombras de margaritas, cacareos de gallinas y cantos de gallos y por encima de todo esa magia invisible que nos anima y que creo tiene que ver con el Espíritu Sagrado que envuelve la tierra que pisamos y el cielo que nos ampara, ¡La vida!
Fdo.: Blanca
Andakana Mayor