El 12 de diciembre de 2020 las murallas de Sevilla se abrieron y diez andakanos salieron de ella deseosos de vivir un día de naturaleza y amistad. Nos dirigimos a El Ronquillo donde otros cuatro del grupo nos esperaban en la antigua estación de tren, donde termina la vía verde de El Ronquillo, pero el camino minero continúa hasta San Juan de Aznalfarache y en esa dirección partimos. La temperatura y el sendero muy agradables, nos acompañaban lentiscos, acebuches, esparragueras, Tarai y la nota de color azul-violeta del romero en flor junto con el blanco de algunas margaritas derramadas por las praderas.
En la Sierra Norte los verdes en sus infinitos matices se
adueñan del paisaje, los ocres del otoño solo asoman en el fondo de los barrancos
donde corren arroyuelos camino de la Rivera de Huelva, por allí también había
un grupo de álamos blancos que nos transportaron a un paisaje nevado y de vez
en cuando las altas copas de los eucaliptos nos hacían mirar un cielo lleno de hermosas
nubes blancas y grises que jugaban a tapar el sol.
En los prados inclinados de las colinas las vacas blancas
pastaban tranquilas, evocando un paisaje asturiano, y así entre paisajes tan
evocadores llegamos hasta la central eléctrica de Cala, pintada en blanco y
azul, en su fachada se leía el año de 1.927, haciendo en su interior ese mágico
trabajo de transformar la energía del salto de agua en luz. Volvimos hacia atrás
por el mismo camino haciendo un alto para comer en el mejor restaurante del
lugar, donde Enrique había reservado, donde nos esperaba con Miguel, Loli y
María. Las botas de vino dieron varias vueltas mientras cada cual comía sus
viandas y a los postres circularon turrones y chocolates, pero lo más sorprendente
fue la aparición de un gnomo navideño cantando villancicos y con una botella de
Cazalla para invitarnos a un chupito y poner así la nota más festiva, entre el
vino y el chupito se despertaron las nostalgias del pasado y yo un poco achispada
caí en un dulce sopor, soñé con un grupo de gente “Kanosa” caminando por las
cumbres de Ordesa entre senderos y cascadas y recorriendo valles y cimas por
los Picos de Europa y bajando entre viñedos a recónditos monasterios de la Riveira
Sacra y por iglesias románicas de los pirineos catalanes y un lugar mágico que llaman
Las Merindades, Andorra la Vella, Cazorla la recóndita y espléndida, etc, etc…y
cuando abrí los ojos, no había soñado,… era que los del grupo “despiertos”
habían evocado todos aquellos lugares de belleza y bondad, donde habíamos compartido
tantos hermosos días. Por todo ello damos las gracias a Dios y a la vida, a los
artífices del grupo que somos todos y cada uno de nosotros.
¡Nos vemos!
Fdo.: Blanca
Andakana Mayor